El aumento salarial del 8% decretado por la administración de Evo Morales se convierte en una nueva confirmación de que el índice inflacionario manejado por el gobierno no refleja la realidad. De lo contrario, ¿por qué establecer un incremento superior al 4,5% de inflación oficial?
En todo caso, habría sido suficiente un punto más (5,5%) si la intención era una política salarial progresiva tendiente a recuperar pérdidas de años anteriores.
Analistas independientes fijan en un 10% el aumento real del Índice de Precios al Consumidor (IPC) en el 2012, cifra alarmante ya que se excede la inflación de un dígito que es recomendable para la estabilidad económica.
El enmascaramiento de la inflación real se habría dado a través de un nuevo cálculo del IPC, donde se ha incluido artículos no tradicionales en la canasta familiar, como los celulares y otros implementos tecnológicos, que harían bajar el promedio.
El problema, ahora, es que el incremento decretado puede retroalimentar el proceso, dando un nuevo paso hacia una espiral inflacionaria.
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De hecho, ya las instituciones de la pequeña empresa, como CADEPIA, anuncian un incremento en los precios como única vía para financiar el aumento salarial.
Se sigue la receta equivocada del incremento nominal, en lugar de atacar la razón de fondo de la pérdida del poder adquisitivo del salario, que es la inflación. Fenómeno que, como es sabido, constituye un impuesto a los más pobres…