Final para una vida rápida. Ricardo Fort: la radiografía del dolor


Entró al quirófano muchas veces para hacerse cambios en la cara y hasta en los talones para ganar algunos centímetros de estatura. Fueron operaciones voluntarias, con las que intentó alcanzar un modelo de belleza.

Explicaciones de los médicos

image 16 tornillos de titanio Para apuntalar la columna de Ricardo Fort. / twitter

La muerte de Ricardo Fort fue el desenlace de las complicaciones que le trajeron las numerosas cirugías a las que se sometió. Su final, coinciden los expertos consultados por Clarín, tiene que ver con las huellas que esas operaciones y los medicamentos dejaron en su aparato digestivo. El comunicado del sanatorio donde estuvo internado informó que murió a causa de “un paro cardíaco asociado a una hemorragia digestiva masiva”.



Entró al quirófano muchas veces para hacerse cambios en la cara y hasta en los talones para ganar algunos centímetros de estatura. Fueron operaciones voluntarias, con las que intentó alcanzar un modelo de belleza. “En estos casos el límite debemos ponerlo los cirujanos plásticos”, dice categóricamente Patricio Jacovella, jefe del Servicio de Cirugía Plástica del Hospital de Clínicas de la UBA.

Pero en los últimos años, ya no se sometió al bisturí por cuestiones estéticas sino por razones de salud. Le colocaron tornillos de titanio en la rodilla izquierda y su columna requirió el implante de 16 tornillos de titanio y otras prótesis para apuntalarla y evitar el desgaste de sus discos. Por las constantes intervenciones invasivas, Fort era un paciente sometido “a un fuerte estrés”. Y las señales de fragilidad no tardaron en llegar.

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Para entender qué lo llevó a la muerte, Sandra Swieszkowski, de la Fundación Cardiológica Argentina, dice que “un paro cardíaco no es sólo consecuencia de un infarto o una arritmia. En su caso fue el desenlace de lo que llamamos ‘alteraciones del medio interno’: afecciones de órganos que alteran los niveles de distintos indicadores esenciales del organismo”.

El doctor Luis Bustos Fernández -que la semana próxima asume como presidente de la Sociedad Argentina de Gastroenterología- explica que Fort sufrió una hemorragia digestiva alta: el sangrado se ubica en la zona del esófago, el estómago y el duodeno. La causa puede estar en la ingesta de analgésicos no esteroides y de corticoides”. En febrero, Fort había vivido un serio antecedente: se le había perforado una úlcera en el duodeno y tuvo que ser operado de urgencia por una peritonitis.

“Al principio es un sangrado oculto -sigue Bustos Fernández-, que se va eliminando por la materia fecal que se vuelve oscura. Esto provoca anemia en el paciente. Cuando la cantidad de sangre y líquido ya no se ubica en los niveles normales se produce un shock hipovolémico: el corazón no puede seguir bombeando suficiente sangre al cuerpo y se desencadena un paro cardiorespiratorio”. Graciela Gioberchio (clarín.com)

Final para una vida rápida

imageRICARDO FORT 1968-2013.

Optimista Fort, a la salida de una de sus tantas operaciones. El jueves, ya en la Clínica de la Trinidad, filmó un video de 30.

CLARÍN, Buenos Aires

Desechó el mandato familiar de ser chocolatero por su ambición de triunfar en el espectáculo. Fue un personaje mediático, con ciclos de TV y obras de teatro. Sus múltiples operaciones lo hicieron frágil. Ayer murió por una hemorragia masiva.

Ricardo Fort murió ayer a las 5 de la madrugada en el Sanatorio de la Trinidad, a raíz de “un paro cardíaco asociado a una hemorragia digestiva masiva”, según indicó el parte médico. El mediático personaje, de 45 años, estaba internado en esa institución de Palermo desde el jueves, por una fractura de fémur que había sufrido tras una caída en los Estados Unidos. Fiel a su costumbre de no dejar pasar la oportunidad para mostrarse, en el sanatorio había grabado un video de treinta segundos que a la postre sería su última aparición pública: “Hola, chicos, les habla Ricardo Fort, estoy acá en la Clínica de la Trinidad. Me vine a quince días de spa para que me mimen, me cuiden, comer cosas ricas y que los médicos me curen todo lo que tenga que curarme, y salir diez puntos para después disfrutar la vida. Así que les mando un beso grande a todos mis fans. A toda la gente que me quiere, gracias por seguirme, los quiero”.

Días antes de la internación, había llegado al país procedente de Miami, y se había desplazado en silla de ruedas: no podía caminar por la fractura. Le habían colocado una prótesis, pero sin los efectos deseados: “Quedó mal operada y ahora vamos a hacer una junta médica para ver qué se puede hacer, porque eso me trae problemas en la columna y tengo el cuello rectificado. Hay médicos que me arruinaron la vida”, había dicho Fort al llegar al país. Desde hacía años que arrastraba diversos problemas de salud: sin ir más lejos, en febrero se había sometido a una cirugía por una perforación en el duodeno originada por la gran cantidad de analgésicos que tomaba para atenuar los dolores que padecía.

A lo largo de su vida había pasado en incontables oportunidades por el quirófano. Nadie sabe el número exacto, pero la cuenta rondaba la treintena de operaciones. Muchas habían sido por motivos estéticos, y otras, por razones de salud. “El paciente tenía antecedentes de múltiples cirugías de columna y rodilla”, señaló el parte médico de La Trinidad, que también indicó que “durante la internación, fue asistido por un equipo multidisciplinario integrado por traumatólogos, clínicos, especialistas en tratamiento del dolor e infectólogos”.

Fort había nacido el 5 de noviembre de 1968 en una familia rica: sus padres eran Carlos y Marta Fort, dueños de la chocolatería FelFort, fundada por el abuelo de Ricardo en 1912. El fue algo así como la oveja negra de la familia: soñaba con ser cantante, un deseo que iba en contra de las expectativas paternas. “Odiaba la fábrica. Mi padre me obligaba a ir. Yo quería ser artista y él no me apoyaba, decía que no tenía talento. Al terminar el secundario me fui a vivir a Los Angeles y después a Miami. Me quedé ahí quince años, de joda, y tratando de cantar. Después volví a Buenos Aires a trabajar en la empresa. Le dije a mi padre que quería ser jefe de desarrollo de productos”, contó a Clarín en una entrevista.

Ese adecuamiento al mandato paterno duró poco: pronto se volvió a Miami, donde tuvo a sus dos hijos -llamados Felipe y Marta, en honor al abuelo y la madre de Ricardo- alquilando un vientre a partir de un óvulo anónimo. Ayer al mediodía, Karina Antoñale, esposa de Eduardo, uno de los hermanos de Ricardo, dijo que los chicos todavía no estaban enterados de la muerte del padre. Pidió a los medios que no se acercaran a la casa donde viven, indicó que les darían asistencia psicológica y, sobre la custodia, señaló: “Eso es algo familiar y privado. Se va a resolver como mejor podamos y los chicos quieran”.

Después del nacimiento de sus hijos, Fort volvió a Buenos Aires. Tenía casi 40 años y ya daba por terminados sus delirios de fama, cuando empezó a filmar sus viajes por el mundo en compañía de sus “gatos”, como él llamaba a sus amigos, y a subirlos a YouTube. De ahí pasó a las madrugadas del canal América: en esa suerte de reality, mostraba su riqueza y sus fiestas lujosas con chongos y vedettes a quienes a menudo rigoreaba. A partir de ahí, todo se precipitó: Fort saltó a los programas de chimentos de la tarde y, a fuerza de peleas con Guido Süller, Jacobo Winograd y esa tipo de personajes, se transformó en el rey de los mediáticos. Su personaje: un millonario excéntrico, soberbio, ostentoso y maltratador.

El gran salto lo dio en 2009, cuando Marcelo Tinelli lo convocó a participar en el Bailando por un sueño de ShowMatch, por El Trece. Su presencia en la televisión se intensificó aun más y a toda hora se lo podía ver en cualquier canal, peleándose con panelistas, vedettes y la fauna afín. Uno de los puntos en cuestión era su sexualidad: Fort se mostraba con chicas mediáticas como Violeta Lo Re, Virginia Gallardo, Claudia Ciardone o Erika Mitdank, pero se sospechaba que eran romances armados para ocultar su homosexualidad. En 2011 admitió que era gay y desde entonces se lo vinculó con diversos hombres. Su compañero más importante fue Gustavo Martínez, padrino de sus hijos, que lo acompañó en la decisión de tenerlos y que, a pesar de estar separado de él, siguió ayudándolo en la crianza de los chicos.

A caballo de su presencia en ShowMatch, montó varias obras de teatro -Fortuna, Fortuna 2, Fort con Caviar- y, mientras ascendía en el programa de Marcelo Tinelli -llegó a ser miembro del jurado y protagonizó un segmento en el que se le buscaba novia- siguió siendo foco de atención. Había logrado su viejo objetivo: ser famoso. Pero en 2011, luego de una pelea con Flavio Mendoza, fue de-safectado de Bailando por un sueño. A partir de entonces su estrella empezó a declinar. Llegó a tener un programa propio en América, pero con escasa repercusión.

En el último año y medio dejó de ser noticia por los escandaletes y empezó a serlo, cada vez más esporádicamente, por sus problemas de salud. Hasta que ayer le llegó el inesperado final.

Ricardo Fort, velado en la tele

La familia de Ricardo Fort decidió no velarlo. La tele, en cambio, lo veló anoche, a su manera.

Ayer se repitió en la tele una charla radial del mes de agosto último donde, por esas cosas del humor negro, Ricardo fantaseó con su velorio. Lo imaginaba tan desmesurado como su modo de encarar la vida. Entonces, su muerte no era más que una hipótesis macabra planteada como un juego de radio. Ayer, en cambio, fue una triste realidad y su familia quiso una despedida recoleta. La decisión fue cuestionada por ciertos periodistas televisivos y también por sus fans en las redes sociales. Yo no diré sobre ese asunto una sola palabra: tan misteriosa, inaceptable y contundente es la muerte que no me atrevería jamás a opinar sobre lo que hace una familia —la que sea— en esas circunstancias.

Lo que sí les diré es que, a mi modo de ver, Ricardo Fort no partió de este mundo sin velorio. Anoche fue velado en la tele, exactamente el sitio donde quiso vivir. Los noticieros vespertinos se ocuparon del tema durante largo rato. América modificó su programación para tratar la muerte de Fort en continuado: lo que empezó por la mañana, apenas conocida la noticia, siguió en el noticiero vespertino, en "Intratables" y en "Animales sueltos". "Bendita" y "Duro de domar" —ambos de Canal 9— se dedicaron a analizar su vida y su prematura muerte. El Trece le dedicó gran parte de "Telenoche". La señal TN repitió esta madrugada la emisión de "Tiene la palabra" que tuvo a Fort como entrevistado. Hasta Susana Giménez, en Telefe, se hizo eco de la noticia y despertó el enojo de Santiago Del Moro, quien manifestó en Twitter: "SG DESPRECIO a Fort en vida… Hoy cubre su Muerte! #elRatingTodoLoPuede". Seguramente, el tuit del conductor de "Infama" e "Intratables" alude al hecho de que Ricardo Fort no haya podido cumplir el sueño de visitar el living de Susana.

Imposible es saber lo que piensan los muertos sobre las despedidas que les hacemos los vivos. Pero necesitados de consuelo, a los vivos nos da por suponer que donde sea que los muertos estén, habrán de conservar sus gustos, su carácter, sus grandezas y sus debilidades. En base a esa suposición, intuyo que a Ricardo Fort la tele lo veló como él habría querido: al más puro estilo televisivo. Aquel estilo que lo encandiló mientras la miraba de afuera y que adoptó, encantado, apenas traspasó la frontera.

La tele lo veló con segmentos de sus musicales y sus reality shows. Con panelistas debatiendo sobre la vida del millonario extravagante. Con médicos, abogados y psicólogos invitados. Con Guido Suller y Mónica Gutiérrez. Con el recuerdo de sus peleas mediáticas y sus declaraciones desesperadas sobre el dolor de huesos que lo martirizaba. Con movileros frente a la puerta de la cochería dando cuenta del puñado de fans que ponían flores en la puerta. Con el vértigo del minuto a minuto, las tandas publicitarias y los informes de archivo. La tele veló a Fort en el clásico formato televisivo: hasta la polémica para hoy quedó servida, con el tuit de Del Moro sobre Susana.

Hay algo que recuerdo bien: el día que murió Sandro, Ricardo Fort estaba en Mar del Plata y desde allí cantó un tema del Gitano. Dijo que quien había vivido apasionado por la música merecía ser despedido con música. Ricardo Fort vivió apasionado por la tele. Merecía ser despedido por la tele y en la tele como lo hace la tele.


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