Postura. El ex canciller Javier Murillo habla del proceso del diálogo marítimo. Asegura que nada reemplaza la voluntad política de los estados para encontrar las soluciones para que Bolivia pueda tener una futura salida al mar.
Murillo asegura que ya se inició una negociación formal.
El ex canciller boliviano Javier Murillo considera que hay tres factores por los que en 132 años aún no se pudo encontrar una solución común, real y factible a la demanda marítima de Bolivia: falta de voluntad política de Chile, una respuesta favorable del Perú y un consenso interno.
¿Qué es lo que ha trabado la demanda marítima boliviana?
En ninguna negociación, hasta el presente, hemos podido poner en línea los tres factores fundamentales: una política real de Chile de llegar al acuerdo, una voluntad viabilizadora del Perú para no obstruir un posible acuerdo y un consenso mínimo en Bolivia sobre las características dimensiones y el costo de un eventual arreglo.
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Mientras no pongamos en línea esos factores no habrá nunca una solución real con soberanía; los datos históricos nos respaldan en ese análisis.
¿Qué papel juega Perú?
El mismo de siempre. Si se trata de una franja territorial al norte de Arica, Perú tiene que dar su consentimiento tras consultar a Chile en cumplimiento del tratado de 1929. En 1975 fue la única vez que Perú recibió esa consulta y la respuesta, que tardó 11 meses, no viabilizó el arreglo porque introdujo una serie de elementos para que Chile perdiese interés en seguir negociando; por tanto, no fue una voluntad viabilizadora.
¿La negociación puede prescindir de la soberanía?
No puede haber una solución de medio camino sin soberanía porque no se puede restituir un bien como el tema del mar o del atributo de la soberanía si no es con otro bien que sea equivalente en valores jurídicos, políticos y económicos, (pero) no en términos cuantitativos porque no nos van a devolver los 400 kilómetros de costa pero sí la cualidad marítima, es decir, volveremos a ser un país costero.
Lo principal es la costa, lo accesorio es el puerto, pero lo que devuelve al país la soberanía es una costa soberana no con tan sólo facilidades de tránsito, ni zonas autónomas.
¿Soberanía a cambio de qué?
Hay que hacerle ver a Chile que la mediterraneidad de Bolivia tiene costos económicos y políticos para Chile: un costo económico es el proyecto de exportación de gas natural por Chile que era lo más factible, no pudo llevarse adelante porque provocó una reacción nacional que hizo caer a un presidente (Gonzalo Sánchez de Lozada, en 2003).
Chile perdió en su territorio una inversión de 1.500 millones de dólares si se exportaba por el puerto de Patillos. La no solución tiene costos para ese país; entonces, es posible que sí se pueda dar el primer factor que es la voluntad política real de Chile en función de sus intereses.
¿Qué puede pasar ahora?
Mucho me temo que Chile volvería a la exigencia del canje territorial en cuyo caso no habría otra que hacer un referéndum en Bolivia preguntando si hay o no disposición.
En 1975 sólo se llegó a precisar el concepto de esta opción, pero no se llegó a precisar áreas. En ese entonces Chile pedía como 2.700 kilómetros cuadrados que era lo que nos transfería, nosotros debíamos darle la misma cantidad.
¿Ahora de quién depende una solución determinante?
Si el arreglo es con soberanía, que es la única opción que nos interesa, entonces el Perú debe dar su consentimiento porque estaríamos hablando de una franja territorial al norte de Arica y eso cae dentro de las estipulaciones del Tratado de 1929.
Es decir, para que Chile nos ceda ese terreno debe consultar a Perú para hacer la transferencia de una zona soberana; por eso es que se precisa una voluntad viabilizadora del Perú y ponernos de acuerdo en Bolivia. No hay otra opción porque al sur dividimos en dos el territorio chileno y qué país está dispuesto a ser dividido para solucionar el tema.
Ahora se instaló un diálogo al más alto nivel, cancilleres…
Tenemos que ponernos de acuerdo en que el lenguaje sea el mismo, es decir que bolivianos y chilenos estemos hablando de las mismas cosas; todos estamos de acuerdo en que se precisa una solución concreta, útil y factible, pero tenemos que clarificar qué es lo que entienden Chile y Bolivia por concreto, útil y factible.
Cuando Chile habla de una solución útil y factible, mucho me temo que esté hablando de una solución portuaria sin soberanía y nosotros estemos hablando de soberanía, entonces la negociación vuelve a fojas cero.
¿Puede darse una solución de “medio camino”?
Sí, por el momento se puede recibir una franja territorial en autonomía, no en soberanía, con lo cual no habría que preguntarle al Perú ya que no hay transferencia o dominio territorial.
La autonomía es una solución de medio camino, pero quiere decir que vamos a seguir avanzando, puede ser interesante como primer paso en una zona económica exclusiva, que se irá desarrollando hasta lograr una presencia soberana de Bolivia.
¿Qué falta?
Creo que ya se inició formalmente una negociación, cosa que estaba faltando en los últimos cinco años donde se trabajó en los acercamientos y faltaba este paso para la negociación formal. Si en 132 años no hemos podido resolver el tema, ahora en estos pocos años no podemos pedir resultados espectaculares.
Luis Mealla / Página Siete