La fecha fijada para las elecciones generales del próximo 17 de agosto ha acelerado la vorágine electoral sin tener determinadas las reglas de juego ni calendario establecido. La crisis generalizada que percibe la gente, según los diferentes estudios demoscópicos, ha impulsado a más de una decena de precandidatos presidenciales a buscar fortuna.
La encuesta difundida por el empresario Marcelo Claure coincide con otras investigaciones. Al margen del propósito de su promotor, las tendencias, que es lo importante, reafirman el fin de ciclo del proceso de cambio y dibujan un escenario electoral abierto. La falta de soluciones a la crisis económica y la fractura interna ha terminado de erosionar el proyecto masista, perdiendo las últimas bazas que lo sostenían, la estabilidad económica y política.
Asimismo, el sondeo sella el desplome del presidente Arce, quien para mantenerse en el poder necesita un milagro o torcer las reglas democráticas. Con la impopularidad que acumula podría asumirse que está amortizado, pero dada la debilidad de nuestro sistema electoral, en vez de confiarnos, este dato debe preocuparnos. La derogación de facto del principio de preclusión y los autoprorrogados al mando del TCP bastan de señal de alarma, sin que haya un horizonte claro para desactivar las amenazas de que el juego nuevamente sea sucio.
No quedan dudas que el MAS dilapidó la mayoría que ostentó durante casi dos décadas. Ahora hay una nueva mayoría que aspira a un cambio político, aunque esta no es homogénea. El reto es comprender y articular a esa nueva mayoría en un clima de insatisfacción ciudadana y fragmentación política. El hastío con el sistema político alcanza a oficialismo y oposición por la excesiva polarización, lo que puede significar, también, la expiración de un régimen político improductivo e ineficiente con las expectativas de la gente.
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Los datos escenifican básicamente tres espacios: la izquierda populista, la oposición tradicional y los desencantados. Los tres carecen de partidos organizados y poseen liderazgos empequeñecidos, alimentando la especulación política. Partidos reducidos a siglas de intercambio, candidatos sin partidos ni proyectos exaltando el hiperpersonalismo y alianzas que no trascienden un periodo legislativo, son indicadores preocupantes de la incapacidad del sistema de construir proyectos colectivos y estables, afianzando la idea de caos e inestabilidad.
Suprimida legalmente, las primarias partidarias asistimos a unas primarias muy domésticas. En el campo del nacionalismo popular se advierte el desplazamiento de Evo y Arce por Andrónico, quien puede representar la reunificación del MAS desde la base a pesar de la élite. El joven líder cocalero aprovechó la aniquilación cruzada entre un presidente incapaz de gestionar la crisis y el caudillo sindical que deambula por el Chapare, además de la ayuda ingenua de la oposición que le permitió mantenerse de presidente del Senado durante cinco años. Tendrá que sobrevivir al cisma azul y sobrellevar la dura herencia que le dejarán.
En la vereda del frente, la oposición tradicional se fortaleció con el acuerdo de unidad, sin embargo, el relato restringido al antimasismo y lo unitario es insuficiente, solo llega a su espectro dificultando su crecimiento. La bajada de Mesa dejó la disputa de este espacio a Tuto y Samuel. Tuto aventaja levemente a Samuel y representa de mejor manera los valores de sus electores, aunque tiene mayor dificultad para crecer fuera de su marco. Contrariamente, Samuel puede tener mejores posibilidades de crecimiento fuera del campo de la resistencia democrática, pero le falta fuelle para despegar. En todo caso, están forzados a entenderse, la desunión terminaría castigando a ambos y mermando ostensiblemente sus posibilidades.
Finalmente, los desencantados por ahora se identifican con Manfred y Chi, teniendo otras opciones más disruptivas en Branko y María Galindo. El alcalde, probablemente, además de su liderazgo en Cochabamba, está canalizando el desencanto masista, esto podría explicar su intención de voto pese a que es un líder tradicional, aunque de corte populista. Para mayor precisión sobre los votantes de Manfred y Chi es necesario escrudiñar a profundidad las encuestas, ya que con el recuerdo de voto es posible descifrar donde se origina el trasvase por el enfado. Este tercer espacio está condicionado de alguna manera al éxito o fracaso de los otros.
El arranque promete una carrera diferente e intensa durante los próximos seis meses, con tres estaciones que terminarán de configurar la disputa por el poder: la modificación o no de las reglas que garanticen o fragilicen la competición, la definición de alianzas y candidatos y la campaña propiamente. Por ahora, las únicas certezas son el agotamiento del proceso de cambio, la necesidad de cambio de proceso y un escenario electoral totalmente abierto. La oportunidad de cambio es latente, aunque todavía no se percibe un proyecto con vocación de poder que exprese una narrativa que ilusione en abrir definitivamente una etapa nueva.
Vladimir Peña Virhuez