Ovidio Roca
Los desajustes en cualquier economía son problemáticos y peor aún en países que se encuentran debajo del nivel de pobreza; países de economía extractivista que llegaron tarde a la industrialización y cuya población es amansada con subsidios y empleos estatales, mientras otros sobreviven con autoempleos informales de bajo nivel tecnológico.
Los políticos populistas son expertos en el discurso y no se preocupan de la economía, de la producción, de los costos, ni de aumentar la productividad; ellos le meten nomas y gastan todo lo que pueden y como diría el Evo, alguien proveerá y así se gastan las reservas internacionales, se endeudan y sobre todo siguen mintiendo, ofreciendo la felicidad masista.Después de 14 años, la herencia real que nos deja el masismo es la de una economía quebrada, informal y cocalizada; la agudización del racismo, el enfrentamiento campo ciudad, una institucionalidad destruida y un pueblo con una arraigada cultura populista.
El dato que los políticos populistas no quieren reconocer es que en economías pobres, extractivistas y dependientes del precio de las materias primas, no se pueden mantener estos niveles de subsidio sin endeudarse, sin emitir moneda inorgánica y por lo tanto al gobierno populista que por su ideología no apuesta al trabajo y la producción, solo le queda la represión, pues la gente ya no acepta perder sus prebendas y menos aún con la diaria constatación de que la administración del Estado en manos de los populistas, es además de corrupta, ineficiente.
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Cuando se agudizan las crisis, los dirigentes populistas se ven obligados a cambiar de enfoque, pues ya no tienen los recursos para seguir con los subsidios e inversiones dispendiosas e intentan buscar otras opciones diferentes a lo que venían aplicando. Esto implica romper con compromisos políticos anteriores: recortar la inversión pública, congelar pensiones y reconocer la necesidad y urgencia de reducir prebendas hasta entonces consideradas auténticos logros de su gobierno, como los bonos y subsidios, sistema público de salud gratuito y el de pensiones sin aportes y en el caso boliviano y países chavistas, la permisividad con la economía de la coca y el narcotráfico.
El problema es que las nuevas Tecnologías de la Información y Comunicación (TIC) han posibilitado que aun las poblaciones pobres estén interconectada mediante el Internet y reciban permanentemente el mensaje y las imágenes de un mundo “desarrollado” presa del consumismo. Cuando los latinoamericanos se comparan con esos países ricos, se sienten frustrados por no acceder a los lujos que ven en las noticias y tampoco a los servicios básicos de educación, salud, seguridad y transporte y lo peor es que no avizoran una salida para lograr sus aspiraciones de una mejor vida, tanto por el rumbo actual de la economía de sus países y menos cuando observan a sus dirigentes políticos por lo general incapaces y corruptos. Por tanto buscando tener al menos la esperanza de vivir medianamente como ricos y “sin tener que laburar”, caen en la trampa y aceptan ser engañados por las promesas e ilusiones que le ofrecen los populistas.
Cuando se acaba la plata y los subsidios, la gente reacciona desesperada exigiendo sus derechos y el gobierno aumenta sus mecanismos y grupos de represión por lo que la gente se amotina; pero pasa un tiempo y no logran nada y se siente vencida y huye desesperada a cualquier parte. Esta película la hemos visto muchas veces con escenarios y actores diversos: cubanos, venezolanos, nicaragüenses, los que angustiados buscan como sobrevivir en otros países. Muchos quieren ir al paraíso capitalista gringo, pero ya no los están dejando entrar.
Reconstruir el país y la sociedad que dejará el MAS, va a requerir de un duro trabajo y de largo aliento. La Argentina lo intentó con errores, pues no se atrevió a cortar por lo sano la infección populista, de modo que el pueblo de cultura peronista decidió volver al Kristinismo y lo consiguió. Su argumento es: “Cristina robaba pero teníamos para comer. Hoy tenemos que laburar día a día para tener algo”, lo que termina de configurar lo peor de una mentalidad populista. Como dato, en la argentina dos tercios de la población viven del Estado y un tercio tiene que laburar para mantener al resto.
De continuar el masismo proliferará la coca y el narcotráfico y los carteles internacionales del narcotráfico se apoderaran del país y “el sol se va a esconder, la luna se va a escapar y todo va a ser tristeza para nosotros” y además habrá violencia, muerte, hambre y miseria.
Lo que queda evidente en nuestro país, es que bajo el masismo la situación de la economía nacional se presenta catastrófica y que si el próximo Gobierno es un gobierno democrático y responsable, tendrá que cargar con esta explosiva herencia; una herencia nefasta a la cual hay que buscarle soluciones. En nuestra historia pasada se ha visto gente desesperada que se amotina y logra apoyo de parte del ejército y policía, consiguiendo la expulsión de los gobernantes y en algún caso lo han colgado en la Plaza Murillo. La historia nos lo dirá; si sobrevivimos. Fuente: ovidioroca.wordpress.com