En los contactos que mantuvo con los medios enfatizó que existen intereses extranjeros y nacionales en acortar su mandato mediante acciones militares o protestas sociales.
eju.tv
Juan Carlos Véliz / La Paz
Un mes después de la renuncia de Jorge Richter, el presidente Luis Arce no designó a un nuevo vocero presidencial, tiene más incidencia en los medios, y tomó el liderazgo de la contraofensiva contra Evo Morales.
«En los últimos años, intereses personales, económicos, nacionales y extranjeros, se unieron para intentar interrumpir esta nueva etapa de nuestra historia. No les importaron nuestros sueños y el de nuestras familias, no les interesaron nuestros votos ni nuestro compromiso con la democracia, menos el desarrollo y la economía nacional; comenzaron a conspirar, a atacar, a bloquear, a mentir y a sabotear”, denunció ayer el Mandatario.
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Richter oficializó su renuncia el 6 de junio después de que anunció su alejamiento del cargo en el que estuvo tres años y medio.
En su carta entregó un mensaje al Mandatario. «No permita que el gobierno pierda su caudal. Lo querrán derrotar, no lo permita. Querrán que su gestión se sienta avergonzada, no lo permita. Querrán que los bolivianos dejen de extenderle la mano, no lo permita. Querrán instalar el miedo, no lo permita. Cumpla los sueños de los bolivianos y los suyos también”.
Desde entonces, Arce manejó personalmente la vocería y recobraron mayor protagonismo la ministra de la Presidencia, María Nela Prada, y la viceministra de Comunicación, Gabriela Alcón.
Arce sostuvo encuentros directos con periodistas en Casa Grande del Pueblo y entrevistas con medios internacionales antes y durante la etapa más álgida de su administración: el golpe de Estado fallido.
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Recientemente ofreció entrevistas a la agencia EFE y otros medios en los que enfatiza en que intereses extranjeros e internacionales quieren socavar su mandato mediante acciones militares y protestas sociales.
A diferencia de meses pasados, Luis Arce es foco de atención nacional e internacional porque se trata de un Presidente que afrontó una aventura golpista y aparentemente logró aplacarla en parte porque encaró personalmente a sus protagonistas.