¿Quién será el nuevo sucesor de San Pedro?


Tres cardenales de América Latina y uno de África están entre los posibles candidatos. Destacan los cardenales brasileños Braz de Aviz y Pedro Scherer. El cónclave se celebrará quince días después de la renuncia oficial el 28 de febrero.

¿Quién será el nuevo sucesor de San Pedro?

imageLa Razón / El País – Madrid.

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La renuncia de Benedicto XVI da paso a un nuevo cónclave, en el que 117 cardenales deberán elegir al nuevo Papa. Por supuesto, en este centenar largo de purpurados hay personalidades que representan fuerzas importantes en el interior de la Iglesia, y hay simples peones, bien situados, pero peones al fin, cuya única misión es entregar su voto al jefe de filas, por decirlo así. ¿Quién será el elegido para suceder a Joseph Ratzinger? ¿Será un latinoamericano, como tantas veces se señaló en el anterior cónclave? ¿Un africano? ¿O volverá el poder vaticano a manos de un italiano, como piensan muchos?

Entre los candidatos latinoamericanos con más posibilidades están los brasileños João Braz de Avis, de 65 años, y, sobre todo, Odilo Pedro Scherer, de 63 años, y arzobispo de São Paulo. Un hombre conservador pero con un notable conocimiento de los problemas locales. Brasil es la gran reserva de católicos del mundo, junto a México. También el argentino Leonardo Sandri, de 69 años, es una opción. Sandri es conocido en la curia porque fue sustituto del secretario de Estado vaticano entre 2000 y 2007, es decir, el número tres de la curia. Primero con Ángelo Sodano y después, brevemente, con su sucesor, Tarsicio Bertone.

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Pero, ¿y si hubiera llegado el momento de dar un salto revolucionario en la Iglesia inclinándose por un africano? En este caso, el ghanés Peter Turkson, de 64 años, sería el elegido. Dirige la Oficina Vaticana para la Justicia y Paz, y es portavoz de la Iglesia en asuntos sociales. Sería un importante rearme del catolicismo en África, donde progresa el islam.

No es descartable que el cónclave se incline por un timonel de perfil bajo, con muchos apoyos entre los movimientos religiosos. Y en ese caso la persona perfecta sería el actual arzobispo de Milán, Angelo Scola, miembro de Comunión y Liberación, uno de los movimientos conservadores más activos del catolicismo actual. Scola es italiano y tiene 71 años, dos detalles importantes. El primero, porque los italianos, que han dominado la Iglesia durante la mayor parte de su historia, llevan más de 30 años sin un representante en la silla de Pedro. El segundo, porque es la edad perfecta. Benedicto XVI, elegido en abril de 2005, a los 78 años de edad, ha sido un Papa de transición, lo que, en términos vaticanos, significa un Papa breve.

Después de un Pontificado que ha durado apenas ocho años, sería lógico pensar en un sucesor joven. Los tiempos exigen energía y nuevas ideas. Joven, para la Iglesia, significa no superar los 70 años. Scola está en el límite. Como lo está Marc Ouellet, canadiense de 68 años, prefecto de la Congregación para los Obispos y presidente de la Pontificia Comisión para América Latina. Ouellet viene de Quebec, la zona católica del país norteamericano, que ejerce un poder discreto en el mundo. Y al mismo tiempo está acostumbrado a la transparencia y al estilo directo.

Benedicto, el cuarto que renuncia en la historia de la Iglesia Católica

Durante la Edad Media el caso más sonado fue el de Celestino V. HISTORIA Celestino V dejó la silla de San Pedro en 1294. Le precedieron Clemente I y Benedicto IX.

imageANSA / Roma (Página Siete, La Paz)

Benedicto XVI, que dejará el Pontificado el 28 de febrero, no es el primer papa que renuncia en la historia de la Iglesia Católica.

Uno de los casos más recordados es el de Celestino V, “el que hizo el gran rechazo”, como lo indica Dante, que en la Divina Comedia lo coloca en el Anti-infierno. De origen muy humilde (los padres eran campesinos y él era el penúltimo de 12 hijos), Celestino V fue elegido al trono de Pedro el 5 de julio de 1294 en tiempos muy oscuros para la Iglesia. Renunció poco después, el 13 de diciembre de ese mismo año, al considerar inoportuno dejarse presionar por Carlos Angio y por otros empresarios que intentaban aprovecharse de su buena fe. Capturado en Vieste en junio de 1295, mientras intentaba llegar a la ermita de Santo Onofrio, fue entregado al nuevo papa Bonifacio VIII y encarcelado en el castillo de Fumone, donde permaneció hasta su muerte en 1296. Tenía 87 años.

Sobre los motivos de su elección, renuncia y detención, los historiadores discutieron mucho, catalogando a Celestino como un santo y a Bonifacio VII en forma negativa. Teorías que en parte fueron desechadas.

En particular, en ocasión de la tercera visita del papa Benedicto a la región de los Abruzos en 2010, donde visitó la tumba de Celestino, el diario vaticano L’Osservatore Romano escribió en un editorial: “no fue ni el ingenuo que llegó a escenarios demasiado grandes para él ni el intrépido reformador impedido por el aparato mundano de una Curia toda terrena”.

El último pontífice que dimitió fue Gregorio XII (1406-1415) en el siglo XV y el primero fue el papa Clemente I (del 88 al 97), quien renunció a favor de Evaristo. Pero el caso más conocido fue el del papa Celestino V, “el rechazado” y nunca bien ponderado.

Las renuncias papales en la historia de la cristiandad

Clemente de Roma o San Clemente I fue un religioso cristiano de finales del siglo I, considerado el cuarto Papa de la Iglesia Católica.

Exiliado por el emperador Trajano al Ponto, fue arrojado al mar con un ancla al cuello, no sin antes renunciar al cargo debido a presiones.

Sin embargo, el último Pontífice en renunciar fue Gregorio XII, el veneciano Angelo Correr, que abdicó en 1415, dos años antes de morir. Los otros casos de renuncia al pontificado fueron los de Benedicto IX, elegido en 1032, y Celestino V.

Los posibles sucesores de Benedicto

El cónclave se celebrará quince días después de la renuncia oficial el 28 de febrero. PAPABLES. Destacan los cardenales brasileños Braz de Aviz y Pedro Scherer.

image Agencias / México DF

Si bien no existen candidatos oficiales al papado, la prensa internacional maneja varios nombres.

Destaca Joao Braz de Aviz (Brasil, 65 años) quien llevó un aire fresco al departamento vaticano de congregaciones religiosas cuando asumió en 2011. Apoya la preferencia por los pobres en la teología de la liberación latinoamericana, pero no los excesos de sus impulsores. Su perfil bajo podría jugarle en contra.

En esa misma línea figura Timothy Dolan, (EEUU, 62 años) quien se convirtió en la voz del catolicismo estadounidense tras ser nombrado arzobispo de Nueva York en 2009. Su humor y su dinamismo impresionaron al Vaticano, donde suelen faltar esas características.

En la lista aparece también Marc Ouellet (Canadá, 68 años) el principal director de personal del Vaticano como jefe de la Congregación de Obispos.

No hay que descartar a Gianfranco Ravasi (Italia, 70 años) quien fue ministro de Cultura del Vaticano desde 2007 y representa a la Iglesia en el mundo de las artes, la ciencia, la cultura e incluso ante los ateos.

Asimismo, figura Leonardo Sandri (Argentina, 69 años), una figura “transatlántica”, nacido en Buenos Aires de padres italianos. Tuvo el tercer puesto en importancia en el Vaticano como su jefe de gabinete entre 2000 y 2007. Pero carece de experiencia pastoral y su labor es cuestionada por la curia romana.

Sin embargo, Odilo Pedro Scherer (Brasilia, 63 años) se ubica como el candidato latinoamericano más fuerte. Arzobispo de San Pablo, la mayor diócesis en el mayor país católico, es conservador en su nación, pero en otras partes resultaría moderado.

El rápido crecimiento de las iglesias protestantes en Brasil podría no beneficiarlo, y en todo caso, se le exigirá enfrentar esa emergencia evangelista en la región de América Latina.

Las aristas del cónclave

En el cónclave que se celebrará probablemente entre quince y veinte días después del 28 de febrero, fecha de la renuncia de Benedicto XVI, participarán 118 cardenales del Colegio Cardenalicio vaticano.

Los prelados se alojan en la residencia Santa Marta y permanecen aislados.

Así, para elegir al sucesor de Benedicto será necesario obtener la mayoría de los dos tercios de los votos de los cardenales electores en todos los escrutinios.

Hasta entonces era necesaria esa mayoría, pero si tras el tercer día de votaciones y llegados al 33 ó 34 escrutinio no se producían resultados positivos, se decidía seguir el proceso por mayoría absoluta. (Página Siete)