La urgencia de democratizar las organizaciones políticas

 

                                      

Los partidos políticos, cuando funcionan como instituciones, son cimiento y soporte del sistema democrático y la convivencia ciudadana. Debido a su importancia, previo una resumida reseña histórica, analizamos su situación actual vinculada con una de sus mayores debilidades, la falta de democracia interna y hacemos una propuesta de corto tiempo.



Reseña histórica. – A lo largo de nuestra historia hemos tenido poco más de 100 partidos políticos. Algunas de estas estructuras han marcado la vida política del país en determinados o fugaces periodos, como lo hicieron el partido conservador y liberal entre fines del siglo 19 y principios del siglo 20. Posteriormente, la guerra del chaco y la lucha por establecer la democracia, fueron parteras de nuevas ideas, liderazgos y partidos políticos como el MNR, FSB, POR, MIR, PS1, y varios otros que interactuaron en la vida política nacional, hasta los primeros años del siglo 21.

La democracia de corte multipartidario instalada en 1982, fue el germen para el surgimiento de nuevas estructuras políticas o el desgaje de las existentes, como ADN, UCS, CONDEPA, MBL, NFR o varias otras de corta duración. El sistema funcionó entre 1985 y el 2005 con base en pactos y una alta dosis de pragmatismo que, sumado a un escenario social y económico adverso, provocaron finalmente su colapso. El derrumbe benefició fundamentalmente al MAS, como organización política emergente, que desde el 2006, operó como estructura política hegemónica por casi 15 años hasta entrar también en una especie de lenta e irreversible agonía por sus conflictos partidarios internos y decisiones muy al margen de una estructura democrática.

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La constitución vigente, en su artículo 210, establece que el funcionamiento de las organizaciones políticas debe ser democrático y que las elecciones de dirigentes y candidatos debe ser regulada y supervisada por el Órgano Electoral. Sin embargo, la falta de institucionalidad, vida orgánica y democrática sumado a una nueva cultura política fomentada por las redes sociales. Son factores que han continuado debilitando la confianza y el funcionamiento de las organizaciones políticas.

Distintos estudios y encuestas a nivel nacional, reflejan que los Partidos Políticos no gozan de confianza y su descrédito es superado apenas por milímetros por la administración de justicia y la policía nacional. A nivel regional, estudios anuales efectuados por el Latino barómetro expresan que nuestras democracias han retrocedido, siendo una de sus causas el debilitamiento de las estructuras políticas, por lo que en América Latina algo más del 80% de los ciudadanos consideran que los partidos políticos no funcionan bien y que incluso son prescindibles.

 

Democracia y vida orgánica en los partidos políticos. –

La crisis política, institucional, ética y de liderazgo que vive hoy Bolivia tiene como una de sus raíces más profundas la falta de un sólido sistema de organizaciones políticas. El descrédito en que se encuentra el sistema político partidario provocan también un desempeño errático a tiempo de encarar la crisis económica y sus respuestas, o una polarización trivial que se traslada al ámbito ciudadano debido al exceso de adjetivos y falta de argumentos con que viene funcionando el campo político.

La experiencia histórica y la situación actual nos lleva a afirmar que la democratización interna y las exigencias de vida democrática e institucional en los partidos políticos, son tareas centrales para restablecer la gobernabilidad democrática y enfrentar la multicrisis que se avecina, la cual podrá incluso agravarse, si las futuras elecciones se efectúan en las mismas condiciones en que actualmente se encuentran las organizaciones políticas.

¿Qué implica que una organización política cuente con democracia interna? Muchos aspectos, difíciles, y complejos pero urgentes de aplicar. Varios de esos presupuestos están contemplados en la ley de Organizaciones Políticas en vigencia desde el año 2018. Sobre democracia interna y sus componentes, un estudio publicado por la investigadora académica de la UNAM Flavia Freidenberg, entendiendo la complejidad del asunto, lo resume de la siguiente forma: un partido gozará de mayores niveles de democracia interna  cuando sus líderes y candidatos se elijan por los miembros, a través de mecanismos competitivos; en donde las decisiones sean inclusivas y sean tomadas con la participación voluntaria de sus miembros; los órganos de gobierno no discriminen la integración de los diferentes grupos (incluso aquellos que son minoritarios); aquellos que piensen distinto puedan expresar sus preferencias sin temor a ser castigados; los candidatos, cargos públicos y autoridades rinden cuentas de sus actos a través de mecanismos de control efectivo y se dé el respeto de una serie de derechos y responsabilidades que garanticen la igualdad de los miembros en cualquier proceso de toma de decisiones. 

Primarias competitivas y renovación, los primeros grandes pasos. –

La democracia interna para los partidos políticos es difícil de consolidar en corto tiempo y menos en un escenario de fragilidad institucional como el que atravesamos. No obstante, el círculo vicioso y adicción por disputas intestinas terminarán llevándose todo por delante, si no sacamos de su zona de confort a las organizaciones políticas. El mecanismo idóneo e inmediato son las elecciones primarias, competitivas y abiertas.

La experiencia comparada con relación a las primarias, nos demuestra que estas permiten dirimir conflictos entre liderazgos o entre facciones internas, ayudan a que un partido se movilice y se preocupe por intereses políticos y sociales hasta el momento no representados; y, finalmente, mejora el nivel de legitimación de la organización ante la opinión pública y tiene un efecto directo en la renovación de cuadros políticos sobre todo vinculados con jóvenes mayoría en Bolivia pero con baja representación.

La ley de organizaciones políticas 1096, establece que los partidos políticos y alianzas elegirán a su binomio de candidatos a presidente y vicepresidente mediante elecciones primarias con participación exclusiva de la militancia. Si bien tuvimos una experiencia fallida el año 2019 con las elecciones primarias, se debió a que estas fueron efectuadas con un solo binomio, por ende, nada democráticas. Para no repetir esa amarga experiencia, se hace urgente la modificación del artículo 29 de la ley 1096 y que el Órgano Electoral convoque a elecciones primarias abiertas y competitivas con mínimo dos binomios por partido o alianza. Omitir este presupuesto, profundizará la crisis de las organizaciones políticas y sus consecuencias, como ya lo estamos experimentando, son nefastas para la democracia.

Daniel Valverde Aparicio