Celebremos la vida con amor, paz y gozo


El amor vence al miedo, por cuanto, el amor puede ser «claridad y dureza al mismo tiempo».

En este año 2020 que pronto se irá, muchos hemos pasado momentos duros, seres amados que se nos fueron, pero a la vez entendemos que como especie humana somos seres rutinarios en la tragedia como la Ilíada, y no por ello, debemos verlo todo ello como algo absolutamente catastrófico y deprimente, que da miedo, pánico o terror.

La tragedia es parte componente del proceso de vivir, pues no hay muerte sin que antes exista vida; por lo tanto, es en el presente cuando debemos saber nuestro propósito de vida (siendo el egocentrismo el conducente a la necedad y a la pérdida de tiempo) y a su vez, comprender con total claridad, que algún día llegará nuestro momento de partir y no podemos sorprendernos de ello, que si bien el mismo puede resultar doloroso no es un total desastre, máxime si sabemos que nos encontramos en tránsito, por ende no tiene sentido, aferrarnos a ella y sería un total despropósito, que llegado el momento de partir, nos preguntemos alarmados ¿qué haremos ahora?, siendo que está claro, que «en el vivir está el hacer» en este mundo; y, el morir es la ocasión cuando nos despojamos de nuestra vestidura física. Por lo tanto, valoremos nuestro presente y no perdamos nuestro tiempo en banalidades.

En todo recorrido lo importante es el principio y el final; y, en consecuencia debemos saber, entender y comprender que aquel final en este mundo, tarde o temprano llegará para todo ser viviente, esto es, tanto para nuestro entorno como para nosotros mismos.



Entonces, los que ya partieron nos dejaron sus gratos recuerdos, por lo tanto, la muerte del cuerpo es evidente, pero ella no constituye el acabose total pues desde una perspectiva cristiana existe la promesa de la trascendencia en Cristo Jesús además que aquel ser querido que partió permanece vivo en nuestros pensamientos; por lo tanto, debemos celebrar la vida en toda su expresión, porque «el morir en lo físico, en ningún momento implica el olvido» para quienes lo conocimos, nos tocó e influenció mientras vivió con nosotros.

En esta Navidad, como cristianos, recordamos el nacimiento de nuestro Señor Jesucristo cuyo plan de Dios para la salvación de la humanidad comenzó con dicho nacimiento; pues sin eso, no habría habido crucifixión, ni resurrección, ni esperanza para la humanidad, por lo tanto, reiteramos «el amor es claridad y dureza al mismo tiempo».

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En estas fechas navideñas, celebremos la vida en toda su expresión, sin desplazar a Cristo de la Navidad, mantengámoslo a Jesucristo como el centro de nuestras celebraciones.

La Biblia en Mateo 16:26 indica: «¿De qué les sirve ganarse el mundo entero y perder la vida eterna? ¿Habrá algún valor terrenal que compense la pérdida del alma?».

Somos pecadores perdonados, pero a Dios nadie lo engaña. Las bendiciones de Dios llegan por la obediencia no por el egoísmo, la egolatría, la vanidad ni el capricho.

La grandeza humana no se mide por la prosperidad material ni la codicia tampoco por la vanidad de aparentar (lucirse) o de apantallar sino por la prosperidad espiritual.

Seamos cristianos de fe y de convicción, disponiendo tiempo en oración para recordar la historia del nacimiento de Cristo, la importancia que representa en nuestras vidas.

Démosle gracias y alabémoslo por su salvación, que fortalezca el espíritu que nos dio: de valentía, poder, de amor y de dominio propio, para cumplir el propósito de nuestra vida en este mundo. No dejándonos vencer por el mal (la maldad, la opresión, la tiranía, el abuso de poder, la tristeza, la fatalidad, las crisis, etc.) sino venciendo el mal con el bien.

No estés triste, ¡sé feliz!. La felicidad es decisión y actitud.

¡Que la Navidad llegue a cada rincón de tu hogar!. La Navidad es olvidarnos de nosotros y encontrar tiempo para los demás; es dar sin pensar en recibir; es felicidad porque vemos alegría en las personas; es deshacernos de lo que no importa y poner énfasis en los valores verdaderos. Cuanto más amor demos, más amor habrá para los demás.

Que todos tengamos una Navidad, donde celebremos la vida en toda su expresión, llena de gozo, paz y amor.

¡Muchas bendiciones en sus vidas queridos amigos!.