El cuerpo humano es un campo de batalla perpetuo. Cada día, sin que lo notemos, nuestras células inmunológicas libran combates en un conflicto silencioso que define nuestra salud. Pero lo que pocos saben es que, más allá del combate, la verdadera clave para una vida larga y saludable no está en la inflamación en sí, sino en su resolución. Charles Serhan, bioquímico y profesor de la Universidad de Harvard, ha pasado décadas explorando este proceso y su impacto en enfermedades como la diabetes, el Alzhéimer y el cáncer. Sus descubrimientos podrían cambiar para siempre la forma en que entendemos el envejecimiento y la medicina.
Hasta hace poco, la inflamación era vista como un enemigo que debía ser erradicado con medicamentos antiinflamatorios. Sin embargo, la ciencia ha comenzado a demostrar que el problema no es la inflamación en sí, sino su incapacidad para resolverse de manera adecuada. Aquí es donde entran en juego las resolvinas, maresinas y protectinas: pequeñas moléculas bioactivas que el propio cuerpo genera para desactivar el proceso inflamatorio y restaurar el equilibrio.
Estos compuestos, descubiertos por Serhan y su equipo, han demostrado ser esenciales para evitar que la inflamación se cronifique. Sin ellos, el cuerpo queda atrapado en un estado de alerta permanente, lo que contribuye al desarrollo de enfermedades crónicas que han ido en aumento en el último siglo. Si bien el descubrimiento de estos mediadores lipídicos representa una revolución en la comprensión de la inflamación, la medicina tradicional sigue dependiendo de fármacos que bloquean la respuesta inmunológica en lugar de estimular su resolución natural.
Uno de los hallazgos más fascinantes del equipo de Serhan ha sido la conexión entre los ácidos grasos omega 3 y la producción de resolvinas. Durante décadas, los científicos han observado que las poblaciones con dietas ricas en pescado graso tienen menores tasas de enfermedades inflamatorias y cardiovasculares. Ahora sabemos por qué los omega 3 son precursores naturales de las moléculas que el cuerpo utiliza para apagar la inflamación.
Pero no se trata solo de dieta. La investigación también ha demostrado que el ejercicio físico estimula la producción de estos mediadores, lo que explica por qué las personas físicamente activas tienen menos inflamación crónica. Esto ha llevado a una nueva línea de pensamiento en la medicina preventiva: en lugar de centrarse únicamente en la supresión de síntomas, ¿por qué no optimizar los procesos naturales del cuerpo para mantenernos sanos?
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Si las resolvinas y otros mediadores lipídicos pueden ser una solución efectiva para las enfermedades inflamatorias, ¿por qué la industria farmacéutica no ha desarrollado fármacos basados en estos descubrimientos? Según Serhan, la respuesta es compleja. La medicina moderna ha sido construida en torno a la idea de bloquear procesos biológicos con drogas sintéticas, y cambiar este paradigma no es fácil. Los antiinflamatorios tradicionales, como los AINEs y los corticoides, generan miles de millones de dólares en ingresos anuales. Desarrollar una nueva generación de medicamentos que en lugar de bloquear la inflamación la resuelvan adecuadamente podría alterar todo el modelo de negocio de la industria.
Pero el cambio es inevitable. Cada vez más investigaciones respaldan la importancia de la resolución de la inflamación como un proceso activo y esencial para la salud. En ensayos clínicos preliminares, los mediadores lipídicos pro-resolutivos han demostrado ser eficaces en la reducción de la inflamación sin causar inmunosupresión, un problema común en los tratamientos actuales. El reto ahora es convertir este conocimiento en terapias accesibles para el público.
Lo que está en juego es el futuro mismo de la medicina. Si la investigación de Serhan y su equipo se traduce en terapias accesibles, podríamos estar al borde de una transformación profunda en la forma en que tratamos enfermedades inflamatorias. La medicina podría alejarse del enfoque actual, basado en suprimir síntomas, y avanzar hacia una estrategia que aproveche los mecanismos naturales del cuerpo para restaurar la homeostasis.
Mientras tanto, la mejor estrategia sigue siendo adoptar un estilo de vida que favorezca la resolución de la inflamación. Una dieta rica en omega 3, actividad física regular y la reducción del estrés son herramientas poderosas para mantener el equilibrio inflamatorio. Y aunque la industria farmacéutica tarde en adaptar estos hallazgos a tratamientos accesibles, la ciencia ya nos ha dado una hoja de ruta clara: la salud no está solo en evitar la inflamación, sino en aprender a apagarla de manera correcta.
El descubrimiento de Serhan ha abierto una nueva frontera en la ciencia médica. Ahora, queda en manos de la comunidad científica y la sociedad aprovechar este conocimiento para redefinir la forma en que envejecemos y combatimos las enfermedades crónicas. En un mundo donde la longevidad se ha convertido en un objetivo central de la medicina, quizás la clave no esté en encontrar la fuente de la juventud, sino en entender y controlar el fuego de la inflamación que arde dentro de nosotros.
Por Mauricio Jaime Goio.