«Las lindas son tontas y las feas inteligentes» y la «cosificación» mercantilista de las personas, son temas de una vieja discusión matizada de prejuicios y también de verdades.
Es cierto que algunas sociedades, y Bolivia no se escapa, están mas esclavizadas que otras al asunto de la apariencia que, además representa un lucrativo negocio que va más allá de los concursos de belleza donde se «valoran» a las mujeres como si fueran objetos o ganado, «tetas, cintura y cu..» como dice una feminista del mundo lésbico de La Paz, al execrar de esta actividad, sin ver que a su modo también es prisionera de su causa.
Nadie debe desgarrarse las vestiduras porque se diga que en algunas más que en otras regiones del país, los concursos de belleza, las fiestas, los carnavales, la moda, el tener y aparentar, etc, ocupan gran parte del tiempo y los desvelos de sus habitantes.
No es edificante la difusión de programas transmitidos en red nacional, que gozan de gran aceptación a pesar de ser remedos de la televisión «basura» de Argentina, España y otros países y solo para enterarnos de las medidas, peleas y romances de las «magníficas» (casi desconocidas fuera de Santa Cruz) en detrimento de otros que podrían contribuir a reducir la gran ignorancia que todavía anida en el colectivo boliviano, pero claro, estos programas se caerían de inmediato por falta de «rating» y de ingresos publicitarios.
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Siendo justos no hay que apuntar solo a Santa Cruz en esto de la frivolidad. En el occidente y solo para hablar de La Paz este fenómeno asume características peculiares. Los paceños para empezar tienen la farándula política. La clase media también gusta de los concursos, la vida nocturna, el jazz, los «pub», los cafés de tertulia, el buen vestir, a pesar del «evismo-moda», pero es más discreta; quizá por ello los programas ligeros de la Tv local, a excepción de los juveniles, todavía mantienen el formato de unir al entretenimiento algo de utilidad (cocina, artesanías, salud, etc), no le van al chisme por el chisme.
Pero lo que pasa en los sectores populares o lo que algunos economistas llaman la «burguesía chola» es un capítulo aparte. ¿Que los cambas se la pasan bailando?, en La Paz y El Alto los «prestes» (fiestas) a un sinnúmero de santos es cosa de todas las semanas del año entero. Los morenos, caporales, diablos, achachis, etc, colman las calles de conocidos barrios a pleno baile y bandas para desgracia de los pobres taxistas y micreros que deben hacer proezas para cumplir su recorrido. No solo es la tradicional entrada del Gran Poder lo que mueve miles de dólares en consumo de cervezas y alcohol, así como en la exhibición de trajes y joyas de las cholitas, sino que las celebraciones de la cultura andina son permanentes.
Para este sector de la sociedad es una gran honor ser pasante de preste de un santo, al punto que muchos trabajan todo el año o se endeudan para hacer la gran fiesta y «quedar bien». Algo similar harán muchos cruceños para celebrar a lo grande los carnavales, los cumpleaños, aniversarios o para que sus hijas se luzcan en desfiles y concursos de belleza.
Al final, al margen de la clase social o la región, de una u otra forma todos vivimos en un escaparate, mediático, político, farandulero, religioso, laboral o familiar. Lo que hace la diferencia es cuan conscientes somos de nuestra «cosificación».
Zoe