Del akapacha al manxapacha: el largo viaje de las almas que la globalización nos hizo olvidar


La autoridad también reveló datos antropológicos poco conocidos e indicó que en algunas culturas originarias no se enterraba a los difuntos sino que se los colocaba en posición fetal rodeados de oro, el cual no representaba riqueza sino «complementariedad con la naturaleza».

eju.tv



La Gobernación de La Paz rescata la profunda cosmovisión andino – amazónica de la muerte donde el fallecimiento no existe como fin sino como una transición dimensional del akapacha (este mundo) al manxapacha (mundo de abajo), un concepto que según las autoridades se ha diluido por la influencia globalizadora pero que define la esencia espiritual de Todos Santos.

El secretario general de la Gobernación paceña, Efraín Quenta, explicó el fundamento de esta creencia milenaria. «En el mundo andino – amazónico no se dice muerte, se dice ‘se fue’. Cuando uno se va, es como si se estuviera subiendo a una jerarquía», afirmó el funcionario y detalló que existe la conciencia de que el ser querido «se encarama en nosotros todo su ser a través de su fuerza, energía y qamasa».

=> Recibir por Whatsapp las noticias destacadas

De acuerdo con la explicación de Quenta, cuando una persona abandona el mundo terrenal inicia un viaje trascendental a través de diferentes dimensiones, del akapacha al kayapacha, alaxpacha y finalmente al manxapacha, dejando entre los vivos su ajayu o alma, que constituye toda la energía positiva del familiar que emprendió este recorrido espiritual.

El funcionario llevó esta convicción al plano de la gestión pública que revela una íntima conexión con líderes históricos. «Cada vez que hay audiencias, reuniones y otras actividades, yo pienso y presiento que nuestros líderes Tupac Katari, Bartolina, tantos líderes indígenas y hasta el hermano Mallku están con nosotros y nos ayudan», confesó Quenta.

El funcionario identificó a la globalización como la principal amenaza para esta cosmovisión y señaló que «varios hermanos pensamos que no venimos de ese mundo» ancestral. Frente a esto, propuso que Todos Santos sea el momento para «conectarnos del ombligo con la madre naturaleza» y permitir que «nuestros ancestros nos iluminen y nos dejen ese ajayu».

La autoridad también reveló datos antropológicos poco conocidos e indicó que en algunas culturas originarias no se enterraba a los difuntos sino que se los colocaba en posición fetal rodeados de oro, el cual no representaba riqueza sino «complementariedad con la naturaleza». Esta práctica refleja la profunda interconexión que las culturas andino – amazónicas mantenían con el ciclo vital completo, donde quienes «se fueron» continúan apoyando desde otra dimensión a quienes permanecen en el mundo terrenal.