Exministros Lizárraga y Murillo se enfrascan en una serie de acusaciones y contraacusaciones

Cuestionan la integridad uno del otro y dan versiones completamente diferentes de algunos sucesos que ocurrieron cuando ambos eran parte del gabinete de Jeanine Áñez

eju.tv / Video: DTV

Boris Bueno Camacho / La Paz



Roxana Lizárraga y Arturo Murillo fueron parte del primer gabinete ministerial de la expresidenta Jeanine Áñez que fue posesionado el 13 de noviembre de 2019; en la actualidad, ambos, además del exministro de Defensa Luis Fernando López, están procesados por el supuesto préstamo irregular de material antidisturbios de la República de Ecuador al gobierno transitorio en un momento en que el país pasaba por un estado de convulsión social después de la salida de Evo Morales del país.

Lizárraga fue ministra de Comunicación poco más de dos meses, presentó su renuncia irrevocable al cargo el 26 de enero de 2020 debido a que “el gobierno falló a la revolución de las pititas’ al haberse Áñez proclamado como candidata y desconocer la esencia del mandato transitorio cuyo fin era la convocatoria a elecciones generales para que la población elija un nuevo presidente que reconduzca los destinos del país; en ese entonces, ya identificó a Arturo Murillo como el ideólogo detrás de la determinación de la entonces mandataria.

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“Por eso llega mi renuncia, más allá de la muy mala relación que sostuve con Arturo Murillo y la presión que se generó en el gabinete y el encierro que hicieron a Jeanine Áñez, yo decidí renunciar. Era imposible hablar con Jeanine porque Arturo Murillo había dado órdenes que una funcionaria que era senadora suplente no deje ingresar a ningún ministro, se tenía que dar parte de absolutamente todo a Arturo Murillo y eso no se pudo cambiar para que no llegue al extremo la manipulación de este personaje tan siniestro que con el tiempo mostró quién realmente era”, enfatizó.

En tanto, Murillo acompañó a la expresidenta prácticamente durante toda su gestión, se fue del país pocos días antes que asuma el actual mandatario Luis Arce Catacora; tras su salida, fue identificado como uno de los responsables de las masacres de Senkata, en La Paz, y Huayllani, en Cochabamba, que provocaron decenas de víctimas, así como por la supuesta compra irregular de gases lacrimógenos; es más, cumple una condena de más de cinco años en Estados Unidos por lavado de activos que provendrían de ese hecho de corrupción.

Foto: captura pantalla

En los pasados días, el encono entre Lizárraga y Murillo nuevamente reflotó. La primera aseguró que su excolega tuvo un rol nefasto desde el inicio, Por ejemplo, cuando se cumplían las labores de pacificación, recordó que los dirigentes movilizados que respondían a Evo Morales no aceptaban su presencia en el diálogo, resaltó que el entonces ministro de la Presidencia Jerjes Justiniano logró la pacificación del país; pero, luego, Murillo le montó un caso relacionado con el proceso judicial denominado La Manada y terminó con su salida del gobierno acusado de favorecer a los imputados.

Además, dijo que Arturo Murillo, quien es acusado por la compra irregular de gases lacrimógenos con sobreprecio, en cuanto asumieron, trataba de efectuar la adquisición de ese material, pero que fue ella quien se opuso a ese ‘negociado’ del extitular de Gobierno. Reveló que la Policía Boliviana carecía de equipo antimotines y Murillo insistía en que, mediante un Decreto Supremo, se dé visto bueno a la compra de ese material por un monto enorme. Pero, ella gestionó con el Gobierno ecuatoriano el préstamo del material no letal.

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La periodista que se exilió a Estados Unidos ni bien asumió Arce certifico también que Murillo tenía control hasta de la Justicia y que utilizó al fiscal general Juan Lanchipa para sus propios intereses, quien «se puso al servicio de Gobierno transitorio» para continuar en el cargo. Además, aseguró que consiguió los celulares que probaban las conversaciones de exministros de Evo Morales que demostraban que hubo un fraude electoral en 2019; sin embargo, los equipos fueron entregados a Murillo y después este dijo que no había material relevante.

“Yo pude dar con varios datos con información de cómo Evo Morales había perpetrado no solo el fraude, sino como ha utilizado los recursos del Estado para su propaganda, en la Editorial del Estado por alguna razón dejaron olvidados dos celulares, uno pertenecía a una persona con rango ministerial, cuando revisamos existían muchos mensajes, habían audios del ministro Quintana; (…) cuando le entrego a Murillo me dice que harán una revisión y días después me dice que no encontraron algo relevante cuando yo sí encontré, después deduje que Arturo Murillo ha podido negociar esta información”, acusó.

La respuesta de Murillo: Roxana Lizárraga miente

El exministro de Gobierno se pronunció desde su reclusión en Estados Unidos. Bajo el rótulo de “Roxana Lizárraga miente”, Murillo desmintió las afirmaciones de la exautoridad, señaló que ella jamás renunció; más bien, se le pidió en esa oportunidad su renuncia por realizar más de seis viajes a Miami, Estados Unidos, con recursos del Estado a visitar, sin ningún permiso, a su íntimo amigo, en alusión a Carlos Sánchez Berzaín, quien -dijo- ‘trataba de dar órdenes en nuestro gobierno, el mismo que fue patrocinador de Lizárraga’.

Murillo aseguró mediante la publicación hecha en su cuenta de la red social X, que Andrónico habló en varias ocasiones con él cuando estaba al frente del Ministerio de Gobierno y que, si bien seguramente lo negará, sí lo hizo; es más, aseveró que el gobierno le pagó los pasajes aéreos en la línea estatal para que puedan reunirse en La Paz. “Se le recogió y protegió porque estaba muy asustado, y nosotros queríamos detener los conflictos. Él fue una ficha importante dentro de las negociaciones. No fue fácil porque tiene la escuela de Evo y sabe camuflarse muy bien”, puntualizó.

Rechazó también la acusación de un supuesto caso montado en contra del exministro Justiniano y afirmó que fue sustituido ‘porque se creía el presidente’ y que hacía lo que quería sin informar a la presidenta Jeanine Áñez y, además, ni siquiera le contestaba el teléfono. En cuanto a Lanchipa, el también ex senador preguntó: “¿Lizárraga no sabe que al Fiscal General se lo elige por 2/3 en la asamblea? ¿Tampoco sabe que para destituirlo se necesita un juicio de responsabilidades, además de 2/3 en la asamblea?” Su ignorancia es atrevida, espetó.

Asimismo, confirmó que Lizárraga le entregó los celulares que mencionó, pero, no tenían ningún elemento de prueba para abrir un proceso contra Evo Morales o Juan Ramón Quintana, argumento diametralmente opuesto a la declaración de la exministra de Comunicación quien afirmó haber visto los mensajes que comprometían a exautoridades de la gestión de Evo Morales en el montaje del supuesto fraude electoral de 2019.

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“¿Que los dirigentes del Chapare no me querían en las reuniones? ¡Por supuesto que no! ¿Desde cuándo debe importarle al gobierno si lo quieren o no? Lizárraga, como muchos, olvidan que esos dirigentes del Chapare quemaron mi hotel e intentaron matar a mi familia? Conozco demasiado bien a los cocaleros chapareños. Los vi actuar durante 20 años matando policías, ejecutando gente, violando (caso esposos Andrade). Son gente que no tienen respeto por la vida. De esas garras rescaté a mi familia: mi hija, hermana, su marido y sus 3 hijos. Parece que para muchos personajes esto nunca sucedió”, resaltó.

Por último, destacó que, aunque esté preso, no permitirá que nadie, ‘mucho menos gente descalificada como Lizárraga’, mienta sobre su persona y reconoció que no le interesa que su lugar en la historia sea ‘en un tacho de basura’. “Estoy pagando por un error cometido por un bien mayor, que en su momento lo explicaré con toda claridad y transparencia. No estoy orgulloso de esto, ya pedí disculpas, pero JAMÁS ME CALLARÁN”, concluye Murillo en dicha nota.