Condominios modifican la forma de vida del cruceño


El boom de los edificios de departamentos y las urbanizaciones cerradas muestra que los cruceños se adaptan a una modernización urbana que cambia su modo de vida. Las nuevas viviendas ofrecen seguridad y comodidades familiares, que muy difícilmente se puede tener en las casas individuales de barrios abiertos. Los expertos creen que el desarrollo de este tipo de infraestructura impulsa la economía regional y, por ende, genera oportunidades, pero advierten que se deben adoptar medidas para evitar que los condominios se consoliden como islas familiares.

“Es significativo el aumento de familias que optan por trasladarse a condominios en busca de seguridad y acceso a áreas recreativas, como piscinas, gimnasios, churrasqueras y campos deportivos. Si hubiera oportunidad, de cada 10 familias al menos 7 optarían por viviendas cerradas”, precisó el arquitecto Jorge Antonio Stratis, gerente general del Colegio de Arquitectos de Santa Cruz.

Las facilidades para acceder a financiamiento son una oportunidad para adquirir ese tipo de inmuebles y dejar de pagar alquileres o anticréticos. Los migrantes son otros impulsores de la oferta de departamentos. “La tendencia a densificar la ciudad es positiva porque abarata los costos de los servicios de basura, alcantarillado, energía eléctrica, agua potable. Cuando se extiende en áreas extensas con pocos habitantes por metro cuadrado todo se hace más caro”, justificó Stratis.



Pese a que cada día se inicia la construcción de edificios y urbanizaciones, Rolando Schrupp, presidente de la Cámara de la Construcción de Santa Cruz, considera que aún hay una demanda insatisfecha de viviendas debido al explosivo crecimiento de la población, una de las más altas del mundo. Desde su óptica, hay dos tendencias habitacionales. Una de edificios, que apunta a una generación joven, posuniversitaria, que necesita un lugar práctico donde vivir. En este sector también se observa una generación de adultos que ya no necesita movilizarse para trabajar y por ello prefieren vivir tranquilos en departamentos. La otra es la suburbana, que va por la descentralización, referida a centros de viviendas unifamiliares con sus propias características, como el Urubó, Villa Primero de Mayo, zona norte, etc., de mayor espacio, más capacidad de vida social (patio) e independencia.

Para los constructores ambas tendencias tienen sus pros y sus contras. Ven que requieren de una replanificación de los servicios básicos, en un caso por la densificación se debe aumentar el calibre de los cables de electricidad, la capacidad de agua potable y alcantarillado, parqueos y medios de transporte. “En una sociedad capitalista como la cruceña hay que dar opciones para decidir”.La demanda insatisfecha de viviendas, la permanente migración y la búsqueda de mayor seguridad y comodidad han convertido al sector inmobiliario en un buen negocio y opción de inversión para quienes antes apostaban por la agropecuaria y otros sectores. Los inmuebles ofrecen una mayor seguridad y son rentables, no solo para el constructor o el corredor inmobiliario, sino también para el ciudadano que compra para alquilar o vender. Schrupp es optimista y asegura que en Santa Cruz existe mercado para todo tipo de vivienda y que es cuestión de afinar la puntería al cliente. Cada año entran en funcionamiento 24.000 nuevas unidades habitacionales.“Preocupa que el centro histórico se esté quedando sin habitantes, siendo remplazados por el comercio. Por eso hacemos muchas reflexiones sobre la falta de información y planificación que pudiesen evitar la especulación, la cantidad de empresas y construcciones ilegales y la demora en propuestas de seguridad y calidad”.

=> Recibir por Whatsapp las noticias destacadas

Se tienen que evitar efectos

Álvaro Mier, exsecretario de Planificación de la Alcaldía cruceña, cree que el crecimiento acelerado del sector de la construcción no siempre es sinónimo de bienestar. Hay adultos que extrañan la Santa Cruz de antes, por eso es vital que se eviten los efectos no deseados. Un ejemplo es lo que pasa en el Urubó, donde se construyen barrios sin posibilidades de generar convivencia. El municipio tendría que controlar.

Bien por la economía

Salomón Eid, economista, considera que el incremento de la construcción de edificios tiene beneficios y complicaciones. Las nuevas viviendas te ofrecen todo sin violencia y los que pueden no dudan en adquirir. Sin embargo, no hay que olvidar que hasta en los barrios pobres sufren por la falta de seguridad, así que no es culpa de los ricos. Esta tendencia sin duda le hace bien a la economía y muestra lo malo de la política.

De los espacios abiertos a los cerrados

Rodrigo Barahona Lara | SociaólogoLas tendencias inmobiliarias que se observan en Santa Cruz de la Sierra a partir de la edificación de modernos complejos habitacionales indican que esta urbe tendrá en un par de años las mismas características de ciudades como San Pablo (Brasil). Es decir, una mancha urbana extensa, servicios de transporte público que atraviesen la ciudad y conecten con otros conglomerados del área metropolitana, edificios que modificarán la fisonomía del paisaje urbano, pero también contaminación ambiental y acústica, loteo del espacio público, segregación espacial en función de los ingresos de la gente y tasas de inseguridad ciudadana que serán motivo de preocupación constante.

El crecimiento horizontal de la urbe se empieza a igualar en simultáneo con el crecimiento vertical. Por tanto, la capital cruceña se halla en plena transición hacia un modelo de ciudad que rompe poco a poco con la forma clásica de vivienda. De las casas espaciosas, con patios grandes, horcones y ventanales para dar paso al aire fresco, estamos pasando al departamento cerrado, en edificios de varios pisos que se interconectan mediante ascensores y obligan a sus moradores a vivir a expensas del aire acondicionado.

Dicho cambio es sintomático de los fenómenos de modernización urbana al que no estaba acostumbrado el cruceño. Vivir en edificios implica un ‘cambio de método’ (usar las gradas o el ascensor, vivir confinado entre paredes y ventanas cerradas, renunciar a los patios y jardines, priorizar la seguridad, etc.). Pasamos, en consecuencia, de los espacios abiertos a los espacios cerrados, un cambio nada insignificante para el imaginario cruceño, que se forjó históricamente con la mirada puesta en el campo y la amplitud del horizonte.

Fuente: www.eldeber.com.bo