La imagen de la expresidenta ha recuperado puntos por su situación penal y la forma en la que encara su encarcelamiento
Fuente: El País.bo
Hace cinco años el gobierno de transición de Jeanine Áñez analizaba qué hacer con el Día del Estado Plurinacional, un día de alto contenido político para el Movimiento Al Socialismo (MAS) y también un valioso feriado en pleno mes de enero que bien valía una escapadita.
El gobierno de Áñez ya había entrado en otra fase y más allá de la premisa original, que tenía que ver con destruir simbólicamente todo lo relacionado al gobierno de Evo Morales, el feriado servía de parteaguas, exactamente lo que los hombres fuertes de Áñez pretendían: dar por cerrada la fase de la transición para lanzarse como candidata “con la tarea hecha” para las inminentes elecciones.
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El asunto había sido notorio desde el principio, pero se hizo explícito en el momento en el que Áñez desalojó a los ministros afines a Luis Fernando Camacho – Roxana Lizárraga y Jerjes Justiniano -, reforzó la presencia Erik Foronda – ex asesor de la Embajada de EEUU -, le dio galones a Arturo Murillo y se rodeó de aliados benianos como Álvaro Guzmán y Álvaro Coimbra además de Yerko Núñez.
En la mañana del 22 de enero varios ministros empezaron a difundir un hashtag: #Ysifueraella, haciendo oficial lo que hasta entonces era un rumor. El discurso de Áñez, muy interesada en hablar de sus logros y marcar un claro punto de inflexión , confirmó todas las sospechas por si a alguien le quedaba alguna duda.
Unos días después lanzó su candidatura sobre una plataforma que llamó “Juntos” y que pretendía abrir espacio a todos para crear un frente único; una semana después se presentó a Samuel Doria Medina como vicepresidente y su influencia fue creciendo en el gabinete, donde nadie se cuestionó estar siguiendo las mismas mañas que durante años se criticó al presidente- candidato Evo Morales.
Después llegó la pandemia y la gestión entró en una deriva destructiva.
Aquello no salió como esperaban: la intención de voto nunca despegó y el choque deliberado con Carlos Mesa todavía los debilitó más. En agosto se bajó la candidatura dejando a Demócratas sin representación en La Paz, algo que aprovechó Luis Fernando Camacho.
La recta final fue un sálvese quién pueda, pero Áñez se quedó en el país. La arrolladora victoria de Luis Arce se atribuyó, sobre todo, a la mala gestión de su equipo, envuelto en pulsos de poder y escándalos de corrupción casi desde el principio, laminando aceleradamente el crédito otorgado a ese experimento.
Áñez aún intentó ser Gobernadora del Beni pero apenas le dio para quedar tercera con poco más del 10% de apoyo. Solo unos días después Eduardo del Castillo lideró el operativo que la metió en prisión. Hasta hoy.
Áñez lleva con dignidad su reclusión, consciente de que la resistencia es lo único que le queda. A diferencia de Luis Fernando Camacho, hoy casi nadie la visita ni la cita, aunque sus tuits tengan la contundencia que a muchos otros les falta.
Sus años de reclusión le han ayudado a cambiar la percepción de la opinión pública, que valora su sacrificio y consecuencia, incluso le da para reivindicar ciertos actos, como el de la fundación de Juntos, homologable al intento actual de “los cuatro grandes”.
Algunos estrategas han empezado a hacer preguntas sobre la posibilidad de que sea Áñez, desde la prisión, la que encabece la campaña, algo así como recuperar la figura de Leopoldo Fernández en 2009 emulando a María Corina Machado, y lo cierto es que en perspectiva no mide peor que muchos de los oficialmente presentados como candidatos.
Hay otro indicador: ninguna de las encuestas que circulan en el país preguntan por ello. Quizá por miedo.
Fuente: El País.bo