Con una ceremonia ancestral en la población de Tiwanaku, en La Paz, se celebró este sábado el Illapacha, con la que se dio la bienvenida al solsticio de verano en Bolivia.

Según el Ministerio de Cultura, cada 21 de diciembre se celebra la “Illa” e “Ispalla” en torno a la fiesta del Illapacha, que significa el tiempo de lluvia en la vida de Los Andes.

“Junto a nuestras autoridades originarias de Tiwanaku, celebramos el Solsticio de Verano. Un momento sagrado para las comunidades indígenas del Estado Plurinacional de Bolivia”, señala en sus redes sociales la cartera de Estado.

Con la llegada del Illapacha se da inicio a un nuevo ciclo. Donde el sol renueva su fuerza e invita a reflexionar sobre la importancia de la armonía con la naturaleza y la unidad de los pueblos.

Según la tradición, los primeros frutos de la siembra que comenzó el 21 de septiembre no se comen, sino que se exponen hoy al sol para agradecer a la vida por el alimento que nos proporciona. A la vez que se pide que la semilla se siga reproduciendo.

Con baile y el sonido de tarkas, pinquillos, zapoñas y tambores, en la ciudad de La Paz también se celebró la llegada del solsticio de verano. La actividad se realizó en el parque Laikakota.

A partir de esta fecha existe toda una conjunción entre lo que significa la fertilidad vinculada a la mujer y a la Madre Tierra; la fertilidad relacionada a la luna y el agua; y la abundancia ligada al Ekeko..

Sobre esta deidad, el historiador Milton Eyzaguirre sostiene, de acuerdo con una investigación que fue publicada por el PIEB, que “el Ekeko es el dios Tunupa. Y en el contexto andino representa a las aguas. Lo que significa, en la tradición popular, un elemento importante para la siembra y la cosecha; para la fertilidad de la tierra y la abundancia de la producción de alimentos”.

Pero dentro de la práctica aymara, la fecha previa al solsticio de verano es el 30 de noviembre. Es el día en que recibe la época de lluvias con una serie de actos rituales que son desarrollados en las comunidades.