El gran ayllu independiente del Chapare


Si el gobernador de Santa Cruz, Luis Fernando Camacho, se hubiera negado a comparecer a una citación judicial por cualquier minucia de las que fue acusado, lo hubieran declarado rebelde y contumaz a la ley, y le caerían de inmediato, para capturarlo, toda la Policía Boliviana, las Fuerzas Armadas, y las milicias masistas que pernoctan en algunos barrios cruceños. A Evo Morales, acusado por terribles actos reñidos con la moral, donde el estupro es uno de ellos, le ha sido emitida una orden de detención ante su negativa a declarar en la Fiscalía, y no ha pasado nada. Y eso que Morales ha afirmado que no se presentará a declarar porque se trata de una persecución política, cuando todavía no se conoce el número de adolescentes que se llevó a la cama, aprovechando de su investidura.

Pues bien, a Camacho lo atraparon en una emboscada en plena luz del día en Santa Cruz; hubo disparos, golpes, insultos, y el gobernador cruceño fue arrastrado a un vehículo y de ahí subido a un helicóptero, por un comando de élite policial, y llevado hasta La Paz. Allí durmió una noche, fue llevado a la Fiscalía y en un dos por tres lo mandaron a la cárcel de máxima seguridad de Chonchocoro. Todo en pocas horas. En Santa Cruz la sorpresa fue enorme, la inquietud también, se protestó contra la dictadura, pero el Gobernador hace dos años que está preso, impedido de hacer declaraciones, y, como un acto de caridad cristiana, recibiendo a su esposa e hijo, cuando se les da permiso. Eso, para ser breve.



A Evo Morales no lo apresan porque le tienen miedo. Y le tienen miedo porque tanto él como sus capangas, amenazan con disturbios, bloqueos, y con sangre. Morales, pese a sus delitos graves, sigue expresando insultos diarios contra el Gobierno y reiterando que no piensa someterse a la justicia, desafiando a que alguien se atreva a ponerle la mano encima. Además, miles de cocaleros de las Seis Federaciones, se ofrecen como escudos y guardias del nuevo Curaca Mayor del Gran Ayllu del Chapare. Ya lo han dicho varios de sus seguidores: si quieren capturarlo, que estén dispuestos a morir. No solo el Curaca Morales está protegido por juramentados jenízaros, sino que sigue lanzando infundios desde su radio y anuncia una nueva marcha masiva que partirá de Patacamaya a La Paz.

Lo que no encaja en la lógica es cómo el Gobierno pudo secuestrar tan eficientemente al gobernador cruceño y cómo no puede hacer nada con Morales. Cómo un departamento de más de 3 millones de habitantes es privado violentamente de su gobernador, elegido democráticamente, y cómo se asusta ante el Curaca Mayor de un Gran Ayllu que no debe tener más de 300 mil almas. La cosa parece simple: el Gobierno le teme más al Chapare que a Santa Cruz. Le teme más a Morales que a todos los cruceños juntos. Más al Gran Ayllu productor de coca y cocaína que a la región más rica y emprendedora de Bolivia, que produce de todo para que pueda comer el país.

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Así estamos. Los cambas somos los separatistas, pero resulta que para transitar por el Chapare, por el Gran Ayllu, ya se necesita permiso de quienes controlan los caminos y cobran peaje para los cobradores. Ya existen verdaderas aduanas, que, como todas, recaudan para los recaudadores. Por supuesto que hay una policía sindical que cuenta con una lista de indeseables (presuntos asesinos tras la cabeza de Morales) y recorren los hoteles y pensiones buscándolos y espantando a los pocos turistas y a los pobres dueños de los negocios a quienes extorsionan. Y el Gran Ayllu tiene un ejército de mercenarios de dudoso origen, bien pagados y bien armados, que responden ciegamente a su Curaca Mayor.

En Santa Cruz el Gobernador no tiene a nadie. Todo está bajo la viscosa mirada del Estado Plurinacional que ni siquiera cumple con el mínimo de sus obligaciones económicas. ¡Ah! ¿Y la Policía? La Policía está para atrapar bohemios trasnochados y fajarlos hasta dejarlos sin un centavo. Además, como está comprobado, no sirve para cuidar a la primera autoridad del Departamento, sino para apresarla.


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