El presidente de Estados Unidos mantuvo conversaciones con funcionarios de la Secretaría de Comercio y del Tesoro, escuchó a poderosos inversionistas de Wall Street y observó cómo los mercados del mundo caían en picada por la guerra comercial contra China.
Fuente: infobae.com
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El domingo 6 de abril a la tarde, Donald Trump y Scott Bessent -secretario del Tesoro- viajaron juntos en el Air Force One desde el aeropuerto de Palm Beach en Florida hasta la Base Andrews en Maryland. El presidente de los Estados Unidos ya había anunciado la imposición de las tarifas y Bessent le anticipó que se esperaba un lunes negro en los mercados financieros globales. A solas, el secretario del Tesoro recomendó a Trump abrir una negociación simultánea con los países más cercanos a la Casa Blanca para hacer un rápido control de daños colaterales.
Trump escuchó con atención a su secretario del Tesoro, y ratificó su decisión de incrementar los gravámenes a todos los bienes que se exportan hacia los Estados Unidos.
El secretario del Tesoro, Scott Bessent, (izquierda) y el jefe de personal de la Casa Blanca, Sergio Gor, descienden del helicóptero que los trajo junto a Donald Trump desde la Base Andrews, tras llegar de Mar -a- Lago, (Florida, Estados Unidos)
Susie Wiles es la jefa de Gabinete de la administración republicana. Tiene toda la confianza de Trump, y vive a su sombra. Antes del anuncio presidencial pausando las tarifas recíprocas, Wiles recibió decenas de llamadas de legisladores, lobbistas, inversores y gobernadores sugiriendo una tregua en los gravámenes para evitar un posible colapso de la economía mundial y un deterioro rampante de la figura geopolítica de Trump.
Como sucedió con Bessent, Trump escuchó a Wiles y se mantuvo firme en su ofensiva global.
Susie Wiles, jefa de gabinete de Trump, junto al presidente de los Estados Unidos en la Casa Blanca
Howard Lutnick -secretario de Comercio- y Jamieson Greer -titular de la Oficina del Representante Comercial de Estados Unidos- tienen buena relación política y protagonizaron un papel preponderante al momento de diseñar la política arancelaria de Trump.
En las últimas jornadas, Lutnick y Greer habían recibido llamadas de Wall Street alertando sobre la posibilidad de una catástrofe en el sistema financiero mundial. El secretario de Comercio y el titular de la USTR consideraron verosímil la descripción que llegaba desde New York y alertaron al Salón Oval.
A diferencia de Bessent y Wiles, Lutnick y Greer debían batallar con Peter Navarro, asesor comercial de la Casa Blanca. Navarro es un cruzado de la política de aranceles que ejecutó Trump, y tuvo enfrentamientos conceptuales con Bessent y Lutnick.
Trump también oyó los conceptos de Lutnick, Greer y Navarro, pero optó por continuar con la hoja de ruta que había anunciado el 2 de abril en el Jardín de las Rosas, cuando desplegó su arsenal proteccionista para enfrentar las exportaciones masivas de China y Europa a Estados Unidos.
Donald Trump y Howard Lutnick cuando anunciaron los aranceles recíprocos en la Casa Blanca, (Estados Unidos)
Jamie Dimon es CEO del JPMorgan, uno de los bancos más influyentes del mundo. Dimon no es cercano a Trump, aunque conoce sus costumbres políticas: sabe que el Presidente de Estados Unidos mira la cadena FOX a toda hora, y decidió comparecer en el programa que conduce María Bartiromo.
El miércoles pasado, antes de conocerse la abrupta decisión de Trump, Dimon dialogó con Bartiromo y advirtió que era posible una recesión global como derivación lógica de la guerra comercial que inició la administración republicana. “Nadie la desea, pero espero que, si hay una, que sea breve”, opinó el CEO del JPMorgan.
Y completó: “Creo que arreglar estos problemas arancelarios y comerciales sería algo bueno a hacer”.
Trump estaba viendo el programa que conduce Bartiromo, y desde ese momento empezó a rumiar una posible pausa de 90 días en los aranceles recíprocos.
El CEO de JPMorgan, Jamie Dimon, durante un encuentro financiero en New York, (Estados Unidos)
Al margen de la influencia de Wiles, Bessent, Lutnick, Greer y Dimon, el presidente de Estados Unidos se apoyó en su experiencia en el negocio inmobiliario para anunciar la pausa en la aplicación de aranceles a los bienes que ingresan a los Estados Unidos.
Trump observó desde el lunes 7 de abril como se movían los índices de referencia en Wall Street, y allí asumió que su estrategia proteccionista podía afectar a la economía local. Cuando los rendimientos aumentan, los consumidores estadounidenses enfrentan costos más altos en las tasas hipotecarias para viviendas, por ejemplo.
Durante 72 horas -del lunes al miércoles pasado- los índices de referencia treparon mientras que las acciones de todas las compañías del planeta se destruían como papel mojado.
Trump es pragmático por naturaleza: decidió mantener los aranceles extraordinarios sobre los bienes de China que se exportan a los Estados Unidos, y suspender por 90 días los gravámenes que se aplicaban al resto de los productos que ingresan a territorio americano.
Hoy en Tokio, plena noche en Washington, el Nikkei 225 se disparaba un 8 por ciento.
Una frágil tregua en medio de una guerra comercial entre Estados Unidos y China que recién inicia.