Guillermo Capobianco Ribera
“Debemos desterrar la noción de que Cuba es el único país en el mundo donde se puede vivir sin trabajar”, dijo el presidente Raúl Castro al pleno de la Asamblea Nacional Popular.
Los medios dieron muy poca cobertura a las palabras del líder cubano, que ejerce funciones de presidente desde que Fidel Castro le transfirió responsabilidades de gobierno.
“O rectificamos o nos hundimos junto a varias generaciones de cubanos que dieron todo de sí”, continuaba el presidente, al tiempo que echaba al despido a medio millón de funcionarios del Estado. Más aún, eliminó la libreta de subsidios para alimentos básicos en la isla.
Se trató de una audaz revolución dentro de la revolución, toda vez que a decir de los mismos líderes del partido, el Estado paternal y generoso se agotó irremediablemente.
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Desde los albores de la revolución, el Estado de los años sesenta fue generoso y paternal. Distribuyó recursos como nadie lo hizo antes, salvo el MNR que subvencionó cinco productos básicos de la canasta familiar de los mineros.
La revolución caribeña subvencionó por largo tiempo los alimentos a la población. Al mismo tiempo, destinó importantes recursos para alimentar la insurgencia armada en América Latina. Su base política fue la generación joven de la “utopía socialista” de los años sesenta. “Victoria o muerte”, fue el grito de guerra de miles de jóvenes de la clase media universitaria a lo largo y ancho de América Latina.
El comandante Ernesto “Che” Guevara se internó en la espesura de la selva boliviana junto a 15 comandantes de la Sierra Maestra, para demostrar que el método de la insurgencia armada desde las montañas era el correcto. Al cabo de meses de gesta el experimentado guerrillero fue derrotado por el imperio, que prometió nunca más permitir una nueva Cuba en Sudamérica.
La historia del continente no conoció tal vez proceso alguno más “generoso”, tanto con su propio pueblo como con los pueblos del mundo, incluyendo el envío por su cuenta de tropas internacionalistas para liberar países del África.
El Estado paternal subvencionador se agotó
La doctrina del “igualitarismo” y el “control gubernamental” impidieron el desarrollo en libertad de la sociedad política cubana. Se instaló el sistema del “pensamiento único” y de la cúpula gobernante a través del servicio secreto del Estado.
Paradójicamente, es el imperio quien posee cuantiosas inversiones en Centroamérica, quien ahora no está interesado en absoluto en levantar el cerco económico a la isla.
El gobierno boliviano del presidente Evo a estas alturas trata de emular el modelo agotado del Estado cubano. Comenzó por el final: quitando la subvención a los hidrocarburos sin haber mejorado primero las condiciones de vida de la gente.
No tuvo en cuenta que este país tiene dos millones de comerciantes minoristas gremiales que viven del contrabando, la intermediación, la especulación y el ocultamiento. Lanzar “gasolinazos” puede ser riesgoso para mantener la “gobernabilidad” y la “estabilidad” del gobierno socialista comunitario.