Partidos políticos apuntalan a una Bolivia distópica   


 

 



 

Tres escenarios se van entrelazando, cada uno antecedente del otro. En Bolivia hemos conocido la partidocracia desde 1985 al 2005, el partido único del MAS de 2005 a 2025 y el tiempo de los partidos políticos distópicos, es decir, el peor escenario posible que será desde 2025 para adelante.

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La crisis de la UDP (1982-1985) trajo un profundo desprestigio de los partidos de izquierda anidados en dicho frente político. El hecho de aceptar el traspaso del gobierno de manos de los militares a favor del Presidente Hernán Siles Zuazo con el “parlamento del 80” fue un error de inviabilidad de la gestión gubernamental. La oposición parlamentaria fue frontal y efectiva. Mientras que las calles estaban colmadas por trabajadores organizados en la COB para reclamar demandas y reivindicaciones no atendidas. A ello se sumó la crisis económica, especialmente con la hiperinflación, que terminó de minar el apoyo al gobierno naranja y el acortamiento del mandato fue la salida deseada por todos. A este momento histórico lo denomino como la distopía que se encargó de aplastar las utopías de las masas populares que resistieron a las dictaduras militares y conquistaron la democracia, utopías de un gobierno “democrático y popular”.

El ciclo neoliberal se decantó en partidocracia sustentada en el paraguas constitucional que posibilitaba elegir en el parlamento de entre los dos candidatos más votados para la elección de Presidente frente a la ausencia de un triunfo electoral por mayoría absoluta. Bajo la consigna del “mal menor” de Filemón Escobar, fue elector Paz Estenssoro Presidente (MNR) en vez de Hugo Banzer (ADN). Luego vinieron otros gobiernos donde los partidos políticos obtenían 20% de votos con claras posibilidades de llegar a la Presidencia mediante pactos y alianzas. Esto no va a suceder ahora.

Las privatizaciones, la democracia pactada con el “cuoteo del gobierno”, los moderados logros del modelo neoliberal en materia de inversión y crecimiento, más temas de corrupción, generaron una aguda crisis política y social que tuvo entre los años 2000 al 2003 movilizaciones sociales importantes, se generaron enfrentamientos entre policías, militares y con la población que devino en un proceso electoral donde el MAS ganó las elecciones de 2005 con más del 55% de los votos.

El MAS en el gobierno obtuvo varias victorias electorales que impidieron la formación de un sistema de partidos políticos opositores. Es más, las derrotas electorales de 2009 y 2014 (de las que fueron protagonistas opositores Tuto, Samuel, Manfred) generaron victorias masistas con votaciones superiores a los 2/3. Con una oposición raquítica, el MAS se lanzó a la captura de la totalidad de las organizaciones sindicales, COB, Confederaciones, Federaciones, sindicatos, estableciendo correas de transmisión orgánicas tendientes a formar el “Partido Único”, dentro del esquema autoritario de gobernar por más de “500 años”.

Ahora, en 2025, con un MAS dividido, un fin de ciclo de su modelo económico, en medio de una profunda crisis económica, social, política e institucional, se daban las condiciones favorables para articular una alternativa democrática, horizontal e incluyente, entendiendo que el gobierno que viene debe cumplir tareas de purgar el Estado, la corrupción y la desinstitucionalización, gobernando para todos, dejando de lado intereses corporativos, enfoques ideologizantes y enalteciendo los intereses comunes de la patria. Este es el proyecto perfilado y trabajado desde nuestro aporte. Sin embargo, los partidos políticos con personería jurídica reconocida por el Tribunal Supremo Electoral y varios precandidatos presidenciales han escogido el camino equivocado que nos conducirá a una distópica situación que ingreso a describir.

Sin aprender las lecciones de los procesos electorales 2009, 2014, 2019 y 2020, los caudillos opositores se han lanzado a dividir el bloque alternativo reivindicado por la población democrática (que nunca fue el llamado “Bloque de Unidad”). Cada sigla política llevará una candidatura y las alianzas no son sustanciales. La reedición de las estrategias electorales fracasadas del  pasado llevaran al resultado de encaminar al país a una segunda vuelta. En términos reales, los partidos políticos obtendrán pequeñas bancadas parlamentarias y no podrán articular un torrente político electoral que les permitan ganar en 6 de 9 departamentos. Es decir, la primera fuerza electoral tendrá la presidencia de las directivas pero no el control mayoritario de dichas directivas, victoria pírrica y completamente infructuosa si trata de ser fuerza hegemónica.

Sin mayoría parlamentaria, la legislación, modificaciones constitucionales, aprobación de préstamos y otras disposiciones no podrán realizarse.

Como los partidos políticos actuales son grupos primarios de intereses particulares, no tendrán la posibilidad de lograr acuerdos y alianzas programáticas, es más, las bancadas no tendrán cohesión, porque los proyectos electorales no representan una ideología y una visión política, son conglomerados de fuerzas oportunistas que se reciclan de un grupo a otro, con esa particular metodología de “reciclar basura política” (https://www.facebook.com/watch/?v=627866520129134).

Mientras tanto las calles estarán infestadas de manifestantes espontáneos o dirigidos desde algunas de las fracciones del MAS.

El escenario es distópico, por supuesto y por ello mismo, se debe articular un proyecto político para encarar la presente y futura crisis que se ve venir.

Posdata: ojo que algún candidato del MAS puede ser primero y perder en la segunda vuelta.

También es bueno recordar que los caudillos políticos terminan trabajando para que otros, personas “aliadas”, lleguen al parlamento, luego se separen y formen micro bancadas autónomas.


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