EL SÁBADO 18 DE OCTUBRE DE 1997 EL CORIPATEÑO DEJÓ DE EXISTIR
No pudo jugar la final de la Copa América 1997 por una hepatitis que terminó con la vida de su hijo José Manuel. Su gran objetivo era estudiar para ser abogado.
Veinticinco años han pasado, casi un cuarto de siglo, desde que Ramiro Castillo Salinas se fue de este mundo y dejó un vacío grande en el fútbol boliviano, que hasta la fecha no ha podido ser cubierto.
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La mañana del sábado 18 de octubre, el mundo futbolístico se conmocionó con la decisión que había tomado el Chocolatín en su domicilio de la zona Sur. Agobiado por el dolor de la muerte de su hijo José Manuel (en julio de 1997), el coripateño decidió quitarse la vida.
El periodista argentino Waldemar Iglesias, que siguió su carrera de cerca, recuerda en su crónica dedicada al jugador que el final de Ramiro comenzó el 29 de junio de 1997, fecha en la que Bolivia estaba a punto de tocar el cielo por segunda vez en la final de la Copa América frente a Brasil.
“Castillo realizaba el calentamiento previo a la final cuando una noticia lo golpeó para siempre: su segundo hijo, el mismo que había festejado sobre sus hombros la gloria de 1993, fue hospitalizado de urgencia. Tenía una hepatitis fulminante. Castillo se fue a su lado. José Manuel murió dos días después y él no le pudo poner palabras a tanto dolor”.
El coripateño jugaba ese año en Bolívar. El presidente Luis Mercado y el técnico Luis Orozco entendieron el duro momento que pasaba el futbolista luego de la muerte de su hijo y le dieron “carta libre” para que elija qué hacer el resto de la temporada, ya que “Ramiro estaba destruido”.
Su reaparición
En la segunda quincena de agosto, Castillo sorprendió a todos los periodistas que cubrían la fuente de la Academia. El volante ingresó en su coche a la zona de parqueo de lo que era el estadio de Tembladerani y volvió a entrenarse.
Fue su primer encuentro con los medios después de lo que había pasado con su hijo. Estuvo casi 20 minutos respondiendo las consultas de los periodistas, pero su mirada ya no era la misma. Pese a todo dejó algunas frases en aquella mañana: “La vida continúa, soy un profesional y quiero ganar el título del año con Bolívar”, fueron algunas de sus expresiones.
Su último gol
Bolívar tenía un “equipazo”, pese a que su gran capitán, Carlos Borja, había dejado el fútbol. Ramiro había vuelto a mostrar su clase con la mítica casaca 10 de la Academia y los bolivaristas aún recuerdan su último gol, una “tijera” impresionante ante centro de Cristaldo, en el arco sur del estadio Hernando Siles, el que lo sufrió fue Erwin Justiniano, arquero de Destroyers.
Las últimas horas
Bolívar y The Strongest se aprestaban a jugar un nuevo Superclásico por el certamen Clausura de 1997, programado para el domingo 19 de octubre.
En los periodistas existía un respeto por el luto del jugador y pocos se animaban a pedirle una nota, uno de ellos fue Jaime Ayllón (Presencia), quien tenía mucha llegada con el jugador y el último que conversó con el Chocolatín antes de su deceso.
“Esa mañana me acerqué a pedirle una entrevista previa al clásico y no quiso hablar, sólo me comentó que era un partido muy especial para él porque iba a jugar ante el equipo que más aprecio le tenía y el que le dio la posibilidad de salir afuera, esa fue la última vez que conversé con Ramiro”, recuerda Ayllón.
El periodista aporta un dato más: “El tenía que irse a la MLS, ya tenía todo arreglado, estaba tratando de hacer terminar el sauna y la escuela de fútbol que tenía en El Alto, donde subía todos los días luego de practicar con Bolívar. Recuerdo que Ramiro tenía dos deseos: estudiar Derecho y ser técnico, pero por sobre todas las cosas quería ser abogado, le llamaba mucho la atención las leyes”.
Clásico suspendido
El día previo al clásico Castillo ya no asistió al entrenamiento que se suspendió por su muerte. Sus compañeros quedaron sorprendidos con la noticia cuando se enteraron en Tembladerani de los hechos.
En The Strongest pasó algo similar, es más, la ex-Liga decidió suspender el clásico en honor a la gran figura que tuvo el fútbol boliviano. Sus compañeros de la Selección lo acompañaron en su último adiós junto a millares de personas que aún no entendían lo que había pasado. En Argentina, donde Castillo destacó, el periodista Iglesias resumió en algunas líneas el pensamiento que se tenía del coripateño: “Si Chocolatín tuviera la camiseta de Argentina o de Brasil, valdría millones de dólares”.
Los que lo vieron jugar, disfrutaron de su magia en la cancha y en el recuerdo aún disfrutan de su gran elegancia para jugar con la pelota. Pese a que pasaron 25 años, permanece en la memoria y en el cielo aún sigue jugando, en el mejor equipo del mundo.
Su trayectoria
Inicios: Ramiro Castillo fichó por The Strongest en 1985, al año siguiente obtuvo su primer título con el cuadro atigrado. En Argentina paseó su fútbol por Instituto de Córdoba (1987-88, 27 partidos, 1 gol), Argentinos (1988-90, 69 partidos, 8 goles), River Plate (1990-91, 10 partidos, 1 gol), Rosario Central (1991-92, 16 partidos) y Platense (1993-94, 23 partidos, 1 gol). En total, disputó 118 encuentros y conquistó 10 goles.
Mundialista: El coripateño también militó en Everton, de Chile, y en el club Bolívar. Clasificó con Bolivia al Mundial de Estados Unidos 1994 y fue subcampeón de la Copa América que organizó la FBF en 1997. Castillo tendría hoy 56 años de edad.