Está a punto de terminar una histórica Copa América cuyo desenlace dejó muy mal parados a los yatiris altiplánicos, macumberos brasileños, periodistas argentinos, recaudadores de la Confederación, fabricantes de poleras y vende choripanes en los estadios donde se juega.
Se quedaron afuera los favoritos, conocidos como “grandes’ porque los “chicos” crecieron y los sacaron de la contienda.
Cabe anotar que de los chicos, nosotros fuimos los únicos que “nos sacamos” del torneo por méritos propios. Lo único que tenemos en común con todos los que ya no están, es que nosotros también utilizamos, como excusa, que ésta Copa sirve para prepararnos de cara (ojala no nos salga carísima) a las eliminatorias de: (puede ser Brasil 2014 o Rusia 2018 y con más calma tal vez Catar 2022).
Los chicos tiraron por el suelo las apuestas (que deben mover tanto o más dinero del que se recauda por entradas) y dejaron la incógnita del real nivel de fútbol que se juega en América (más de un “gringo” ha debido pensar que esta copa es en honor a ellos).
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Los chicos cambiaron la vieja máxima del fútbol; ahora sabemos que “el mejor ataque es una buena defensa”.
Mención aparte para Uruguay que viene embalado desde el mundial y al mejor estilo de la película “300” hicieron retroceder a todo un ejercito local a la cabeza del entusiasta, alegre y lleno de vida Lio Messi.
Argentina aún no sabe que le pasó a su niquelado equipo y su gran consuelo es que a Brasil también lo sacaron. Brasil le echó la culpa a ganso, pato y al pasto. Colombia le echó la culpa a Falcao y Chile a la humedad y las cenizas del volcán.
Sobre excusas, alguien me comentó que nuestra selección perdió el decisivo segundo partido, porque a los jugadores los desconcentró la banda y los bailarines que llevó el presidente y la bulla que hacían la montonera de dirigentes y acompañantes que fueron a conocer Jujuy.
Se viene lo último de esta devaluada cita, y a nosotros, todavía nos queda digerir la empalagosa narración que nos cuenta todo lo que vemos que está pasando en la cancha; además de los sesudos comentarios que se “descuelgan” del que sabemos, cuando el narrador respira; apreciaciones que entre regate y regate, son la guinda de esta Copa.
Medalla de oro para el comentario emitido cuando habían pasado 5 minutos de comenzado el partido contra Argentina y Uruguay hizo el gol: “… a partir de ahora veremos otro partido ¿?”.