Tiene 21 años y vive en la mansión que sus padres tienen en Seattle. El hijo del magnate trata de mantener un perfil bajo a nivel público.

Es el hijo de uno de los hombres más ricos del mundo (concretamente del cuarto más adinerado del planeta) pero ni presume de fortuna ni utiliza la fama de su padre para conseguir sus objetivos. Rory John Gates (21) es el hijo mediano de Bill y Melinda Gates y poco o nada se sabe de este joven tímido que ni siquiera tiene redes sociales abiertas al público.
Rory nació en Seattle el 23 de mayo de 1999 y desde pequeño se convirtió en el ojito derecho de su madre, a la que está muy unido. Su hermana mayor es Jennifer (24) y tiene una hermana pequeña llamada Phoebe Adele (18). El joven creció sin saber que su padre ya era uno de los hombres más ricos del mundo con una fortuna estimada hoy en 124.000 millones de dólares, según Forbes. Estudió en la Lakeside School, la misma escuela privada a la que habían asistido su padre y Paul Allen (los dos fundadores de Microsoft) y considerada una de las más elitistas de Seattle. En su infancia, el niño y sus hermanas viajaron por el mundo junto a sus padres y en muchas ocasiones era el propio Bill el que les daba clases particulares de matemáticas o ciencias si pasaban varias semanas fuera de casa.
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Sin móvil hasta los 14 años
Pese a ser los hijos del fundador de Microsoft, la compañía tecnológica más importante del mundo, en la casa de los Gates las nuevas tecnologías no estaban incluidas en las rutinas diarias de los niños. Ninguno de los tres tuvo un móvil hasta los 14 años y mientras sus amigos se pasaban el día jugando a videojuegos o navegando en internet, ellos preferían leer o disfrutar de la cena en familia con los móviles de los adultos fuera del comedor. Cuando llegaron a la adolescencia, tanto Rory como sus hermanas pudieron tener móvil pero sus padres tenían sus contraseñas, tanto del teléfono como del ordenador, para poder controlar todo lo que hacían en la Red.
Además, los niños tenían que ganarse su paga semanal llevando a cabo tareas en casa como limpiar o recoger su cuarto. Para Bill y Melinda, que sus hijos crecieran con ambiciones siempre fue su objetivo y les hicieron ver el valor del esfuerzo durante toda su infancia y adolescencia. Hace unos años, el matrimonio anunció que sus tres vástagos ‘solo’ heredarán una parte minúscula de su fortuna, unos 10 millones de dólares, y que el resto sería donado para causas benéficas e investigación científica.
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Formado en la universidad de los Nobel
Interesado por los negocios y el mundo de la tecnología desde muy pequeño, tras terminar sus estudios de Secundaria, Rory estudió Informática y Economía en la Duke University, una de las universidades privadas más reconocidas de Estados Unidos (ocupa el séptimo lugar en el ranking de Times Higher Education) y del mundo ubicada en Durham, al sur del país. Por esta facultad han pasado varios Nobel, como Hans Dehmelt, ganador de Premio Nobel de Física (1989) o Robert Coleman Richardson, ganador de Premio Nobel de Física (1996), unos cuantos jugadores de la NBA, el que fuera presidente de los Estados Unidos Richard Nixon o la propia madre de Rory, Melinda Gates (que estudió la misma carrera que su hijo). Después de graduarse, el joven completó su formación con un MBA en la Fuqua School of Business, escuela de negocios que depende de la Duke University.
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Poeta y concienciado con el feminismo
Por el momento se desconoce a qué se quiere dedicar en un futuro cercano Rory John. Algunos aseguran que ya ha comenzado a trabajar junto a su padre pero otros afirman que el joven preferiría centrarse en la Bill and Melinda Gates Foundation (creada en 2000 y con la que desde entonces se calcula que han donado un tercio de lo que ha ganado en toda su vida a obras de caridad y proyectos científicos) ya que siempre le ha gustado tener la posibilidad de ayudar a los que más lo necesitan. Además, el joven hijo del magnate tiene una vena artística muy marcada. Con solo 11 años, Rory escribió su primer poema. Lo tituló Qué conocemos por diamante y lo compartió su padre en su página web durante un viaje familiar por Europa. El poema, que hablaba de la física de la luz, los agujeros negros y las estrellas, tenía siete versos y las líneas conformaban la figura de un diamante. La publicación del texto tuvo un gran éxito y, como contó después su madre, el joven tiene una gran sensibilidad y ha seguido escribiendo. “Es un chico compasivo y curioso, un gran hijo y un hermano cariñoso”, comentaba Melinda.
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Entre las aficiones del hijo mediano de los Gates destaca el béisbol. De hecho, en 2013 Rory hizo el saque de honor en el estadio de Seattle Safeco Field durante un partido de los Seattle Mariners, el equipo del que son fans en la familia. Según contó Melinda en un artículo en la revista Time cuando su hijo cumplió los 18 años, a Rory le encanta pasarse las horas haciendo puzzles imposibles y esa es una de sus mayores aficiones. En ese mismo artículo, la filántropa afirmaba con orgullo que su hijo es feminista desde que era niño. “Cuando más mayor se hace, soy más optimista sobre la generación futura que estamos construyendo. En 2015 viajamos juntos a Malawi, en África, y ahí pudo ver el trabajo de nuestra fundación. Un día encontré a Rory charlando con un grupo de hombres jóvenes sobre la importancia de trabajar juntos para una convivencia en igualdad dentro de la comunidad. Me sentí muy orgullosa de él”, revelaba Melinda. Hace unas semanas, ella también comentaba en sus redes que sus tres hijos habían sido vacunados contra el Covid-19 para concienciar a los jóvenes.
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Así es la mansión de los Gates
Aunque los tres hijos de Bill Gates han optado por un perfil bajo de cara a la vida pública, sí se sabe cómo es la casa en la que hoy siguen viviendo Rory y Phoebe Adele junto a sus padres. La mansión, llamada Xanadu 2.0, está situada en Medina, un barrio residencial de Seattle, Washington, en el que también vive Jeff Bezos (el hombre más rico del mundo, según Forbes), y costó unos 123 millones de dólares. El nombre de la mansión rinde homenaje al hogar ficticio de Charles Foster Kane, el personaje principal de la película Ciudadano Kane. La parcela tiene más de 6.000 metros cuadrados, siete habitaciones y 24 baños. Para levantar la casa principal se necesitaron 300 obreros, 100 electricistas y más de 1.000 metros cúbicos de madera de abetos de Douglas de 500 años.
La mansión de los Gates es totalmente sostenible, está ‘enterrada’ en la tierra, por lo que utiliza el entorno natural para reducir la pérdida de calor. Cuenta con un sistema de sensores de alta tecnología que ayuda a los huéspedes, que cuando llegan a la casa reciben un mando para interactuar con los sensores, a controlar la temperatura y la iluminación de cada estancia. Además, unos altavoces ocultos detrás del papel de la pared permiten que la música te siga de habitación en habitación y la piscina tiene un sistema de música bajo el agua.
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Alrededor de toda la casa hay pantallas de ordenador que pueden hacer que se muestren los cuadros o fotografías que deseen en cualquier momento. Entre otras curiosidades, tienen una habitación con un techo de seis metros de alto con una cama elástica gigante; un salón en el que caben 200 personas; seis cocinas; un arce de 40 años monitorizado las 24 horas del día; una playa en el lago con arena del Caribe y una enorme biblioteca que alberga entre otros un manuscrito de Leonardo Da Vinci que costó 30 millones.
Rory, igual que su padre (que contó que su primer gran capricho tras fundar Microsoft fue un Porsche 911), es un gran amante de los coches de lujo. En el garaje de su casa, que tiene capacidad para 23 coches, cuenta con un Porsche Panamera, un Lamborghini, un Rolls Royce y varios Mercedes Benz. Al joven se le ha visto en alguna ocasión volando en uno de los aviones de Gates, que entre otros tiene un Bombardier BD-700 y un Boeing Business Jet.
La historia de amor de Bill y Melinda
Por el momento no se le ha conocido ninguna relación al hijo de Bill y Melinda, que llevan juntos desde 1988. La pareja se conoció durante el picnic anual de Microsoft, donde Melinda había entrado a trabajar como becaria y seis años después ya era gerente de productos como Expedia o Encarta. Bill Gates se le acercó y le preguntó si quería cenar con él en dos semanas. Pero a ella no le pareció demasiado romántico y le dio el teléfono para que la llamara cuando se acercara el día y le explicara en qué consistiría la cita. Pero Bill no aguantó y esa misma noche la llamó para tratar de ser lo suficientemente espontáneo para ella. Ahí surgió la primera chispa y Melinda descubrió a un tipo inteligente y con un sentido del humor que la enamoró.
Después de siete años de relación, un domingo, al volver de un fin de semana en Florida, él pidió al piloto de su avión privado que hiciera una escala en Nebraska y consiguió que abrieran una de las joyerías de la ciudad para que su novia eligiera su anillo de compromiso. Se casaron en Hawai y Gates gastó un millón de dólares en reservar todos los hoteles y helicópteros de Maui para preservar así su privacidad.
Fuente: revistavanityfair.es