Al diputado afroboliviano, Jorge Medina se lo veía caminar por los pasillos del Parlamento meditabundo y patidifuso; umbrío por la pena diría Miguel Hernández. Ocurre que la “ley antirracista” era idea suya pero fueron otros los que se ganaron los porotos con el “jefazo”. Ni siquiera lo invitaron al acto de promulgación del viernes pasado.
Medina explicó en varias ocasiones que su intención no era punitiva sino esencialmente educativa pero a sus correligionarios se les ocurrió que una “ley antirracista” podía ser vehículo adecuado para meter de contrabando algunas disposiciones que vulneren la libertad de prensa y expresión. Al fin y al cabo ¿ a quien se le ocurriría oponerse a una ley antirracista?
Pero el no quería eso y tuvo que dar “el paso al costado” y dejar que otros, que fungen como “originarios” secularmente discriminados, se encarguen de darle el tono coercitivo y conculcador de libertades que tiene. Sin embargo este alejamiento no gustó mucho a la dirigencia masista que requiere que un afroboliviano auténtico ponga la cara una vez que su tesitura y prácticas culturales mestizas no ayudan a hacer muy creíbles su supuesta condición de eternamente discriminados. Por tanto sus colegas diputados masistas le transmitieron una mensaje clarísimo: o se adhería a la línea dura sin chistar o le pasaba lo que al senador Eduardo Maldonado.
Es claro que la amenaza dio resultado y Medina, de conciliador paso rápidamente a inquisidor y afirmó que la “reglamentación” de la “ley antirracista” y particularmente de los cuestionados artículos 16 y 23 se efectuaba con o sin los periodistas. Es evidente el éxito de la táctica (chantaje) masista de hacer propuestas “que no pueden ser rechazadas”.
El menos común de los sentidos
=> Recibir por Whatsapp las noticias destacadas
Como político, Álvaro García es sinuoso y marrullero como el que más. Como teórico tiene ataques de sinceridad y su criptolenguaje con pretensiones sociológicas no alcanza a ocultar sus verdaderas intenciones. En una entrevista concedida al canal estatal venezolano afirmó que el gobierno boliviano tiene la intención de controlar los medios de comunicación por cuanto se trata de un espacio de confrontación más.
Señalo que los medios de comunicación son imprescindibles para generar un “sentido común” en la ciudadanía, es decir una ideología dominante y uniforme que es al fin y al cabo el objetivo de todo régimen autoritario. La experiencia nos enseña: lo que quiere hacer Álvaro García no se traslucen en sus declaraciones a la prensa si no en sus arriesgadas disquisiciones teóricas.
¿De donde viene el discurso racista?
“Somos hijos del cosmos” afirma Fernando Huanacuni, actual director de ceremonial del Estado del Ministerio de Relaciones Exteriores, quien considera que los aymaras son un grupo muy especial que no comparte muchas características con el resto del género humano. Para sustentar su curiosa tesis afirma que la sangre de los aymaras es más oscura que la del resto de los grupos humanos, un aspecto que como todos sabemos no tiene su causa en un supuesto origen extraplanetario sino en la mayor cantidad de glóbulos rojos debido a la altura y la menor oxigenación.
Sin embargo las teorías de Huanacuni, son escuchadas con agrado por el entorno masista debido a que les proporciona un argumento teórico, muy deleznable por cierto, pero si adecuado para legitimar al llamado Pachacuti, que no es otra cosa que el dominio de los aymaras sobre el resto de los grupos, una visión etnocéntrica que muy bien puede ser calificada como racismo.