Por qué Glenn Close merece ganar el Oscar


La protagonista de ‘Atracción fatal’ y ‘Las amistades peligrosas’ puede hacerse este domingo con su primera estatuilla tras siete nominaciones.

Glenn Close en el Festival de Cine de San Sebastián en 2017.

Si como en aquel anuncio del anciano aislado que se preguntaba por las Copas de Europa del Real Madrid, alguien que se hubiese dormido en 1989 se despertase hoy, una de las cosas que daría por supuesto es que Glenn Close tiene uno o varios Oscars en su estantería. No sería aventurar demasiado, en la década de los 80 estuvo nominada cinco veces, dos como protagonista y tres como actriz secundaria, y varias compañeras de generación como Meryl Streep, con quien a veces la confunden, –aunque nunca en la noche de los Oscar, como Close suele apostillar–, Jessica Lange, Sally Field o Sissy Spacek hace tiempo que han colocado una o varias muescas en el casillero de la Academia. Sin embargo, el anciano eremita se llevaría una sorpresa, Glenn Close no ha conseguido aún ninguna estatuilla.

Imaginamos que no supone un gran problema para ella ya que nunca ha transmitido una especial ansiedad por ser o parecer una estrella y se mantiene al margen de los saraos de Hollywood, aunque este año su Instagram compita con el de otro nominado, Richard E. Grant por ser el sitio más divertido de la temporada de premios.



El cine nunca ha sido su principal interés. De hecho llegó bastante tarde a la gran pantalla: hasta los 35 años no estrenó su primera películaEl mundo según Garp, la adaptación cinematográfíca de la novela de John Irving que le proporcionó su primera nominación al Oscar. A partir de ese primer momento surgió un idilio entre Close y la Academia y los dos años siguientes volvió a repetir la misma nominación por El mejor , la historia sobre una estrella del beisbol, –otra de las grandes pasiones de la actriz, fan declarada de los Mets–, que coprotagonizó junto a Robert Redford y Reencuentro, la muy reivindicable historia generacional de Lawrence Kasdan que sirvió de lanzadera a alguna de las grandes estrellas de los noventa. En todas ellas Glenn lucía como una mujer amable, familiar y educada; una imagen no muy alejada de la mujer blanca de porte aristocrático de la costa este que es una de esas mujeres de «elegancia patricia», así la definió su compañero John Lithgow, de las que casi podrías imaginar toda su vida, o al menos eso creíamos hasta que en 2014 hizo una revelación sorprendente a The Hollywood Reporterde los siete a los quince años había pertenecido a una secta.

A pesar de la mella que hizo en ella ese tiempo acabó reconciliándose con su padre, aunque por quién siente verdadera devoción es por su madre a quién dedicó unas emotivas palabras en los Globos de Oro. Y este vínculo se perpetúa de generación en generación: Close mantiene un estrecho vínculo con su hija Annie Starke, fruto de su matrimonio con el productor John H. Starkey, es frecuente verlas juntas incluso en la gran pantalla, en La buena esposa Annie interpreta al personaje de Close durante su juventud.

Tras tres nominaciones como mejor secundaria el salto a la categoría principal llegó con una película que se convirtió en un acontecimiento social: Atracción fatal, en la que Close rompía definitivamente con su imagen amable.Su Alex Forrest surgía como la némesis furiosa de ese oficinista que dedica tanto tiempo e interés a sus aventuras extramatrimoniales como a las reuniones de trabajo, una figura, la del «Rodríguez», que había sido vista con cierta indulgencia en el pasado, pero a mediados de los ochenta ya no estábamos en los tiempos del amor libre: el SIDA había mostrado su rostro, el sexo fugaz era sinónimo de muerte y ninguna película mostró tan bien los peligros que esa fugacidad podía causar que Atracción fatalAlex Forrest era el mal con el pelo frito Pero lo que realmente mostraba el personaje de Alex, si se escarbaba un poco más allá del sexo y la desesperación, no era la típica psicópata de telefilme sino una mujer con un desorden mental severo.Así lo entendió Close que a partir de ahí empezó a colaborar activamente con asociaciones dedicadas a la salud mental.El desmelene no sirvió para ganarse el corazón de sus compañeros de la Academia que se decantaron por la Cher de Hechizo de luna, así que al siguiente año se atusó aquellos rizos diabólicos, se envolvió en miriñaques y exprimió todo su talento teatral en esa pieza de orfebrería que es Las amistades peligrosas. Era imposible aportar más matices a un personaje más fascinante. El plano final de la Marquesa de Merteuil frente al espejo recordaba al de Garbo en La reina Cristina de Sueciapero como Garbo, Close no ganó el OscarJodie Foster y su Sarah Tobias en Acusados saldría del Shrine Auditorium victoriosa tras batir no sólo a Close, sino también a Meryl Streep, Melanie Griffith y Sigourney Weaver en una noche que es leyenda por el renombre de sus candidatas.

Madonna, de la que es gran fan, lució ese mismo vestido en los Video Movie Awards de 1990.De Atracción fatal se había llevado un recuerdo material: el cuchillo con el que amenazaba la paz familiar de su amante adorna hoy su cocina: «es una manera de decirle a las visitas que no se pueden quedar mucho tiempo» ha declarado.

La racha había llegado a su fin. Tardaría más de una década en volver a escuchar su nombre entre las nominadas y lo haría con un papel que ya había interpretado en teatro a principios de los 80 y en el que fue no sólo protagonista sino también productora y coguionista, Albert Nobbs, la historia de una mujer obligada a disfrazarse de hombre para poder subsistir. Algo paradójico ya que en su juventud era habitual que apareciesen en su buzón notificaciones de alistamiento, Glenn es un nombre más común entre los hombres que entre las mujeres.

La carrera de Close, premios aparte, no parece diseñada siguiendo ningún patrón. No ha desdeñado género alguno, hizo comedia alocada en la divertida Maxie , acción en Air Force One, ciencia ficción en Guardianes de la galaxia, cine infantil en 101 dalmatas, la película que la popularizó entre los más pequeños y curiosamente no sólo no pretende hacerse un abrigo con la piel de cachorros de dálmata sino que adora a los perros (podemos verlo en su instagram) e incluso tuvo una tienda de complementos para ellos.No le importa llegar tarde a algunas citas ni demasiado pronto a otras; se apuntó a la televisión cuando el mantra “es como una película de ocho horas” todavía no impregnaba todas las conversaciones sobre la pequeña pantalla, primero protagonizando una temporada en The Shield y después como dueña y señora en Daños y Perjuicios, por la que acabaría ganando 2 premios Emmy y Globo de Oro. Pero donde ha permanecido siempre es en el teatro: si el Oscar le ha sido esquivo, los galardones teatrales no, atesora tres premios Tony.Al margen de su carrera en el espectáculo también ha tenido tiempo para dedicarse a apoyar la agenda demócrata prestando su imagen a campañas relacionadas con el feminismo o el apoyo al matrimonio homosexual y, por supuesto, a combatir el tabú al que se siguen enfrentando los enfermos mentales desde su asociación Bring Change to Mind creada en 2010 después de que su hermana, Jessie Close, fuera diagnosticada con trastorno bipolar, y su sobrino, Calen Pick, con trastorno esquizoafectivo.
El activismo es una de las causas que tiene en común con uno de sus romances más sonados, Woody Harrelson, una historia que siempre encuentra un hueco en la categoría de romances impensables, tanto por la diferencia de edad –un tabú cuando el más joven de la pareja es un hombre– como por el estilo de vida de ambos, pero está claro que el amor por las prendas vaqueras es más fuerte que cualquier obstáculo, ahí estuvieron también Britney y Justin para demostrarlo.A pesar de que esta relación dio mucho que hablar, su vida personal ha sido discreta, ha estado casada tres veces y vivido romances con compañeros de trabajo como William Hurt, Kevin Kline o Vincent Pastolleri, el infatigable pintor de Murphy Brown.Este domingo los focos pueden volver a colocarse sobre ella si Olivia Colman no hace saltar una sorpresa que no lo sería tanto. Si bien la interpretación de Close es excelsa, La buena esposa, que sólo cuenta con una nominación, la suya, puede verse relegada por el empuje de La favorita, la cinta más nominada o incluso por una Lady Gaga que hace un mes, -una eternidad en la temporada de premios– parecía su mayor rival. Sin embargo su victoria tendría un aroma de revancha; de reconocimiento a una carrera, de justicia, un intangible que pesa a la hora de votar y podría aportarle esas décimas necesarias en un año tan competido.
Si no es así, nada cambiará para ella: «He podido estar sin uno todos estos años», declaró a Los Angeles Times el pasado agosto. Si, como preven las casas de apuestas, se alzan con el premio, dejará de ver su nombre acompañado del mantra «la actriz más nominada que jamás ha ganado un Oscar», una cantinela que como el diablo en Fallen no se destruye, sólo se desplazará a la siguiente agraciada, Amy Adams, eso si Vice no lo remedia antes.

Fuente: revistavanityfair.es

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