El caso ha puesto en evidencia las vulnerabilidades en la prevención de incendios en el casco histórico y patrimonial de la ciudad, así como la precaria situación de los pequeños comerciantes que operan en estos emblemáticos espacios.
El alcalde Iván Arias informó que tras una evaluación técnica de la casa colonial que sufrió un devastador incendio este lunes en la madrugada, se determinó que el primer piso de la estructura colapsó por completo. Aunque la edificación, construida en adobe y gambote, conserva una estructura sólida, la autoridad edil anunció que será necesaria una demolición controlada de los entretechos que cedieron ante la intensidad del fuego, mientras los bomberos completan el enfriamiento del 80% del inmueble.
“El primer piso ha colapsado, aunque la estructura de toda la casa que está hecho por adobe y gambote ha aguantado; pareciera que no tiene peligro, pero sí se hará una demolición controlada de los entretechos que con la intensidad del fuego no han podido aguantar”, explicó la autoridad. Este procedimiento busca eliminar los elementos inestables para garantizar la seguridad y evaluar la restauración futura.
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La evaluación de los ingenieros estructurales reveló un factor que complicó las labores de extinción. Uno de los techos internos, de aproximadamente 30 metros cuadrados, se desplomó sobre el foco del incendio, lo que dificultó el acceso y el apagado total de las llamas. Este colapso parcial contribuyó a la magnitud de los daños en el interior de la propiedad.
La vivienda, ubicada en la céntrica calle Sagárnaga frente a la Iglesia de San Francisco, es un inmueble patrimonial de categoría A, la máxima calificación de protección. Cuenta con tres plantas y un altillo y su preservación es prioritaria para el municipio. Arias destacó que, pese al siniestro, se evidenció que la casa había mantenido su estructura original con pocas modificaciones, lo que facilita un eventual proyecto de restauración fiel. No obstante, lamentó la ausencia total de extintores en todo el predio comercial.
El incendio, que se extendió desde las 02:00 hasta las 07:00 de la mañana, tuvo un impacto humano y económico severo. El alcalde confirmó que al menos 30 comerciantes que operaban tiendas de artesanías y snacks en el interior perdieron completamente sus negocios. La artesana Nilda Quisbert relató a medios locales que perdió mercadería por un valor superior a los 35 mil dólares, incluyendo trabajos en alpaca, plata, madera y cerámica, que constituían su único sustento familiar.
Ante la catástrofe, los afectados, en su mayoría artesanos dedicados a la platería, tejidos y productos turísticos, han expresado su desesperación y han hecho un llamado urgente de ayuda. La pérdida no solo significa el fin de sus fuentes de ingreso inmediatas, sino también el inicio del pago de deudas por inversiones recientes en mercadería que ahora quedó reducida a cenizas.
El caso ha puesto en evidencia las vulnerabilidades en la prevención de incendios en el casco histórico y patrimonial de la ciudad, así como la precaria situación de los pequeños comerciantes que operan en estos emblemáticos espacios.