Un virus en lugar de bombas

Hay quienes minimizan, desestiman o ridiculizan la teoría de una guerra biológica para explicar cómo ahora enferman y mueren masivamente los terrícolas.

Lo que las evidencias muestran es que estamos presenciando una versión nada convencional de lo que el mundo entendía por guerra global.

El ataque ha sido tan sutil como estratégico, que por ahora resulta atrevido identificarlo y complicado es probar su intencionalidad.



Hay señales que son por demás llamativas para inferir que la acometida biológica puede ser un recurso efectivo para sustituir la tradicional conflagración bélica cuando se trata de consolidar hegemonía y expansión.

A tres meses del inicio de lo que se creyó como una pandemia natural, cada vez se van despejando las dudas de que el Covid-19, en realidad es el arma para la imposición de un nuevo orden mundial.

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Está claro que la principal consecuencia de la propagación del microorganismo, además de las crecientes cifras de muertos y enfermos, es la devastadora caída de la economía, concretamente del capitalismo.

Si algo ha golpeado con fuerza estrepitosa esta pandemia, es al libre mercado.

En contraposición, llama extraordinariamente la atención, lo selectivo que ha sido el virus en su expansión geopolítica.Los centros neurálgicos del poder político y económico en China están prácticamente intactos.Beijing y Shangai han salido ilesos de la pandemia, mientras el mundo occidental se desgarra con cientos de miles de contagios y muertes.La propagación del Covid-19 y la consecuente cuarentena han detenido abruptamente la producción industrial; se paralizó el comercio y la circulación de capital, se detuvo las inversiones y cayeron los mercados de valores. El precio del petróleo bajó a sus niveles más bajos.Mientras la devastación de la economía azota a Europa y Estados Unidos, la fiesta está por comenzar en China y en Rusia. Sus sistemas bursátiles no han sido golpeados y ya han vuelto a la producción mientras el resto del mundo continúa paralizado.China ya favoreció con la caída del precio del crudo, genera ahorros multimillonarios y ha empezado a comprar acciones devaluadas en conglomerados corporativos del mundo occidental.La pandemia tampoco ha lastimado a Corea del Norte. El nuevo orden acomoda las piezas, a gusto y satisfacción del gigante asiático y sus aliados.Los sistemas de salud han colapsado en el primer mundo. Nueva York, nuevamente es por donde más sangra Estados Unidos.Contrasta con ello, la rápida salida de la emergencia sanitaria y el control de la pandemia en China.

En poco tiempo, el mundo busca respuestas a preguntas obvias. Algunas interrogantes son aún más complicadas y maquiavélicas. ¿Fue Wuhan la pieza a sacrificar para ganar la partida de ajedrez?

En todo caso, lo evidente es que el colapso del capitalismo es la primera gran consecuencia de una tercera guerra mundial subrepticia y no declarada, de la que el mundo aún no toma conciencia.

América Latina y el tercer mundo no es más que un daño colateral.

¿Qué tiempo pasará para que la humanidad confirme o desvirtúe si la exportación del virus fue o no intencional?