Casi 100 años después. Cómo no recordar aquel 29 de octubre de 1929, conocido como «el martes negro». Todo ocurrió en poco tiempo, la caída de la bolsa del Wall Street, la quiebra de los bancos, el cierre de empresas, el gran impacto social con desempleo masivo, rebaja de salarios, o la polarización que, originada en los Estados Unidos, pronto se extendió por el mundo entero. Fue el estallido del colapso económico globalizado y el caldo de cultivo para la Segunda Guerra Mundial con el fascismo promotor de las armas.
Entender lo sucedido resulta vital para entender la crisis que movió a los gobiernos a intervenir en las empresas y administrar las economías según las recetas del Keynesiano y del Monetarismo, las dos tendencias que surgen para explicar la crisis y para prevenir que se repita aquello de «la época dorada» que durante 20 años había dominado el mundo, «el martes negro» con su diametral caída, significó la pérdida de confianza colectiva, y una generalización del pánico, los inversionistas guardaron el dinero en la esperanza de una recuperación que nunca llegó.
Esta baja del consumo y la sobreinversión creó «la burbuja ficticia», ausencia total de ahorro, desconfianza generalizada sin ofertas de dinero. Así, el monetarismo y la deflación aumentaron la deuda al punto de provocar suicidios en masa de deudores que lo debían todo, por encima de lo recibido.
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En el plano de la economía, empresas quebradas por miles, gobiernos proteccionistas, naciones con su renta y su riqueza disminuida. ¡Qué hacer! En lo social desempleo casi total, salarios rebajados, desigualdad, inseguridad social o sea 20 años de estabilidad se truncaron de golpe, en lo político se puso en duda la democracia liberal, surgieron ideologías «salvadoras» en Alemania e Italia el fascismo totalitario, el socialismo soviético, tomando para sí la administración de los estados, «para paliar la crisis» de modo que no tardó en estallar la Segunda Guerra Mundial, consecuencia de la Gran Depresión del 1929. ¿La crisis actual, cabe la pregunta, de tanta similitud, es una continuación de aquello? ¡Resulta aterrador!