La Meca del Cine no es un lugar donde reciban con los brazos abiertos a principiantes de la frontera sur. Esto no lo digo yo, sino Salma Hayek, que estuvo a punto de renunciar a su sueño de ser actriz por no ajustarse al canon de belleza anglosajón y por tener un marcado acento mexicano.
Sin embargo, lejos de amedrentarse, plantó cara a los prejuicios y abrió un camino para otras compañeras como Eva Longoria, Eva Mendes o Sofía Vergara, mujeres que a día de hoy, precisamente, triunfan por ensalzar la cultura latina.
Salma llegó con 22 añitos a Los Ángeles. Llamó a muchas puertas y no obtuvo respuesta, lo que provocó que la frustración se apoderase de ella poco a poco. «No había papeles para latinas. Todo el mundo me decía que lo mejor iba a ser que me volviera a México para asentarme y formar una familia», ha comentado a ‘Daily Mirror’.
Increíble, pero cierto señores. Una diva de la categoría de la Hayek también sufrió en sus carnes la discriminación y derramó lágrimas amargas. «Todos los papeles eran para chicas rubias, sin acento hispano».
Afortunadamente, un hombre con buenos sentimientos se cruzó en su tortuoso camino. No podía ser otro que nuestro Antonio Banderas, que se volcó con Salma para que brillara en ‘Desperado’, un filme que protagonizaron en 1995. Ese fue su despegue.
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Cual hormiguita, la actriz fue ahorrando por si venían vacas flacas. Paradojas de la vida, hoy por hoy está casada con uno de los hombres más ricos del mundo según la revista ‘Forbes’, el empresario francés François-Henri Pinault, padre de su hija Valentina Paloma.
«Durante los últimos 18 años he trabajo con el objetivo de mejorarme a mí misma y he luchado para ganarme un respeto como actriz. Todo esto, además de curtirme, me ha enseñado a ser productora y directora». Sus declaraciones son todo un estímulo para los que a veces tienen ganas de tirar la toalla.
Permitirme también que les cuente que la Hayek no siempre ha sido una mujer contenta con sus atributos. «Fui a una Iglesia que tenía una imagen conocida por conceder muchos milagros. Puse las manos en agua bendita y repetí: ‘Por favor, Jesús, haz que me crezcan los pechos'», contó a ‘People’. ¡Qué afortunada es esta mujer! Todos sus deseos, más tarde o más temprano, se han hecho realidad.
Fuente: Yahoo Noticias