Humberto Vacaflor Ganam
Dicen que el diablo está en los detalles. Esto se aplica al problema que tiene ahora el gobierno con las leyes de inversiones, de minería y de hidrocarburos, que están en lento proceso de revisión desde hace cinco años.
La idea de revisar esas leyes es de la época en que el gobierno estaba decidido a hacer una revolución que derrote capitalismo, que implante el socialismo andino, o el comunitarismo, y pase a la historia por esa hazaña.
Incluso el texto de la constitución, una constitución elaborada a las patadas, pasando por encima de los cadáveres de tres mestizos de los que ahora nadie se acuerda, fue aprobado con la idea de que esta era la madre de todas las batallas contra el capitalismo. En la estepa andina había nacido un mesías capaz de dirigir la mayor y decisiva revuelta contra el capitalismo mundial.
Pero todo cambia, incluso el gobierno del cambio, y ahora que el proceso está en el momento de la entrega total surgen las contradicciones.
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Lo que frena las leyes de inversiones, de minería y de hidrocarburos es la constitución. Los parlamentarios no saben cómo elaborar leyes que contradigan la constitución. Creen que, de veras, y no de burlas, la ley de leyes tiene que regirlo todo. No entienden que las cosas han cambiado y que lo que estaba prohibido ayer es permitido ahora.
Los recursos naturales del territorio son de propiedad de los pueblos originarios, manda la constitución en uno de sus detalles escritos entre los petardos de la fuga de Sucre hacia al Calancha y los barquinazos del traslado subrepticio a Oruro.
Ahora, cuando nuevamente el Estado boliviano es el dueño de todo, porque así lo manda el gobierno del cambio, ¿cómo decirles a los pueblos originarios que tienen que seguir esperando, porque éste no era el mesías que esperaban?
En suma, que los dos tercios de masistas del parlamento tienen que cambiar la constitución. Para hacerlo, el masismo ni siquiera podrá acudir a una alianza con los opositores, para después echarles la culpa, porque se los ha comprado a casi todos.
Alguien muy previsor en el interior del masismo previó que las cosas iban a cambiar en el gobierno del cambio. Y sugirió que la constitución establezca que sus artículos pueden ser modificados por el parlamento sin necesidad de trámites especiales.
Este es el momento en que para aprobar las nuevas leyes de la economía es preciso cambiar algunos artículos de la constitución. El comandante Chávez sabrá perdonar.
El propio ministro de Minería, José Pimentel, quien no se ruboriza cuando dice que la ley de minería tiene 30% de avance en cinco años de trabajo en el parlamento, no sabe cómo encarar las contradicciones de la constitución con la nueva realidad. Dice que los avasallamientos de minas son ilegales, pero al mismo tiempo dice que el gobierno del cambio no usará a la policía para expulsar a los avasalladores.
Es que los avasallamientos son autorizados por la constitución pero condenados por la nueva tendencia del gobierno del cambio. Esto de ser revolucionario del cambio es una tarea muy complicada.