Los Hamptons, un enclave neoyorquino y millonario

Playas agrestes, casas de famosos y un pasado colonial inglés atraen a los curiosos a este rincón de Long Island

Una vista panorámica de Southampton, el enclave más poblado de los Hamptons, ubicado en la isla de Long Island



Ya en el año 1893 el diario The New York Times decía que los Hamptons, esas aldeas y casas de veraneo ubicadas en el noreste de la isla de Long Island eran “lo más cercano al paraíso que pueda encontrarse”. Situadas a menos de 200 km de Nueva York, las aldeas que llevaban nombres como Southampton, Bridgehampton, Montauk, Sag Harbor y East Hampton eran el sitio preferido de las más ricas familias estadounidenses.

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Una mansión típica de Southampton

Hoy como ayer, el viaje de veraneo empezaba en la estación Pennsylvania, en el centro de Manhattan. Los trenes del Long Island Railroad hacían el recorrido en poco más de dos horas. Y así aparecían a la vista las playas agrestes al borde del océano atlántico, los bosques, colinas, aldeas de pescadores y puertos balleneros, la reserva indígena de la tribu Shinnecock y los campos sembrados de papas que -con el tiempo- serían reemplazados por viñedos, clubes de golf, canchas de tenis y de polo.

Playas agrestes como ésta son características de la región de los Hamptons

En ese paisaje sobrevivían muchas casas coloniales de madera del siglo XVIII típicas de la arquitectura de Nueva Inglaterra. Fue en Southampton donde desembarcaron en 1640 los primeros colonos ingleses. La prosapia del lugar viene de entonces, igual que la fama por la playa oceánica de Coopers Beach, que a algunos les recordará la costa uruguaya.

Aún hoy, cada verano el diario local The East Hampton Star (easthamptonstar.com) anuncia caminatas organizadas por The Southampton Historical Museum. La idea es ver casonas del año 1708 y viviendas de artistas anteriores a 1914. Hacia el año 1900 un famoso pintor impresionista estadounidense, William Merritt Chase, que pintaba al aire libre en las alturas de Shinnecock Hills, creó por allí una escuela de pintura. Sus alumnos lo seguían en verano y así nació un grupo de casas, The Art Village, que siguen en pie en Southampton. Décadas después llegarían otros pintores, como Roy Lichtenstein y Willem de Kooning.

Un óleo de 1892 del pintor impresionista estadounidense William Merritt Chase, "Día soleado en la bahía Shinnecock", en los Hamptons

Antes y ahora, el conjunto de los Hamptons fue irresistible para las familias ricas que buscaban paisajes bucólicos y cierto aislamiento. También fue irresistible para bohemios y artistas de distintas épocas.

Por allí tenían sus mansiones de veraneo los Rockefeller, Du Pont, Morgan, Carnegie y Vanderbilt. Hoy los nombres, también célebres, son otros, por caso Steven Spielberg, Calvin Klein, George Soros, Tom Wolfe y Ralph Lauren. Entre las casonas señoriales y molinos de viento de East Hampton se crió Jacqueline Kennedy. En 1945 llegó a East Hampton el pintor expresionista Jackson Pollock.

Su estudio y vivienda pueden visitarse, es parte del Pollock Krasner House & Study Center, dependiente de la Universidad Stony Brook, institución que tiene un campus en la zona (www.stonybrook.edu/pkhouse).

En la década de 1960 fue el turno de Andy Warhol, quien eligió el puerto pesquero y caserío de Montauk, igual que el autor teatral Edward Albee.

En Montauk, el punto más extremo de los Hamptons, una vista del antiguo faro y la playa

El mar agitado de Montauk atrae a los apasionados del surf, aunque otros prefieren subir los 137 escalones de un romántico faro del siglo XVIII o salir en barcos de excursión, para ver delfines y ballenas.

Con los años, acaso porque los Hamptons siguen siendo el sitio predilecto de veraneo y fin de semana para ricos y famosos, la zona entró en la cultura popular. Fue escenario de varias series de televisión como “Seinfeld” o “Sex and the City”, donde siempre había un episodio situado en los Hamptons.

Hoy la imagen de los Hamptons es la de un paraíso de casas que cuestan millones de dólares, canchas de golf bien cuidadas, playas, restaurantes caros, colas de autos de alta gama y millonarios que llegan a sus mansiones en helicóptero desde Nueva York. Siempre hay regatas de verano, fiestas y actos benéficos con invitados famosos.

Es más, las series de televisión difundieron un “estilo Hampton” que es sinónimo de vida relajada en la costa oceánica. Tiene que ver con la arquitectura y decoración de interiores. Desde ya, esas casas tienen amplias ventanas con vista al mar y mucha luz natural, paneles de madera, techos altos artesonados o a dos aguas con vigas a la vista, pisos de madera y colores claros -arena, gris, blanco- con muebles de caña, mimbre o roble. No faltan alfombras azules, sofás enormes, porcelanas, tejidos de lino y lámparas de cristal.

Itinerarios posibles

En cien años, los tiempos cambiaron aunque no tanto. Es cierto que hoy se llega desde Manhattan a los Hamptons en dos horas o menos, con el tren expreso Cannonball vía Montauk (mta.info/lirr). También hay servicios de ómnibus, como los de la línea Hampton Jitney (hamptonjitney.com). Y siempre es posible ir en auto tomando el asfalto de la Long Island Expressway hasta la Ruta 27 Este, que atraviesa la zona de los Hamptons de punta a punta. Claro que en pleno verano el tráfico exige mucha paciencia, porque se forman largas colas de autos en la ruta.

A la hora de ir a la playa y estacionar el auto cerca, conviene saber que en casi todas las playas el interesado deberá demostrar que vive o alquila casa en la zona. Encontrar un estacionamiento no es fácil. Una excepción es Cooper Beach, en Southampton, donde hay sitio para quien pueda pagar 40 dólares por día (www.southamptonvillage.org).

Por cierto, también en los Hamptons hay muchas propuestas culturales. East Hampton se destaca por Guild Hall (guildhall.org), un centro de artes visuales y espectáculos que data de 1931. En Southampton está el Southampton Cultural Center (www.scc-arts.org) que propone muestras de arte, recitales de música, obras de teatro y danza.

Otra opción es pasear en bicicleta y elegir la playa favorita, no faltan sitios para alquilar bicis. Hay una réplica de Saint Tropez en las playas de Sagaponack, como Sagg Beach y Gibson Beach, con gente joven, cervezas y camionetas de doble tracción. La zona de Water Mill tiene su buena playa, Flying Point Beach; la alternativa es visitar el notable Parrish Art Museum (parrishart.org) donde hay obras de importantes pintores estadounidenses de distintas épocas.

Si la idea es ver mansiones junto al mar, el sitio es Wainscott Beach, ubicada en Wainscott, un distrito dentro de East Hampton. El presidente Bill Clinton tenía su casa por aquí , entre otros. No muy lejos, Bridgehampton está junto a los clubes de polo y no es raro encontrar allí a sudamericanos ricos, pero además el distrito es conocido por sus tiendas de anticuario. Sag Harbor revive su pasado de puerto ballenero en un museo, Sag Harbor Whaling &Historical Museum, situado en una imponente mansión de 1845.

Se sabe que el escritor Francis Scott Fitzgerald se inspiró para su novela “El Gran Gatsby” en el lado opuesto de Long Island, en la zona conocida como The Gold Coast por sus mansiones. Pero bien podía referirse a los Hamptons cuando decía que lo que separaba a Gatsby de otros millonarios no era el dinero, sino la antigüedad de esa fortuna. Es el gran tema de charla entre quienes viven aquí.

MINIGUIA

Cómo llegar: Aerolíneas vuela a Nueva York sin escalas por $ 16.046 con impuestos incluidos.

Donde alojarse: en temporada baja en Southampton, el precio promedio diario es US$ 180 en hoteles como The Mainstay, Southampton Inn, o el Southampton Long Island. En verano, el promedio es US$ 300 .

Dónde informarse: www.discoverlongisland.com www.southamptonvillage.org www.easthampton.com www.montaukchamber.com www.thehamptons.com

Fuente: clarin.com