El presidente confirmó la empatía ideológica que tiene con la administración republicana y profundizó el diálogo con la directora gerente del FMI para cerrar un acuerdo que necesita la aprobación parlamentaria
Fuente: infobae.com
(Desde Washington, Estados Unidos) Ayer Javier Milei obtuvo dos de los tres hechos políticos que perseguía en su viaje a Estados Unidos: el respaldo de Elon Musk, transformado en el asesor más poderoso de la Casa Blanca, y un avance significativo en la negociación con Kristalina Georgieva, directora gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI).
“Todo salió como lo pensamos”, dijo Milei a su comitiva cuando terminaba el jueves.
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Ahora el Presidente busca coronar su visita de tres días a DC: la reunión y la foto con Donald Trump, mandatario de los Estados Unidos, que ocurriría mañana.
Hoy, mientras tanto, Milei ofrecerá un discurso en el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y a continuación mantendrá un encuentro con el presidente del Banco Mundial, Ajay Banga, que visitará la Argentina a fines de marzo.
El gobierno se alineó con la administración republicana y el escándalo cripto abrió expedientes en la Comisión de Bolsa y Valores (SEC) y en el Federal Bureau of Investigation (FBI), que tendrán seis meses para determinar si el caso continúa en la justicia.
En este contexto, la Casa Rosada temió que la causa $LIBRA afectará la simbiosis política entre Milei y Trump.
La reunión del presidente con Musk enterró los temores. Musk es el asesor más influyente en la Casa Blanca, y una opinión suya cambia el curso de las cosas en el Salón Oval. Si Trump hubiera bajado el pulgar, no hubiera habido cónclave para regalar la motosierra traída desde Buenos Aires.
“No se preocupen es sudafricano; no puede ser presidente de los Estados Unidos”, comentó Trump cuando se asumió en Washington que el multimillonario tenía tanto poder político como dólares en su patrimonio.
Cuando terminó la reunión con Musk, Milei junto a Karina Milei -secretaria General de la Presidencia-, Luis Caputo -ministro de Economía-, Gerardo Werthein -canciller- y el portavoz Manuel Adorni dejaron su hotel en Maryland y abordo de cuatro camionetas negras blindadas llegaron hasta la puerta del Fondo Monetario Internacional (FMI).
Caía la tarde en DC, y el frío cortaba la respiración.
Kristalina Georgieva -directora gerente del FMI- y Gita Gopinath -subdirectora gerente del FMI- recibieron a Milei y su delegación para protagonizar la segunda reunión oficial en 32 días. Georgieva se había visto con el Presidente en los fastos de la asunción de Trump, y ayer se repitió la ceremonia política.
En Washington se asume que Trump respalda a Milei, pero en apenas cuatro semanas se comprobó que Musk tiene influencia infinita en el Salón Oval. A la hora que el jefe de Estado entró al FMI por la puerta de la calle 19, Georgieva y Gopinath ya habían visto los videos y las fotos de Milei, Musk y la motosierra dorada.
Esas imágenes ratificaron que el líder republicano apoya al presidente argentino, en una negociación que avanza a pesar de ciertas reticencias en el board del organismo multilateral de crédito.
El cónclave en el Fondo respetó un guión conocido. Milei sonríe, Georgieva apoya, y los técnicos de Argentina y el FMI trajinan sus celulares, computadoras y laptos para cerrar un acuerdo que espera la definición política y cuantitativa de Trump.
El presidente desea un nuevo programa que no afecte su plan de ajuste económico, y Georgieva, el staff y el board del FMI son más cautos. Milei quiere un desembolso voluminoso extra y plazos largos; la directora gerente ya sabe de la reticencia estructural que predomina en ciertos miembros influyentes del board.
Al terminar la reunión, el rito político exhibió su conocido final:
“Hoy he dado la bienvenida al FMI al presidente @JMilei para hablar del plan de estabilización y crecimiento de Argentina, que está dando resultados significativos. Nuestros equipos siguen trabajando de forma constructiva en un nuevo programa”, posteó Georgieva en su cuenta oficial.
Descontado el apoyo de Trump, hay un sólo asunto complejo que aún no tiene solución política. El acuerdo necesita los votos del Congreso –ley Guzmán-, y esa mayoría parlamentaria todavía no existe. Sin mayoría, el board no girará el desembolso extra.
Tras su tercer objetivo político de la gira, Milei se encontrará mañana con Trump en la Conferencia Política de Acción Conservadora (CPAC). El presidente de Estados Unidos cierra el evento que rompió la parsimonia invernal de Maryland, mientras que el mandatario argentino hablará con anterioridad.
Es decir: si se respeta la coreografía ya bocetada, Milei recibe en el escenario a Trump.
Hasta anoche no se conocía la formalidad que tendrá el cónclave entre Milei y Trump. Descartada la Casa Blanca, se resolvió una reunión en el hotel Gaylord de Maryland, adonde sesiona el CPAC. Pero el formato se preserva como una secreto de Estado.
Milei tiene intenciones de dialogar con Trump sobre el tablero internacional -Medio Oriente y la guerra entre Ucrania y Rusia-, la situación en América Latina y las relaciones bilaterales con Estados Unidos.
Desde esta perspectiva, es poco probable que solicite una excepción a los aranceles que impuso la Casa Blanca a las exportaciones nacionales de acero y aluminio.
El presidente asume que el Caso $Libra no afectó su vínculo con el Salón Oval. Y busca coronar su viaje con la reunión y la foto con Trump.
El sábado al mediodía es la hora señalada.