El exvicepresidente, tildado de traidor por Evo Morales, mantiene contactos con el gobierno Arce y con Andrónico Rodríguez
Fuente: https://elpais.bo
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Uno de los grandes misterios sin resolver del Movimiento Al Socialismo (MAS) durante sus “años gloriosos” fue la permanencia de Álvaro García Linera al lado de Evo Morales. Ellos no eran especialmente amigos antes del 2005. De hecho García Linera no era muy amigo de casi nadie. Las bases del Instrumento Político acabaron comprando el discurso de que era necesario compensar la rudeza del presidente indígena y campesino con un compañero de fórmula blancoide y próximo a las élites intelectuales o académicas. García Linera, que además tenía una historia personal como guerrillero represaliado acabó encajando en la definición y le dieron el visto bueno. Quizá aquella fue la gran victoria de su carrera.
Para 2009 ya se había convertido en intocable para Evo Morales, quien no admitió debate sobre el compañero de fórmula. García Linera cumplía el rol de “explicar al mundo” el proceso de cambio y se acostumbró a una extraña pauta de investigación, forjando teorías a partir de los hechos y no al revés, como en el caso del famoso “punto de bifurcación”.
Así recorrió el país y el mundo haciendo contactos, evaluaciones y alianzas mientras cumplía el otro rol tal vez auto – asignado: blindar el círculo cercano de Evo Morales. En ese afán, desde la vicepresidencia se orquestaron diferentes campañas de desprestigio, purgas y otras trampas políticas. Jacobino lo llamaron, pero la fuerza inicial del MAS, con la Constitución Política del Estado y la posterior mayoría de dos tercios le acabó consolidando.
A García Linera se lo ha vinculado también con casi todos los grandes movimientos económicos – empresariales privados de los años dorados del masismo. Se lo vinculó con la operación de Gravetal, la megaempresa de capitales colombianos que controlaba el rubro de la soya en el Oriente boliviano y que cambió de manos a Inversoja, con el exdiputado Juan Valdivia al mando, gracias a un préstamo venezolano y que tuvo un rol vital para lograr “paz social” en Santa Cruz; se lo vinculó con Carlos Gill, venezolano con pasaporte español y que entre otras inversiones se compró las ferroviarias y el periódico La Razón y también con varios negocios subsidiarios de BoA y otras compras de tierra en toda la geografía nacional, pero en 2014 no tuvo rival y volvió a conformar la dupla con Morales. En los 11 meses de gobierno de Jeanine Áñez no se han demostrado algunas de estas vinculaciones ni se le abrió algún expediente judicial.
Otro de los grandes secretos de la cúpula masista es quién impulsó el referéndum del 2016, apenas un año después de constituir el que debía ser su último gobierno constitucional. García Linera se ha desvinculado de esa decisión, pero su nombre aparecía al lado del de Evo Morales en la papeleta de votación, que perfectamente podía haber consultado por acabar con la limitación de mandatos.
Tras la derrota, García Linera argumentó como todos aquello del partido a partido, aunque fue su alfil más cotizado, Juan Ramón Quintana, quien se esforzó en aquello del cártel de la Mentira, etc. Crítico o no, García Linera volvió a estar en el binomio de 2019 y después en el aeropuerto de Chimoré rumbo a México aunque en el ínterin desde que estallaron las protestas hasta que se subieron al avión mandó a su familia al exterior y guardó moderado silencio.
En el exilio aparecieron las primeras fricciones entre Morales y García Linera. El primero se esforzó en cuerpo y alma en mantener el control del partido mientras que el segundo optó por un perfil bajo involucrándose en algunas funciones académicas muy lejos de la política partidaria o la situación en Bolivia.
El retorno fue espeso: Evo Morales cruzó con boato el puente de La Quiaca a Villazón – donde no le esperaba Luis Arce – y García Linera apareció directamente en el vehículo rumbo a Chimoré por tierra. Tardó tres días y no había gente abarrotando las carreteras. Varias fuentes, incluyendo a Adriana Salvatierra, señalan que la ruptura Evo – Arce se dio en ese mismo momento al cruzar el puente sin que nadie del gobierno le esperara. En ese momento García Linera también decidió su camino.
García Linera y la tercera vía
Ni bien acabaron los actos, García Linera retornó a Buenos Aires a acabar su cátedra. Después asumió más peso en el Centro de Estudios Latinoamericanos de Geoestrategia (Celag), que pasa por ser el gran think-tank de la izquierda sudamericana, aunque muy influida por las tesis europeas. También amplió experiencia como conferencista en esos foros y como asesor, sobre todo en el gobierno de Chile de Gabriel Boric, aunque no le fue bien en su estrategia para impulsar una nueva Constitución.
Primero se mostró como verso suelto y Evo frunció el ceño. En 2022 pidió “dejar gobernar a Arce” y Morales lo pintó de traidor. Desde entonces García Linera ha intentado mediar entre Luis Arce y Evo Morales sin demasiado éxito. A Arce, con quien mantiene líneas abiertas por asuntos mucho más pragmáticos, le ha pedido “respetar” el legado de Morales; a Morales, a quien endulzó el oído de nuevo dedicándole elogios le pidió levantar la mirada y considerar si no había mejores opciones. Morales le volvió a responder: “traidor”.
Desde esa posición de aparente mediador ha ido avanzando en cuestiones tácticas para posicionar un candidato, o a más, un binomio, y su vieja guardia intelectual no le ha decepcionado en esa misión, tampoco sus aliados mediáticos.
Es verdad que ha habido ensayos con Eduardo del Castillo, pero al final se le asignó otro rol: el ministro de Gobierno representa el choque frontal con Evo Morales, el quiebre total sin retorno por las palabras empleadas. Del Castillo medró en la estructura de poder del gobierno de Evo no por el partido, sino de la mano de Álvaro García Linera, quien le asignó misiones de movilización primero y lo acabó incorporando como Oficial Mayor de la Asamblea con Adriana Salvatierra como jefa directa.
Sin alternativas, la apuesta oficial de la tercera vía pasó a ser Andrónico Rodríguez, pero la misión implicaba riesgos: Andrónico Rodríguez es hijo político del Chapare, aprendiz de Evo Morales y probablemente víctima. La tesis de la tercera vía le cayó como anillo al dedo y se pasó años pidiendo “unidad, unidad” aferrado a su carisma natural y a una sobreexposición mediática – sin debates – se fue asentando como “alternativa” del MAS al que le bastaba con esperar su herencia.
Morales se dio cuenta a mediados del 2023 y le hizo sudar tinta para revalidar la presidencia del Senado. Ahí también tuvo que tomar partido y acabó apareciendo en el Congreso de Lauca Eñe donde se concretaba el cisma con el arcismo y se elegía a Morales como candidato único. Unas horas antes del Congreso dio una conferencia en la Asamblea en la que imploró por última vez por la “unidad” y pidió ponderar mejor a Arce. Evo anotó.
En el afán de forjar un candidato potable, la Celag se ha encargado de foguear a Andrónico en otros ambientes continentales y su nombre ha ido saliendo recurrentemente en encuestas y entrevistas, también carteles y campañas. Hasta el millonario Marcelo Claure, empeñado en buscar un candidato alternativo, se reunió con él y le dedicó palabras conceptuosas. En el MAS de Evo hubo cortocircuitos y exigencias de postración. No faltó quien vinculó a Claure con Gill (socios en proyectos de litio), con García Linera y con Andrónico.
Andrónico ha sido sometido a varios escarnios públicos por parte de sus supuestos compañeros, bailó con Morales en Chimoré cuando arreciaban las dudas de nuevo a fin de año, declaró su adhesión incondicional en Kawsachun Coca bajo la atenta mirada del líder en al menos tres ocasiones, pero a cada cartel, nueva amenaza.
Hace dos semanas ni bien volvía de Buenos Aires donde estuvo compartiendo con algunas de las estrellas de la Celag, incluyendo García Linera, dejó por escrito a modo de defensa su última crítica: ¿Quién es responsable de dividir? ¿Quién es el responsable de haber elegido a Luis Arce?
Se apagó la luz.
Andrónico había atravesado algunas líneas rojas. En enero le pidió “sentirse orgulloso y no celoso” de que los jóvenes siguieran su ejemplo y en febrero le pidió “humildad”. Entonces rectificó en apenas 24 horas. Esta vez es diferente. Los plazos aprietan.
Andrónico no tiene sigla. El FPV se la ha quitado a Morales pero sería raro ofrecérsela a Andrónico; sería raro también ir con Patzi o convencer a Pan Bol, incluso más que ir con UCS, la sigla de Johnny Fernández que en 2020 llevó a Creemos.
Para unos era más lógico esperar “la herencia”, que difícilmente se dará en las actuales condiciones con el cuartel general del evismo clamando venganza; para otros era necesario que el hijo mate al padre y tome el poder por la fuerza en un tiempo donde mandan los tiburones.
Lo que es seguro es que de momento Andrónico Rodríguez tiene un asesor: Álvaro García Linera.