Los esclavo-pensantes


Dick Octavio Oros Zeballos, SJ*

libresyesclavos De a poco y sorprendentemente, nuestro idioma (más bien diría nuestra apreciadísima “jerga”) va enriqueciéndose de nuevos conceptos, tal es el caso del vocablo más empleado en estas semanas: los ¡LIBRE-PENSANTES!

Libre-pensante es aquél que, simple y llanamente, piensa con y en libertad, y este pensamiento lo traduce en ideas, propuestas, fiscalizaciones, juicios y más. Pese a sonar gracioso, “pensar libremente” es, en este tiempo democrático: ¡peligroso, ofensivo e inaceptable! ¿Para quiénes? para los ¡ESCLAVO-PENSANTES! Que por cierto, ejercen con total profesionalidad su calidad de tal.



Los “esclavo-pensantes”, son sujetos que se definen por su identificación a un grupo al que pertenecen (y también por los grupos a los que no pertenecen). Ellos categorizan y utilizan todo medio de comunicación disponible para transmitir sus identificaciones y categorizaciones, como verdades absolutas (ni en el micro uno se libra de oírlos). Esto les conduce, como diría Schef, a la “ignorancia plural” que es adjudicar a los otros grupos categorías e identidades inexistentes, lo que ocasiona, inevitablemente, la diferenciación grupal que conlleva a la definitiva polarización acompañada de estereotipación y adjudicación de los problemas al ser y actuar de los que son diferentes a ellos.

Cuando se suscita el conflicto, (breve o largo, de forma o fondo) y bajo estas condiciones, los “esclavo-pensantes” desarrollan ideologías intragrupales que justifican sus posiciones y hacen difícil, por no decir imposible, resolver el conflicto. Los “esclavo-pensantes” son competitivos, no colaboran, no cooperan ni saben escuchar a los demás. ¡Su filosofía se basa en ganar, derrotar y ser superior!

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Es muy cierto que estamos infestados de “esclavo-pensantes”, sea en el gobierno central, departamental, municipal, en las universidades, colegios, sindicatos, grupos opositores, asociaciones, clubes de fútbol e instituciones (nada más, usted lector, tenga la amabilidad de fijarse a su alrededor para verificar la presencia de estos curiosos sujetos; con el cuidado de que no sea usted uno de ellos).

Pues, con este interesante panorama, nos queda mantener la esperanza de que en tiempo de conflicto, estén visiblemente presentes los “libre-pensantes”, ya que son éstos la mayor reserva ética y moral de nuestra preciada democracia y del estado de derecho. Mientras tanto ¿qué hacemos con los esclavo-pensantes?

*El autor es jesuita y abogado

ANF