Por María Galindo
La televisión basura en nuestro medio no es un género específico que se dedica a la farándula y el chisme, sino que es más bien un estilo de hacer televisión que poco a poco ha ido invadiendo desde los programas infantiles, pasando a las revistas, en muchos casos los informativos y hasta los programas de opinión.No se hace diferencia entre publicidad y programa, por lo que el presentador/a sin corte ninguno pasa a ofrecer el producto, de ahí que la publicidad pasa a ser parte del contenido del programa.
En otros casos se usa un pie de pantalla abusivamente grande; así se puede combinar la información de la legalización de los autos chutos, por ejemplo, con la venta de mayonesa, y la muerte, con la venta de detergente.La presencia de las modelos tiene dos variantes; o están presentes como azafatas, no dicen ni una sola palabra, sonríen y sirven como objetos ornamentales para primeros planos de partes de su cuerpo o directamente están como presentadoras, comentaristas o entrevistadoras.Cuando se trata de la segunda modalidad, el uso de aparatos desde donde les dictan las preguntas y los comentarios las convierte en títeres parlantes. La televisión basura necesita mostrar una mujer TONTA, con mayúsculas. La forma como debe sentarse mostrando parte de la pierna, en perfil de tres cuartos, manteniendo la espalda erguida y además sonriendo es una postura tan incómoda, tan rígida y tan artificial que atonta a cualquiera.El sonido es también basura, en la televisión basura: el presentador sube el tono de la voz casi a gritos cuando de presentar publicitariamente un producto se trata, se acompaña todos con música y aplausos. Música para tensionar, música para dramatizar, música para conmover.Pero no acaba ahí la cosa. La televisión basura ha desarrollado también el culto a la personalidad, por lo que hay algunos presentadores que se quieren convertir en personajes extraordinarios.
Esta construcción de un personaje no te ofrece el enfoque periodístico, sino el personaje que se autoenaltece. Uno de los recursos más miserables de estos conductores-personajes es el uso de la caridad usando a alguna persona en desgracia para mostrar su miserable caridad y apelar al mismo tiempo a la caridad del público.La escenografía de la televisión basura es un uso superlativo de plástico, colores chillones, iluminación que no admite la sombra, que convierte cualquier superficie en un lugar plano y que no construye clima ni atmósfera. Todo sobreiluminado. El manejo de cámara es básicamente planos generales impersonales o primeros planos tele novelescos sin ningún tipo de narración de lo que está aconteciendo. El clima de la televisión basura es festivo, chabacano y las presentadoras deben estar vestidas como para ir a la discoteca.El tratamiento de los temas consiste en saltar de una cosa a otra sin hilo conductor, sin relación ninguna entre tema y tema, la idea básica es confundir, es abarcar todo y al mismo tiempo nada.La superficialidad es norma en la televisión basura. El 28 de junio sirve para exaltar los prejuicios homofóbicos, el día de la madre sirve para exaltar el machismo, la violencia contra las mujeres sirve para convertirla en normal y así sucesivamente todo lo que transcurre por la televisión basura perversamente adquiere un sentido contrario y humillante.
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Es un tratamiento que sirve para exaltar todos los prejuicios sociales, sirve para alimentar la esquina más morbosa de nuestra curiosidad, sirve para intimidar a la persona diferente y ratificar que el mundo está hecho para aquellos que están dispuestos a ser normales: a criminalizar a la puta, a señalar al maricón, a pisotear a la morena, a explotar al hermano y a exhibir a la madre soltera a la mujer que alquila su vientre como un monstruo de cola y cuernos.La única trágica virtud que tiene es que está instalada en nuestras casas atravesando nuestra vida cotidiana y alumbrando nuestras noches de manera ininterrumpida.
Cuando miramos una ladera, vemos el reflejo de la luz de la televisión prendida en todas las pequeñas ventanas, por eso la televisión basura es como una calle que traviesa toda nuestra vida. Apagarla parece ser una tarea imposible.
Fuente: Página Siete