Cómo afecta el uso excesivo del smartphone a nuestra salud mental y relacional: psicopatologías del móvil

El smathphone representa una especie de «caja negra»: contiene contactos de trabajo, nuestro mundo emocional, mensajes de correo electrónico, aplicaciones y redes sociales. Por su multifuncionalidad, se convierte en un modulador de la ansiedad por separación de la pareja, los hijos y el trabajo.

De alguna manera, es un sustituto de la distancia física y del miedo asociado a la pérdida de conexión con los demás. Además, esta forma de comunicación ofrece la oportunidad de «verse» a través de vídeos, e interactuar con fotos y chats incluso cuando no se puede llamar.



Teniendo esto en cuenta, el móvil «juega» con diferentes aspectos de nuestra personalidad, permitiéndonos «estar siempre presentes, constantemente rastreables», y al mismo tiempo generar «desesperación»(sindrome de abstinencia) cuando un teléfono se pierde, se rompe o, más simplemente, se olvida en algún lugar (dado que el uso desenfrenado del móvil causa adición, cuando se pierde el aparatico  causa síndrome de abstinencia). Estar conectado es la regla de la vida cotidiana. El poder de la conexión nos da la ilusión de tener herramientas para limitar los imprevistos, afrontar los acontecimientos sociales y tomar decisiones de desarrollo de proyectos a distancia. Además, los teléfonos móviles satisfacen el deseo de visibilidad del ser humano y muchos exponen su vida privada en la web.

La consecuencia patológica es la adicción, que puede llevar a formas obsesivo-compulsivas de compartir fotos y vídeos. Para evitar este problema, sería saludable considerar la posibilidad de desconectarnos de nuestros teléfonos móviles al menos durante algunas horas al día y recuperar la «dimensión de la realidad», especialmente para los adolescentes que, al usarlos en exceso, corren el riesgo de adicciones peligrosas, alienación y distorsión de las relaciones humanas.

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Los teléfonos móviles son responsables de las amistades, los sentimientos y, a veces, incluso de la sexualidad. Con una desconexión saludable, podemos recuperar el mundo, su ruido y la libertad de relacionarnos fuera de la pantalla con el peso de nuestra propia alma.

Ronald Palacios Castrillo