Betania para los reportes médicos es un número más que se suma a las estadísticas de personas que fallecieron en Bolivia por la Covid-19. Pero Betania era una niña de 4 años que junto con sus padres veinteañeros, Rosmery y Grover, además de su pequeña hermana de un año, buscaba una vida mejor en la ciudad, lejos de su natal Cocapata.
Como en muchas familias, el calvario empezó cuando la niña enfermó y los padres tuvieron que peregrinar por atención médica, pero no la recibieron pronto, pasaron días para que pueda ser atendida primero en el hospital Benigno Sánchez de Quillacollo y, luego, por la gravedad la derivaron al hospital de tercer nivel.
“El tiempo de demora en la atención médica que ha sido de siete días, desde la casa hasta el hospital de Quillacollo”, dijo el pediatra intensivista Raúl Copana, médico del hospital del Niño en Cochabamba quien atendió a la niña hasta sus últimas horas de vida.
El lunes 5 de julio fue derivada al hospital del Niño por su estado de gravedad, al día siguiente Betania fue intubada. “Me llamaron del hospital para solicitar ayuda para esta niña porque no tenían los medios suficientes para mantenerla sedada, intubada por covid”, relata acongojado e impotente, el ciudadano italiano Aristide Gazzotti, fundador de la Casa de los Niños.
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El pediatra señala que además de la demora en la atención médica, otros dos factores influyeron en el fallecimiento de Betania: “Segundo, es la sobreinfección con histoplasma (neumonía), a parte del covid tenía un histoplasma; y, el tercero, es la forma de presentación de la enfermedad, ha sido grave, ha hecho distress (afectación) del adulto”.
El virus fulminó los pulmones de la niña como en muy pocos casos sucede. “Se ha comportado de una manera catastrófica, ha lesionado el 90% de ambos pulmones, cosa que pocas veces se logra ver en niños; generalmente, son lesiones de hasta el 50%, pero un 90% es realmente extraño. En los adultos se encuentra, pero se mueren en la mayoría de los casos”, explicó Copana.
Tras cuatro días de estar conectada a un respirador mecánico, Betania falleció. “Cuando llegué al hospital vi que la camilla de esta niña estaba vacía y el doctor que es amigo mío me dijo: ‘tengo una noticia triste’. Yo ya lo sabía porque vi la camilla, estaba vacía. Esta muerte se podía haber evitado”, dice Gazzotti quien ese mismo día conoció a los padres de la niña, ambos jóvenes y con dificultad para comunicarse porque solo hablan quechua.
El virus no discrimina por condición económica, pero en este caso la familia de Betania no tenía los recursos suficientes ni siquiera para hacer el trámite para retirar el cuerpo de la pequeña de la morgue. “Yo he llevado a su casa (Ironcollo), hice los trámites para que puedan sacarla de la morgue, compré el cajón para llevarla a su casa”, dice el italiano.
“Se ha muerto una niña en el hospital porque el sistema de salud no responde, los padres han deambulado, son pobres y no hablan español”, reflexiona Gazzoti quien ahora apoya a la familia de otro niño de 8 años que también está intubado en el mismo hospital donde murió Betania.
Fuente: lostiempos.com