La reivindicación marítima, tema de su campaña electoral, no forma parte de las prioridades del gobierno de Evo y por tanto viene sobrando proponer una “pausa” en su tratamiento.
Es oportuno señalar que la propuesta de la “pausa” lanzada por el presidente Morales en una entrevista a un diario chileno equivale a curarse en sano por cuanto sabe que en la campaña electoral deberá explicar el porqué del abandono de esta histórica reivindicación en aras de la consolidación de la llamada «confianza mutua» con el gobierno de Michelle Bachelet, que en retribución de gentilezas en varias ocasiones lo ayudó a sacar las castañas del fuego como ocurrió con el informe de Unasur sobre los hechos de violencia de Pando el pasado 11 de septiembre.
En el tema marítimo, como en otros, Evo Morales ha tergiversado los hechos. Miente cuando dice que “por primera vez” se incluyó la cuestión del mar en la agenda bilateral Bolivia-Chile y cuando quiere mostrar este aspecto como un logro de su gobierno. Basta revisar las informaciones sobre el asunto para evidenciar que desde la recuperación de la democracia, el actual gobierno, para alegría de los chilenos, es el mas inoperante en la materia.
Al inicio de su administración Evo anunció que la “diplomacia de los pueblos” ayudaría a resolver el enclaustramiento marítimo de Bolivia. Todo muy bonito y enternecedor pero los resultados concretos se niegan a dejarse ver y, por el contrario, lo que si se ve, es que la cuestión marítima ha sido relegada por intereses coyunturales del gobierno boliviano ¿o del venezolano?
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Morales no mencionó el tema marítimo en los foros internacionales a los que asistió y si algo dijo alguna vez, los argumentos fueron tan raquíticos que no merecieron siquiera respuesta de Chile, como ocurrió cuando los anteriores presidentes abordaron el tema, llegando inclusive a fuertes impasses como el que protagonizaron Lagos y Mesa en la reunión de la OEA.
Por tanto, lo que Evo llamó la “diplomacia de los pueblos” lejos de ser un avance hacia la solución del problema marítimo es un retroceso que se pretende tapar sutilmente alegando el periodo pre electoral tanto en Bolivia como en Chile.
En ese afán de tapar la mediocre gestión diplomática del gobierno sirve echarle el fardo al Perú por haber acudido ante la Corte Internacional de Justicia de La Haya para tratar su diferendo sobre límites marítimos con Chile y que, desde la visión masista, “solo busca perjudicar la aspiración marítima de Bolivia”. La miopía les impide ver que Perú como cualquier otro país con un gobierno serio, defiende sus intereses y lo mismo debiera hacer el gobierno boliviano antes que rebajar la diplomacia al nivel de los insultos, chismes y lamentaciones en que incurre nuestro mandatario.
Lamentablemente la política exterior de Bolivia esta siendo manejada a control remoto desde Caracas y el gobierno del MAS se limita a mover las fichas en la dirección del proyecto expansionista marcado por el caudillo «bolivariano».