El bulo de los ‘chemtrails’ crece en España: ¿es posible modificar el tiempo atmosférico?


Esta teoría de la conspiración ha crecido enormemente en los últimos años, como demuestra el aumento de demandas en los juzgados por las estelas que dejan los aviones en el cielo.

Imagen ilustrativa

Fuente: https://actualidad.rt.com

El colectivo de negacionistas ha vuelto a poner de moda un bulo que hace ya años que se rumoreaba, pero ahora ha vuelto a escena con más fuerza que nunca. Se trata de los ‘chemtrails’, la teoría conspirativa de las estelas químicas que surcan nuestros cielos.

En España, esta teoría ha ganado adeptos en un momento en que el país vive una gran sequía, donde la habitual ausencia de nubes deja más visible que en otras épocas esas estelas blanquecinas que dejan los aviones a su paso.



Las hipótesis que se manejan son varias. Por un lado, se sostiene que son los rastros que deja la fumigación con sustancias químicas nocivas para la población, aunque no se sabe muy bien con qué propósito.

Por otro lado, se llega a afirmar que esas estelas son las culpables del cambio climático. Es decir, no es que debido al cambio climático y la proliferación de sequías, esos rastros en los cielos sean más visibles, sino todo lo contrario: serías ellos los causantes del cambio climático y de la consiguiente falta de lluvia, según la teoría conspirativa.

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El gran éxito que estas hipótesis están teniendo se puede medir recientemente de una forma inusitada: en los últimos meses, la Fiscalía de la Comunidad de Madrid ha recibido alrededor de medio centenar de denuncias, como reportó la televisión pública. En las querellas se pide, entre otras cosas, que se investigue cuál es la sustancia con la que supuestamente se está «fumigando» o se piden indemnizaciones por daños a la piel.

En todo el país se acumulan cientos de denuncias de este tipo.

Tal ha sido la catarata de denuncias que la Fiscalía ha optado por crear un modelo de documento para contestar a todas ellas, además de archivarlas automáticamente, donde explican que la comunidad científica ya ha refutado esas teorías conspirativas.

¿Qué son esas estelas?
Los ‘chemtrails’, o estelas químicas, se producen por el dióxido de carbono y el vapor de agua, entre otros gases, que sale de los motores de los aviones. Al contacto con la atmósfera a bajas temperaturas, esos gases cristalizan formando las líneas que dibujan a su paso las trayectorias de las aeronaves.

Para su formación es necesario que haya suficiente humedad en la atmósfera y que la mezcla alcance la saturación. Además, su permanencia en el cielo depende de las condiciones atmosféricas. Todo ello hace que haya más estelas unos días que otros, que tengan diferente duración o que haya aviones en momentos determinados que no dejen ninguna estela.

La vicepresidenta se pronuncia
La vicepresidenta tercera y ministra de Transición Ecológica y Reto Demográfico, Teresa Ribera, ha llegado a pronunciarse a este respecto. En su opinión, detrás de estos bulos hay intereses políticos. «Es tal el nivel de locura, esta especie de conspiranoia en la que nos están metiendo negacionistas y extrema derecha», sostuvo hace días en un programa de televisión.

La cuestión entró incluso en el Congreso, cuando el diputado del grupo mixto, Pablo Cambronero, registró por escrito una pregunta al Gobierno sobre si estaba manipulando el tiempo a través del rociado aéreo de productos químicos.

Los meteorólogos reciben amenazas
Los especialistas de la Agencia Española de Meteorología (Aemet) han llegado a recibir amenazas telefónicas y en sus perfiles en las redes sociales.

«Asesinos», «los estamos vigilando», «criminales», miserables», «sicarios de la información al servicio del mal» o «lo pagaréis», son algunas de las amenazas e insultos que la propia Aemet denunció el mes pasado que estaban recibiendo sus empleados públicos y los comunicadores de meteorología.

Este tipo de ataques se han multiplicado desde la pandemia del coronavirus.

Los partidarios de este tipo de teorías sostienen que la pandemia fue un primer intento de control de la población y la crisis climática actual sería su continuación. Los insultos, amenazas y teorías conspiranoicas proliferan en las publicaciones de los organismos públicos relacionados de alguna manera con el medio ambiente, como el Ministerio de Transición Ecológica.

¿Se puede modificar el tiempo atmosférico?
La respuesta corta es sí, aunque requiere de matices. Según explican distintos organismos expertos en la materia, como la española Aemet o la Organización Meteorológica Mundial (OMM), existen técnicas con fundamento científico enfocadas en intensificar las precipitaciones o en suprimir el granizo dañino, principalmente.

La técnica más utilizada es conocida como siembra de nubes, consistente en un mecanismo por el cual más partículas formadoras de núcleos de condensación de nubes se agregan a la nube. Se puede realizar mediante avionetas o cohetes, es decir, desde tierra o desde el aire. Los compuestos utilizados suelen ser el yoduro de plata, el cloruro sódico o el dióxido de carbono sólido, conocido como hielo seco.

¿Cuándo comenzó a utilizarse?
Desde finales del siglo XIX se han realizado en todo el mundo diversos experimentos enfocados a satisfacer la demanda de agua. Se considera al holandés Veraart como el precursor de la estimulación artificial de la lluvia, después de que en 1930 realizase un experimento con hielo seco.

Uno de los primeros gobiernos en patrocinar este tipo de investigaciones es el estadounidense, a través de la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica (NOAA, por sus siglas en inglés), que a principios de la década de los 60 llevó a cabo distintas iniciativas, como el proyecto ‘Stormfury’, destinado a atenuar la intensidad de los huracanes, pero que fue abandonado dos décadas después tras reconocerse su ineficacia.

¿Qué países utilizan este tipo de técnicas?

En la actualidad, más de 50 países están desarrollando investigaciones y programas de modificación artificial del tiempo atmosférico. Sus actividades se recogen en informes periódicos realizados por el comité de expertos de la OMM.

En el caso de España, estas técnicas están reguladas por el Real Decreto 849/1986, que aprueba el Reglamento de Dominio Público Hidráulico, y donde se establece que es necesaria la concesión de una autorización administrativa que requiere de estrictos requisitos, como informes favorables de la administración sanitaria.

El proyecto más importante desarrollado en este campo por España se produjo entre 1979 y 1981 en la cuenca del Duero, denominado Proyecto de Intensificación de la Precipitación. Sus resultados decepcionantes hicieron que tan solo se concluyese la primera fase.

¿Quiénes utilizan estos métodos?

Los organismos relacionados con la agricultura, como asociaciones o cámaras de comercio, y con la gestión hídrica, son los más interesados en la realización de experimentos y en llevar a la práctica la evidencia ya consolidada.

En cuanto a las naciones, China es una de las naciones que más actividad desarrolla en este campo, gracias a sus elevados recursos económicos y humanos. En el gigante asiático la mayoría de sus provincias mantienen programas de investigación u operativos destinados básicamente al incremento de las lluvias, la disminución del granizo y la dispersión de la niebla. EE.UU., India y Tailandia serían otras de las potencias de este sector.

¿Afecta a la salud?

Si bien varios de los elementos utilizados, como el yoduro de plata, son perjudiciales para el medioambiente y pueden ser tóxicos, los expertos señalan que las cantidades utilizadas son tan pequeñas que resultan inocuas.

Así, se estima que el yoduro de plata utilizado para la siembra de nubes en todo el mundo representa el 0,1 % de la cantidad de esa sustancia incorporada a la atmósfera por las actividades humanas, tan solo en EE.UU.

¿Son efectivas esas técnicas?

Aunque cada vez se cuenta con mayor evidencia científica, lo cierto es que los resultados son difíciles de medir y analizar estadísticamente para conocer su grado de eficacia, aunque se puede concluir que su eficacia es limitada.

Además, las características físicas del lugar donde se utilizan influyen enormemente. Así, influye el tipo de nubes, la estabilidad atmosférica, las características dinámicas y orográficas, o la humedad disponible, entre otro ramillete de diferentes factores, por lo que la misma técnica utilizada en distintos lugares puede tener efectos diferentes.

¿Se pueden utilizar a gran escala?

Por el momento, la evidencia recogida por expertos señala que no hay base científica sólida para afirmar que las modificaciones artificiales del tiempo se pueden realizar a gran escala.

Esto es así debido a la extraordinaria magnitud de la energía asociada a los sistemas meteorológicos, que hace imposible crear sistemas nubosos que dejen precipitación, modificar los patrones de vientos para trasladar vapor de agua de una región a otra o eliminar por completo los fenómenos meteorológicos adversos extremos.