Tomar el centro para desmontar el centralismo, el reto del siglo XXI para la clase política cruceña

El intelectual cruceño Marcelo Añez Mayer sostiene que el predominio de la narrativa regionalista y el desprecio hacia la política y su contracara, la excesiva admiración por lo cívico, obstaculizan las posibilidades de que políticos cruceños lleguen a liderar el país, pues en lugar de establecer un liderazgo, la élite cruceña persiste en enfoques que limitan la representación nacional, santificando el activismo regional del Comité Pro Santa Cruz sin plantear un proyecto de país que acoja a todos los sectores.

eju.tv



Añez expresó que entiende perfectamente que el objetivo no es ni debe ser que un cruceño dirija el país, sino que haya un cambio de mentalidad, ahora que el actual ciclo concluye. «Que Santa Cruz sirva de ejemplo, para enseñar a quien quiera aprender a trabajar eficientemente. A buscar oportunidades, con creatividad e innovación. Sin depender del estado, y relacionándose con el mundo sin complejos ni victimismos ni resentimientos. Dejando atrás el lamento boliviano y reemplazandolo por un sueño de prosperidad».

Pero está difícil que políticos cruceños gobiernen Bolivia mientras se siga despreciando la política y al mismo tiempo santificando el activismo comiteista”, escribió Añez en redes sociales al agregar que los líderes cruceños tienen una tarea para lograr la transición de un activismo hacia un proyecto político que trascienda las fronteras de Santa Cruz. «Los partidos se ganan en cancha, no desde la tribuna», aseveró.

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Subrayó que el discurso puramente regional lejos de no ser suficiente para ganar respaldo en una Bolivia diversa, es más bien una traba. Por lo que plantea que Santa Cruz debería abandonar las antiguas retóricas, los “discursos independistas anti-colla de hace un siglo”, que dividen en lugar de unir y así comenzar a construir un discurso para Bolivia que permita la vida en libertad y prosperidad en el país.

Recordó que Santa Cruz, en las últimas décadas ha experimentado un notable crecimiento demográfico y económico, pues hoy es la región más poblada de Bolivia, lo que le da un peso significativo en la política nacional, pero “en lugar de seducir y liderar Bolivia la rechazamos”.

En criterio de Añez, de continuar así “está difícil la cosa”, pero guarda esperanza que cambiará ese hecho, si hay una nueva élite política en Santa Cruz “que no piense como viejos, repitiendo lo mismo que hace un siglo, patinando en el rencor regional. O peor, haciendo su negocito engañando a la gente: carajeando en un Cabildo cruceño con el verdadero fin de acomodarse en el chaquito regional gracias a los acuerdos con el amo andino de turno”.

Asimismo, Añez propone que la “nueva élite se saque los lentes nostálgicos modelo 1950 y deje de creer que el enemigo de Santa Cruz es el colla. Pero, sobre todo, que asome la cabeza a la realidad de ahí afuera, a la de hoy. El camino para lograr autonomía, federalismo, o cualquier otro nombre que quiera dársele a la autodeterminación cruceña pasa hoy necesariamente por la construcción de poder político nacional, para tomar el centro y desmontar el centralismo”.

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