Álvaro Riveros TejadaEn la segunda parte de la célebre obra de Miguel de Cervantes Saavedra, Don Quijote de la Mancha, a escasos días de que su fiel escudero Sancho Panza asuma la gobernación de la tan prometida Isla Barataria, el caballero andante le imparte una serie de consejos que lo orienten por el difícil camino de la vida y de la administración pública. A 4oo años de ser escrita esa magistral obra, no nos cansamos de admirar la lucida inspiración del literato al interpretar tan fielmente la naturaleza humana y sus valores. De forma que sus recomendaciones cobran una actualidad sorprendente, especialmente cuando las extrapolamos a escenarios en que nos toca vivir al presente, y cuando estas apuntan al comportamiento que debe observar su fiel escudero, que como es sabido, procede de una cuna humilde de campesinos y está presto a asumir obligaciones de gobernador de una isla y es cuando el hidalgo caballero pasa del idealismo que lo caracteriza al más puro realismo y Sancho, al contrario, del realismo a una forma de pensamiento que muchas veces se confunde con el idealismo.Hemos extractado para este pequeño artículo, algunos consejos que nos han parecido tan sabios y clarividentes, que nos obligan a echar mano de ese manido cliché de las películas que reza: “cualquier parecido a la realidad es mera coincidencia”.“Has de poner los ojos en quien eres, procurando conocerte a ti mismo, que es el más difícil conocimiento que puede imaginarse. Del conocerte saldrá el no hincharte como la rana que quiso igualarse con el buey, que si esto haces, vendrá a ser feos pies de la rueda de tu locura la consideración de haber guardado puercos en tu tierra” Ese sabio consejo no significa un desdén hacia los orígenes humildes, sino una advertencia para los soberbios que olvidan su pasado en el momento de actuar.“¡Oh hijo!, has de temer a Dios: por que en el temerle está la sabiduría…”, y siendo sabio se supone que no podría errar en nada. Ello supone dejar de lado el orgullo personal y permitir la presencia de un ser superior que le ayude al desempeño exitoso de la función que la sociedad le encomendó. ¡Pelearse con Dios no es signo de machismo!“Nunca te guíes por la ley del encaje (Ley del embudo) que suele tener mucha cabida, con los ignorantes que presumen de agudos”. “Si trajeres a tu mujer contigo (porque no es bien que los que asisten a gobiernos de mucho tiempo estén sin las propias), enséñala, doctrínala y desbástala de su natural rudeza, porque todo lo que suele adquirir un gobernador discreto suele perder y derramar una mujer rústica y tonta” Esto parece que Cervantes escribió pensando ya en La Paz, como el destino que le solicitó al Rey de España.Finalmente, “Al que has de castigar con obras no trates mal con palabras, pues le basta al desdichado la pena del suplicio, sin la añadidura de las malas razones” En esta sentencia se supone que el hidalgo recomienda que al que lo tienes preso, o lo torturas hasta morir, no se lo debe reprender con palabras: con lo primero es más que suficiente sin necesidad de acostumbrase a utilizar una soez y procaz Coprolalia que, de acuerdo a la Real Academia de la Lengua, es la tendencia patológica a proferir obscenidades.