La mañana se abre paso entre un fuerte operativo de seguridad. Con el despliegue de cerca mil efectivos policiales, las autoridades nacionales, el cuerpo diplomático y los invitados especiales ingresan a la histórica Plaza Murillo para participar del acto de posesión del presidente Rodrigo Paz y del vicepresidente Edman Lara.
eju.tv
El control es minucioso. Ninguna persona puede acceder al perímetro sin la correspondiente invitación y la manilla identificatoria. A cada color, un espacio: así se organiza el ingreso de ministros, representantes diplomáticos, asambleístas y demás invitados, bajo la mirada atenta de los agentes que custodian cada acceso a la plaza y a la Asamblea Legislativa.
En los alrededores, la escena contrasta. A unas dos cuadras, a la altura del Obelisco, grupos de ciudadanos llegados desde el norte de Potosí y otras regiones del país celebran con anticipación. Al ritmo de tarcas y bombos, ondean banderas, entonan consignas y expresan su apoyo al nuevo mandatario. La alegría popular se mezcla con el sonido metálico de las vallas y el paso firme de los uniformados.
Mientras tanto, dentro del perímetro de seguridad, la expectativa crece. Los invitados toman sus lugares y los equipos de protocolo afinan los últimos detalles. El acto de posesión se desarrolla bajo un ambiente de orden, solemnidad y vigilancia constante.
La jornada marca no solo el inicio de una nueva gestión gubernamental, sino también un momento de alta significación política para el país, observado por la ciudadanía desde las calles y por la comunidad internacional desde los asientos del poder.