Otra vez la humanidad recordará el dolor, la sangre, las lágrimas y la muerte de Jesús, tu hijo. La Iglesia Católica ya tiene el guion listo en todas las iglesias para replicar, una vez más, el vía crucis de tu Hijo, asesinado a sus 33 años. Libreto que se repite desde hace más de 2.000 años, sin que ningún Papa innove o instruya, ya no más crucifixiones, ni azotes, ni coronas de espinas, ni golpes, ni latigazos, ni mierdazos.
La humanidad está tan acongojada y sufrida con las pandemias, las guerras, los actos de terrorismo, las crisis, el hambre, los conflictos, las injusticias y de yapa, rememorar los tres días de calvario del hombre que vino a la Tierra con la decisión de cambiar al hombre dando amor e iluminando con su fuego. ¿No les parece que hay otras formas de celebrarlo a Jesús?
Duele recordar esos tres días del compañero Jesús, en los que la humanidad fue parte, algunos disfrutando, gritando y otros llorando y sufriendo a los pies del Señor.
No te has preguntado Dios, si no es mejor ver a Jesús vivo, radiante, discurseando en cada barrio, en cada marcha, en cada grito del pueblo, exigiendo respeto a los derechos humanos, a su bienestar, luchando por una reforma total de la justicia, no esa que tuvo que afrontar tu hijo, que sentenció y asesinó al inocente, y a los delincuentes los liberó, con lavaje de manos de por medio. Así está la justicia en Bolivia, mi querido Dios, que ha dejado de ser un derecho humano, para convertirse en un recurso inhumano que encarcela, procesa y calla a unos, libera y deja impunes a otros, y mete miedo a gran parte de la población, que cada vez se muestra indiferente y deja que las cosas pasen y pasen.
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Pilatos se justificó ante la historia universal, lavándose las manos para no condenar al Hijo de Dios, cuando en él residía todo el poder de evitar el crimen más publicitado y cruel que se haya cometido contra el hombre. Así sucede hoy, estamos a expensas de un fiscal o juez, que puede decretar destruir a una persona o salvarla.
La humanidad tuvo en Jesús una oportunidad para repensar el rumbo que estaba siguiendo; pero en ese momento esa humanidad fue mezquina, mediocre, mala e hipócrita, que no aceptó al humilde compañero Jesús, y lo sacrificó. Los sacerdotes gozaron de este martirio al ser divino. Pero María soportó cada golpe, cada burla, cada martillazo en el cuerpo de tu Hijo, como si fuera en el de ella.
Sin duda fue oportuno tu aparición pública en Nazaret, con María y José, porque a partir de ahí la humanidad tuvo un claro mensaje: tu presencia infinita y el amor que debe rodearnos y abrazarnos; y quizás eso fue un aliciente para que no nos destruyamos entre los humanos. Pero a pesar de ello, la humanidad se vio enfrentada a grandes guerras, matanzas entre pueblos, catástrofes mundiales, genocidio, inquisición, atrocidades que se han repetido de siglo en siglo, y aún no estamos libres de ello.
Compañero Dios, espero que no sigas sufriendo lo que tu Hijo tuvo que padecer hace miles de años, esas heridas deben estar cerradas, pero las religiones se encargaron de reabrirlas para ver otra vez sangre, lágrimas, muertes, dolores, pero que a estas alturas, la humanidad debe asumir y vivir un Jesús radiante, alegre, provocador, revoltoso, porque lo necesitamos tanto pero tanto en este país lleno de conflictos y de contradicciones, en los que el mensaje fundamental de Jesús: «Amaos los unos a los otros», fue entendido muy mal y con el odias los unos a los otros, insultaros los unos a los otros, encarcelaos los unos a los otros, silenciaros los unos a los otros, burlaos unos contra otros…
Yo no creo en intermediarios de vos Dios, ni en sacerdotes, ni en pastores, de cualquier religión, mi relación es directa con vos y con Jesucristo, a quienes todos los días les pido salud, fortaleza y que acompañe a mi familia.
Abrazos totales compañero Dios y a todos quienes te acompañan en algún lugar del infinito universo y de la Tierra.
Hernán C.