En criterio del analista experto en temas mineros Alfredo Zaconeta, «no es de dominio general la conciencia cabal de la dimensión de lo que Bolivia perdió con la invasión chilena».
Tras la invasión y posterior Guerra del Pacífico, Chile no solo dejó a Bolivia sin su costa y su salida al mar, también le arrebató una riqueza mineral que luego fue y es su sostén económico. Esos yacimientos bolivianos siguen generando millonarios ingresos para el Estado chileno.
En criterio del analista experto en temas mineros Alfredo Zaconeta, «no es de dominio general la conciencia cabal de la dimensión de lo que Bolivia perdió con la invasión chilena».
En el Libro del Mar que se público para la demanda marítima boliviana ante la Corte Internacional de Justicia (CIJ) de La Haya se reseña que «en el Departamento Litoral de Bolivia se descubrió la mina de Caracoles» y el auge de su producción «continuó después de la invasión y benefició a Chile de manera directa por varias décadas».
=> Recibir por Whatsapp las noticias destacadas
El cobre
Pero Chile además arrebató uno de los yacimientos más importantes de cobre del mundo. «Chuquicamata (en las cercanías de Calama) es la mina a cielo abierto más grande del mundo. Su explotación se hizo masiva en ese siglo y continúa en la actualidad. Esta situación motivó al ex Presidente chileno Salvador Allende a afirmar que el cobre es “el sueldo de Chile», reseña el citado texto.
Otro de los recursos que también tenía el Litoral boliviano es el litio. «Actualmente, Chile se beneficia de otro recurso natural, el litio, que se encuentra en lo que fue territorio boliviano y que
es altamente demandado en el mercado internacional», se añade en el Libro del Mar.
Chile es uno de los productores de cobre más grandes del mundo y el segundo de litio, dos metales claves para la transición energética. La actividad minera en ese país creció en 2024 un 5,2%, impulsada principalmente por una mayor producción de cobre y de litio, según el portal swissinfo.ch.
Este país produce cerca de un cuarto de la oferta mundial de cobre, Chuquicamata, una de sus reservas clave, se encuentra en territorio que otrora fue boliviano.
El salitre boliviano
Pero no fue todo, tras la Guerra del Pacífico, Chile sustentó gran parte de su economía en el salitre boliviano.
El portal web del Ministerio de Minería de Chile reseña: «Chile salía triunfante de la Guerra del Pacífico y anexaría territorios ricos en Salitre, un nitrato fundamental en la época para la fabricación de explosivos y cuyo uso como fertilizante era extendido en el mundo. El país tenía prácticamente el monopolio de su producción».
En ese mismo espacio virtual se destaca que «los grandes yacimientos salitreros de las provincias de Tarapacá y Antofagasta, que ya habían sido explotados por capitales chilenos en la década del 60, tenían además dos importantes ventajas comparativas: primero, grandes depósitos con alto contenido de nitrato; y segundo, una distancia al mar de no más de 80 kilómetros».
Así, «Chile se transformó en el mayor productor de nitrato del mundo. Entre 1880 y 1930 las exportaciones salitreras constituyeron el área más importante de la economía chilena», se añade.
La guerra
Zaconeta considera que «la mal llamada Guerra del Pacífico–porque a todas luces esta fue una invasión premeditada – tuvo una larga gestación, misma que se remonta a inicios del siglo XIX, cuando los intereses de capitales británicos; luego de lograr la aceptación general del guano como abono en los países europeos, se instalaron en diferentes puntos de la costa del océano pacifico entre Perú y Bolivia».
«Posteriormente el guano fue sucedido por el salitre, recurso explotado por el empresario chileno José Santos Ossa y más tarde por la casa Guillermo Gibbs, que después de muchas maniobras logró apropiarse de las salitreras de Tarapacá y Antofagasta», reseña al analista.
Zaconeta además puntualiza que urgido por la necesidad de recursos, Perú nacionalizó sus concesiones creando la empresa “Estanco Salitre” en 1873, medida que afectó a los intereses británicos, que para ese entonces ya operaban en nuestro territorio. Fruto de esta acción, los intereses británicos volcaron sus ojos hacia Bolivia, poseedora de un reservorio atractivo derramado en sus costas.
Así, «los intereses ingleses y la oligarquía chilena pactaron y dieron los lineamientos para proceder con la invasión a Bolivia en 1879».
Recursos
Zaconeta destaca que «el territorio boliviano, usurpado por Chile, tenía una extensión de 120.000 km2. En un principio el usurpador sustrajo a Bolivia guano y salitre; más tarde nos despojaría del cobre, oro, plata y los todos los recursos evaporíticos depositados en el Salar de Atacama».
En su libro: «Desarrollo económico e histórico de la minería en Bolivia», el historiador Roberto Arce señala: «La conquista del departamento del Litoral, por parte de Chile, representó para aquel país uno de los mayores aprovechamientos económicos que registra la historia como consecuencia de una acción bélica. En efecto, los ingresos impositivos provenientes del guano y salitre y, después, de la plata proveniente de los yacimientos Caracoles, permitieron el desarrollo económico de ese país. Posteriormente el cobre de Chuquicamata, el yacimiento cuprífero más grande del mundo, ha reportado enormes ingresos aún en nuestros tiempos».
Zaconeta detalla que en la extensión del territorio usurpado por Chile, se desarrollaron varias minas, entre ellas: El Abra, Michilla, Spence, El Tesoro, Esperanza, Gaby, Mantos Blancos, Lomas Bayas Zaldivar, El Peñón y las más conocidas, La Escondida y Chuquicamata, esta última considerada como la mina de cobre más grande del mundo, inició sus operaciones en 1910 y se extiende hasta nuestros días, junto a los Recursos Evaporíticos del Salar de Atacama (litio, potasio y yodo), fueron y son el sustento de la economía chilena.
Para Zaconeta, «la invasión de Chile a Bolivia fue un hecho planificado, como medida geopolítica, en claro atentado a nuestro desarrollo, letal suceso que aún aqueja hoy en día a nuestra Bolivia».
«Sin esta invasión, la realidad chilena sería otra; su historia y desarrollo económicos se escribieron gracias al aprovechamiento de los recursos naturales usurpados a Bolivia desde el guano y salitre, hasta el cobre y el litio».
La Corte de La Haya falló en contra de Bolivia, aunque reconoció en su veredicto que cuando nació a la vida independiente tenía acceso pleno al mar. Su enclaustramiento además representa un encarecimiento del comercio exterior.