Paz y Lara asumirán el poder el 8 de noviembre con la pesada herencia de la crisis y medidas que deben arrancar de inmediato


El binomio que gobernará Bolivia enfrenta un país con inflación por encima del 20 %, escasez de divisas y combustibles, y una agenda cargada de compromisos que, según analistas, debe ejecutarse desde el día uno si quiere credibilidad.

Rodrigo Paz y Edman Lara en una imagen del 20 de octubre. Foto: APG Rodrigo Paz y Edman Lara. Foto: Visión 360

eju.tv



El próximo sábado 8 de noviembre, Rodrigo Paz y Edman Lara jurarán como presidente y vicepresidente del Estado en un solemne acto a realizarse en la Asamblea Legislativa Plurinacional (ALP), de esa manera se da inicio a una nueva gestión frente a un país sumido en crisis económica, social y política. Con una inflación acumulada que en septiembre superó el 18 %, y una crisis galopante, el reloj corre para el nuevo gobierno: las promesas de campaña –combustible garantizado, reactivación productiva, distribución equitativa del presupuesto – no pueden esperar para convertirse en hechos.

El binomio Rodrigo Paz Pereira-Edman Lara Montaño asume en un escenario extremadamente adverso para Bolivia. La economía nacional arrastra una inflación acumulada que en septiembre alcanzó el 18,33 %.  A la par, el país atraviesa una recesión técnica, marcada por una caída de las exportaciones de gas de más de 70 % entre 2014 y 2025, que ha vaciado las reservas de divisas y ha colapsado la capacidad de importar combustibles, insumos y fármacos, entre otros.

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Su victoria representa el fin del dominio de casi dos décadas del Movimiento al Socialismo (MAS) y abre un giro político hacia un discurso que combina liberalismo económico, apertura internacional y promesas de descentralización del Estado.  En su campaña, Paz planteó su modelo ‘capitalismo para todos’ y un compromiso de distribuir el Presupuesto General del Estado entre el gobierno central y los subnacionales en partes iguales, plan bautizado como la Agenda 50/50.

El estado en el que recibe el país. Inflación que se mantiene alta y una situación alimentaria que presiona al ciudadano común. Crisis de combustibles: la falta de divisas impide importaciones y provoca largas filas, lo que paraliza transporte, comercio y usuarios.  Reservas internacionales mermadas, déficit fiscal elevado y un Congreso sin mayoría automática del nuevo partido en el poder.  Expectativas gigantes entre la población de un cambio urgente, que combina recorte de corrupción, reactivación productiva, y mejora del abastecimiento.

El rol de la ALP será fundamental. Foto: Cámara de Diputados

Las promesas que deben cumplirse de inmediato: garantizar el suministro inmediato de combustible y diésel sin colas: una parte esencial del discurso de campaña. Reactivar el aparato productivo mediante la reducción de impuestos, la otorgación de crédito barato, el impulso a las exportaciones y la promoción de la inversión privada, como anunció Paz de manera recurrente. Seguridad jurídica, respeto a la propiedad privada y reforma aduanera, como medidas urgentes para recuperar la confianza empresarial.  Descentralización efectiva: redistribuir el presupuesto de forma que los gobiernos departamentales y municipales puedan actuar con mayor autonomía.

“Su reciente viaje a Estados Unidos, donde se reunió con el secretario de Estado Marco Rubio y obtuvo respaldo de organismos internacionales, no solo busca oxígeno financiero inmediato, sino que también sienta las bases para una alianza estratégica en materia de innovación y transformación digital. Este respaldo internacional llega en un momento crucial, cuando Bolivia necesita no solo recursos, sino también conocimiento técnico y mejores prácticas para acelerar su modernización”, apunta el analista Ludwig Calderón.

Las tareas urgentes para su gobierno: Aprobar en las primeras semanas normativas que aseguren flujos de divisas para importar combustibles y evitar que el motor de la economía se trabe. Presentar un plan de estabilización económica claro al país: explicar la magnitud de la crisis, detallar plazos, costos y reformas, para ganar credibilidad. Analistas insisten en que ‘no hay margen de moverse después’. Comenzar a generar alianzas políticas en el Legislativo, pues sin mayoría propia el nuevo gobierno dependerá de pactos para aprobar leyes clave.

“El rumbo del nuevo proceso de cambio no depende solo del Poder Ejecutivo, también del ciudadano, que, después de votar, finge ignorar su compromiso, prefiere el cómodo rol de criticar; cuando al final, al cierre de las cuentas, en los balances de la crisis, la factura es para el dueño de los recursos: el pueblo. A ver si queda claro que no es al gobierno que le va mal, sino al ciudadano, a quien le alcanza el efecto de los beneficios o daños. El gobierno no puede darse el lujo de equivocarse, tampoco al ciudadano le asiste la gracia de permitir la incompetencia” señala el analista y periodista Mario Malpartida.

La CAF dio el primer espaldarazo al país. Foto: CAF

Implementar controles de transparencia inmediata sobre compras estatales, especialmente en hidrocarburos, para diferenciarse de la gestión anterior y recuperar la confianza ciudadana. Abrir la política exterior y financiera: reafirmar la cooperación internacional, asegurar líneas de financiamiento externo, renegociar deuda si fuera necesario, y atraer inversión extranjera con una imagen estabilizadora.

La asunción de Rodrigo Paz y Edman Lara marcará el inicio de un nuevo capítulo para Bolivia, pero lo cierto es que el primer día del gobierno no puede ser simbólico: debe ser de acción visible. Las expectativas están puestas en que los anuncios de campaña se traduzcan en hechos concretos desde la clausura del acto del 8 de noviembre. De lo contrario, el ciclo de crisis —económica, institucional y social— seguirá avanzando sin freno, y la oportunidad de renovación podría convertirse en una nueva decepción para los bolivianos.