“En tierra de Evo”, narcos peruanos ganan el doble


Los narcos bolivianos pagan desde 1200 a 2000 dólares el kilo, revela un narcotraficante peruano en un reportaje realizado por el periódico La República. Para los mafiosos “es negocio” traficar droga en Bolivia. Pero además confirman que otra vía de trasiego es el puente aéreo Perú-Bolivia lo que estimuló que empresas de Santa Cruz incrementaran el costo de enseñanza de navegación aérea.

Otra revelación del diario La República del vecino país es que este ilícito negocio tiene por origen las exigencias de droga por parte de los narcotraficantes mexicanos. El reportaje señala que existe ‘alarma’ en autoridades bolivianas y peruanas por el incremento de la presencia de narcos peruanos así como del narcotráfico como actividad.

“Los controles terrestres administrados por las autoridades bolivianas no preocupan mucho a los narcotraficantes de origen peruano. Éstos consideran que el trasiego de su droga a Bolivia no corre peligro de ser descubierto en los controles bolivianos”, explica el medio peruano.



La presencia de mafias peruanas que traen su droga y la venden a organizaciones bolivianas y brasileñas creció desde el 2010.

Simultáneamente, ayer la Organización de Estados Americanos (OEA) hizo público un informe de José Miguel Insulza en cuyo documento señala que si bien los cultivos de coca en Colombia se redujeron, aumentaron las producciones de cocaína en Perú y Bolivia.

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Narcos peruanos dicen que ganan el doble “en la tierra de Evo”

Un narcotraficante reveló por qué Bolivia es un “lugar ideal” para esa ilícita actividad. El país se convierte en uno de los principales centros de operaciones y mercadeo del narcotráfico en la región, señala un artículo del periódico peruano La República, que añade que las mafias mexicanas exigen la producción de droga.

imageEL DIARIO, La Paz

Un narcotraficante peruano explica cómo por cuestiones de transporte y de riesgo el precio de la droga que sale del valle del Huallaga se encarece hasta su destino a Bolivia.

“El kilo de pasta lavada te cuesta 850 cocos (dólares) si lo compras en Monzón, en la “durmiente” (Tingo María) o en la “dos LL” (Llochegua). Pero si te lo llevas a la tierra de Evo puedes venderlo entre 1.600 y 2.000. Con solo 100 kilitos ganas 200 mil. Claro que sigue siendo negocio ir a Bolivia”, reveló un narcotraficante peruano al periodista Miguel Gutiérrez del matutino La República del vecino país.

Quien hace cálculos es un sujeto inmerso en el negocio ilegal de la droga. Por su conocimiento del tema, está convencido de que el negocio de la droga pese a las restricciones impuestas por las autoridades de Bolivia y Perú sigue siendo rentable, señala el artículo que circula en las redes sociales de la internet.

“Este sujeto explica cómo por cuestiones de transporte y de riesgo el precio de la droga que sale del valle del Huallaga se encarece hasta su destino a Bolivia”, añade.

“Por cada kilogramo que sacan a la costa, por decir de Tingo María hasta la ciudad de Pisco, el responsable de su transporte cobrará 50 dólares. Si el acuerdo es continuar hasta Bolivia, el transportista cobrará un extra de 300 dólares por cada kilo”, explica.

Estos adicionales incrementan el precio de 850 dólares en los centros cocaleros a 1200 el kilo. El mafioso peruano puede imponer a su comprador boliviano precios de hasta casi 2 mil dólares el kilo. La ganancia por kilo es de 700 dólares. “Si coronas con un cargamento de 100 kilos, la ganancia es de 200 mil dólares. Es negocio”, afirma convencido el narco.

MAFIA MEXICANA

El mafioso explica que los que llevan gran cantidad de mercancía son los del “sombrero grande”, como ellos llaman en clave a las mafias mexicanas. “Ellos piden bajar del monte no menos de mil kilos y pueden pagar hasta 1.400 dólares por cada kilo”.

Los llamados clanes familiares que han surgido en el valle de los ríos Apurímac, Ene y Mantaro (Vraem), atraídos por el lucrativo negocio, también se arriesgan y envían su propia mercancía hasta Bolivia para ampliar su margen de ganancia, dice el artículo.

En grandes carros cisternas, ubicados en Ayacucho, las familias cargan la droga. Los transportistas descienden hasta Ica, desmontan la carga y regresan con sus camiones vacíos para volver a cargarlos con la droga de otros grupos. Otros vehículos de gran envergadura llevan la mercancía por carretera hasta Juliaca y de allí a Desaguadero, Bolivia.

“Los controles terrestres administrados por las autoridades bolivianas no preocupan mucho a los narcotraficantes de origen peruano. Estos consideran que el trasiego de su droga a Bolivia no corre peligro de ser descubierto en los controles bolivianos”, explica la prensa peruana.

ALARMANTE CRECIMIENTO

Pero además La República indicó que “en febrero pasado un grupo de oficiales de la Dirandro se reunió en La Paz con funcionarios de la Fuerza Especial de Lucha Contra el Narcotráfico, (Felcn). Peruanos y bolivianos coincidieron en que tanto la presencia de la droga como los narcos peruanos estaban creciendo en forma alarmante”.

“Diversos informes de inteligencia boliviana divulgados por la prensa de ese país confirman que desde el 2010 es creciente la presencia de mafias peruanas que traen su mercadería y las venden a otras organizaciones bolivianas o brasileñas”, concluye.


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