Las encuestas publicadas antes de la primera y la segunda vuelta no anticiparon la remontada de Rodrigo Paz. El electorado castigó al sistema tradicional y eligió a un ganador que, en los sondeos previos, aparecía lejos de la cima.
Rodrigo Paz consolidó su victoria pese a que nunca fue el favorito. Foto: Correo del Sur
Rodrigo Paz no partió como favorito en la primera vuelta, es más, aparecía en un quinto lugar muy distante de quienes se perfilaban como favoritos de la primera vuelta en todas las encuestas de intención de voto: Samuel Doria Medina y Jorge Tuto Quiroga, e incluso detrás de Manfred Reyes Villa, que terminó cuarto en la elección del 17 de agosto y de Andrónico Rodríguez, quien inició con una votación expectante y terminó con un exiguo respaldo que condena a Alianza Popular a una representación mínima en la Asamblea Legislativa Plurinacional (ALP).
Desde el inicio de la difusión de las encuestas, Samuel Doria Medina y Jorge Tuto Quiroga lideraron la preferencia electoral, aunque ambos nunca pudieron establecer una distancia considerable frente al resto; asimismo, el voto residual superó en varias oportunidades los porcentajes individuales de ambos candidatos. No hubo una correcta lectura de la incidencia del voto nulo, el blanco y los indecisos en la configuración del momento político que reflejaban las investigaciones cuantitativas.
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La jornada electoral dejó una evidencia: las principales encuestadoras y estudios de investigación difundidos por medios nacionales no captaron la dinámica real del voto. En la primera vuelta del 17 de agosto todos los estudios generaron una pelea por el primer lugar entre dos contendientes, mientras que Rodrigo Paz no figuraba como favorito en ninguna de ellas. Las fotografías de los momentos preelectorales contrastaron con el resultado electoral real donde el senador tarijeño emergió con fuerza.
La desviación entre la predicción y la votación se repitió en la campaña del balotaje: sondeos difundidos por Red Uno el 11 de octubre mostraban a Tuto Quiroga con 42,9% frente a 38,7% de Paz, dos cifras invertidas por el resultado final del 19 de octubre, que dieron a Rodrigo Paz la presidencia con aproximadamente 54% frente al 45%, según el conteo del Sistema de Resultados Electorales Preliminares (Sirepre) del Tribunal Supremo Electoral (TSE).
La encuesta de Unitel daba la victoria a Tuto. La realidad fue al revés con la misma diferencia. Foto: Unitel
Fuentes técnicas han mencionado algunas hipótesis sobre la falla de las encuestas: sesgo de muestra (sobrerrepresentación de áreas o estratos), subregistro del voto urbano y de jóvenes, errores en los ponderadores y el impacto de la llamada ‘ola de renovación’ que movilizó electores en los días finales. Además, circuló desinformación y encuestas apócrifas que enturbiaron el escenario, lo que obligó a los verificadores a desmentir mediciones falsas durante la campaña.
La analista Ana María Velasco señala que, “Rodrigo Paz, al igual que su padre hace 36 años, termina siendo presidente sin ser el favorito de nadie. Y al igual que su padre, termina en esa posición gracias a que los actores favoritos no fueron capaces de poner a un lado sus diferencias”, en alusión a Doria Medina y Quiroga Ramírez, quienes – según su análisis – si iban juntos como parte del Bloque de Unidad podrían haber ganado en primera vuelta.
Similar análisis hace el comunicador y exjefe de campaña del Movimiento al Socialismo (MAS), José Llorenti, quien sostiene que “Rodrigo Paz tiene la habilidad de estar siempre en el lugar correcto, no fue el mejor concejal, pero eso le permitió ser alcalde, no fue el mejor alcalde pero eso le permitió ser diputado, no fue el mejor diputado, pero eso le permitió ser senador y no fue el mejor senador, pero eso le permitió ser presidente”.
William Herrera, Mario Malpartida y Jaime Navarro Tardío coinciden en un diagnóstico político: el electorado castigó el desgaste del antiguo ciclo político y premió una narrativa de renovación y solvencia económica. Herrera reclama reconciliación y pacto nacional; Malpartida subraya la urgencia de acuerdos legislativos; Navarro enfatiza que Paz supo articular un equipo técnico que disipó dudas en la recta final. Sus visiones explican el ‘efecto candidato’ que no figuraba, pero ello no exime a las encuestadoras de sus responsabilidades.
La encuesta de Red Uno también daba por ganador a Quiroga. Foto: Red Uno
Las consecuencias prácticas deben ser tomadas en cuenta para las elecciones subnacionales. Las encuestadoras deben publicar de forma completa sus fichas técnicas, métodos de muestreo y fuentes de ponderación para una auditoría pública; los medios que difundieron sondeos tienen la obligación profesional de contextualizar márgenes de error y posibles sesgos; y los partidos deben aprender que la lectura del pulso ciudadano puede cambiar rápidamente.
La interrogante perdura sobre si fue un fallo técnico o una subestimación de la volatilidad del electorado. La respuesta exige transparencia metodológica y, sobre todo, una autocrítica profesional que devuelva confianza a una herramienta central para la información democrática. El TSE también tiene la misión de establecer criterios más rigurosos para la difusión de estos estudios de intención de voto para alejar el riesgo de la manipulación del electorado. Tarea pendiente, pero urgente de resolver.