Arremetida: funcionarios de carrera y profesionales son «infiltrados»

El MAS se apresta al asalto del aparato estatal. La falacia del espionaje de la CIA es uno de los argumentos de una oscura estrategia gubernamental.

image Funcionarios públicos participan en ferias organizadas por los ministerios para  hacer propaganda de los «logros» del gobierno (archivo)*

Todo apunta a que el gobierno está preparando una masacre blanca de grandes proporciones en la administración pública como una forma de lavarse las manos en el caso de corrupción de YPFB y en el que está involucrado Santos Ramírez, ideólogo del MAS y hombre de confianza de Evo Morales.



Sucede que el caso de YPFB, que solo es uno de tantos descubiertos en el gobierno del MAS y que han sido tapados con el piadoso manto del olvido, acabó quitando la máscara al partido que en un acto supremo de impostura se reclama defensor del patrimonio, de la dignidad y la soberanía nacional.

Esto naturalmente ha generado la preocupación de la cúpula masista que muy a la rápida ha diseñado una estrategia para intentar lavarse la cara y revertir una imagen de descrédito que se hace cada día más evidente y que ha puesto en serio riesgo la posibilidad de que Evo pueda perpetuarse en el poder como pretende.

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Un primer componente de esta estrategia ya ha comenzado a ser aplicado con resultados nada prometedores. Que la CIA ha jugado en Bolivia y en otros países del mundo un papel altamente cuestionable es innegable pero de ahí a denunciar que se ha infiltrado en YPFB y que ha inducido al angelito presidente de esta entidad a cometer actos de corrupción, dista mucho trecho.

La versión difundida por el presidente Morales y prestamente respaldada por sus obsecuentes como el ministro Alfredo Rada, el portavoz Iván Canelas y el caricaturesco diputado Gustavo Torrico, ciertamente peca de torpe e ingenua y en la mayoría de la población únicamente ha ocasionado una leve sonrisa, tal vez de conmiseración, ante la desbocada imaginación de los estrategas gubernamentales.

Pero esta estrategia tiene un segundo componente cuyas consecuencias pueden ser muy graves. Bajo la falsa premisa de que son los funcionarios de carrera los que generan la corrupción, el MAS se apresta a tomar, literalmente por asalto la administración pública.

Una nota cursada por el Viceministerio de Coordinación con los Movimientos Sociales a los dirigentes masistas en las diferentes entidades públicas instruye conformar “coordinadoras” que se encargarían de vigilar a los funcionarios y pasar informes, no precisamente sobre su capacidad profesional o desempeño sino sobre sus opiniones políticas o si asiste o no a las concentraciones que convoca el gobierno.

En caso de que el funcionario no muestre demasiado entusiasmo por el “proceso de cambio” y no salude con el puño izquierdo en alto y la mano derecha sobre el pecho, será considerado como un “agente infiltrado” promotor de la corrupción y podrá ser despedido de inmediato.

Sin embargo queda claro que al MAS lo que menos le interesa es luchar contra la corrupción, ya que, como lo dijimos en varias ocasiones, la corrupción es absolutamente funcional al partido en función de gobierno, forma parte de su propia esencia y de sus más íntimas convicciones.

De lo que se trata en realidad es de asaltar los cargos de la administración pública en todos los niveles y en este empeño la formación profesional, la eficiencia y el desempeño no cuentan para nada.

Como la sutileza no es una característica de los masistas, muchos funcionarios que durante años aportaron con su capacidad en las entidades públicas hoy son sometidos a una caza de brujas que tiene por objetivos echar sobre sus espaldas culpas ajenas y, además, reemplazarlos en sus puestos de trabajo por individuos que carezcan de toda formación pero eso sí, que estén dispuestos a enriquecerse rápidamente con el derecho que les asiste por ser masistas. 

Finalmente si son sorprendidos en su ardua labor de enriquecimiento, siempre se podrá echar la culpa no solo a la CIA , sino también podría ser a la exKGB, al Mossad israelí o a cuanto organismo de inteligencia se venga a la torpe memoria de los estrategas gubernamentales.

*foto ABI