Los testimonios son impactantes. Los supervivientes comieron algunos frutos, pero no tenían agua. La avioneta se hundió en un pantano. Lo pasajeros se quedaron sobre ella para esperar el milagro en medio del agua.
eju.tv / Video: La Palabra del Beni
Los cinco ocupantes de la aeronave que se precipitó en la ruta que une a Baures con Trinidad, en Beni, se recuperan de las magulladuras y de la pesadilla de 48 horas que vivieron tras el siniestro. Luego del rescate del piloto y los cuatro pasajeros -tres mujeres y un niño- se ha comenzado a reconstruir lo sucedido.
Los testimonios son impactantes. Los supervivientes comieron algunos frutos, pero no tenían agua. La avioneta se hundió en un pantano y quedó volcada. Lo pasajeros salieron de la aeronave y se quedaron sobre ella para esperar el milagro en medio del agua.
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Lo cierto es que un contacto entre los accidentados y un grupo de pescadores fue trascendental para que esta historia tenga un final feliz. El único celular que «sobrevivió» al accidente también fue otro elemento clave.
«El avión tocó bien pero cuando empezó a pisar el pantano ahí fue donde encapotó, quebré el parabrisas, pero no salí disparado por el cinturón de seguridad (…) se empezó a hundir y les dije: ¡Vamos todos a la panza!», contó Pablo Andrés Velarde, el piloto, al diario La Palabra del Beni.
La siguiente orden del capitán a los pasajeros fue: «Vamos a dormir esta noche aquí como podamos y aguantar y esperar al otro día».
El accidente se reportó minutos después de las 13:30 del miércoles 30 de abril y los sobrevivientes fueron rescatados al mediodía del viernes 2 de mayo, 48 horas después. Los cinco esperaron el rescate sobre «la panza» hundida de la avioneta Cessna 172 con matricula de control CP-199.
Junto con Velarde, el piloto, sobrevivieron Roberta Robertina Velarde Aulo, Mirta Fuentes Cardozo, Patricia Coria Guary y su hijo, un niño de unos cinco años de edad.
«Fueron horas de angustia, de miedo; tratar de estar tranquilos porque las señoras estaban asuntadas. A parte unos largantangos nos rodeaban, pero gracias a la gasolina y el olor de la contaminación no dejó que ellos se acerquen, eran caimanes», contó el piloto.
Estaban en medio de al selva beniana. Según los reportes oficiales, el piloto ejecutó un aterrizaje de emergencia cerca del río Itonamas, entre las haciendas Santa Fe y Nueva Esperanza 1, a 123 kilómetros de Trinidad, luego de una falla mecánica en el motor que reportó a uno de sus colegas. Buscó «tierra» en medio de los árboles y solo encontró el pantano.
«Al pasar las avionetas no nos miraban, nosotros hacíamos señas con sábanas, con poleras, pero no nos miraban y entraba la desesperación porque nuestras familias pudieron pensar que estábamos muertos y nosotros vivos», dijo el hombre que enfrentó su «primer accidente» de aviación.
Hasta que en la madrugada del viernes llegó la primera señal del milagro. Los supervivientes vieron a lo lejos unas luces, era un grupo de pescadores.
«Los escuchamos en la madrugada a esas personas y miramos las luces. Saqué mi teléfono, fue el único teléfono que teníamos porque de las señoras se le fregaron por el agua, pero yo pude salvar el mío y guardé batería», dijo.
«Entonces yo les empecé a hacer señas y ellos me respondían a la señal y yo empecé a gritar, a pedir auxilio, que teníamos un niño, y ellos nos escucharon y se pusieron en marcha, a ayudarnos», relató.
«Han tardado harto», dijo y explicó que la distancia entre el lugar del siniestro y los pescadores eran extensa y no pudieron llegar a tomar contacto en persona, pero ya había la alerta.
De esta manera se activó un nuevo operativo en el que participaron los tres niveles del Estado. Brigadas de rescate de la Fuerza Aérea Boliviana (FAB), que recibió la instrucción de presidente Luis Arce, de la Gobernación y de la Alcaldía de Trinidad se movilizaron. Eran horas vitales.
El primer contacto fue con los pescadores, que se abrieron paso a fuerza de brazo y machete. Luego llegó el helicóptero de la FAB – 003, que los trasladó hasta Trinidad, donde los esperaban ambulancias y personal médico.
Los cinco tienen la salud estable y ninguno presenta heridas de gravedad, indicó el médico Rubén Darío Pedraza.
«El piloto Pablo Andrés Velarde Heredia, 27 años, contaba un diagnóstico de policontusión. La señora Mirta Fuentes Cardoso, 51 años, está con TEC (Traumatismo Encéfalocraneano) leve y policontusión. La señora Robertina Velarde está con policontusión y quemadura química de primer grado en tórax y abdomen, y la señora Patricia Coria Huari, policontusión, TEC leve y herida cortante en la región frontal», informó Pedraza.
El niño fue trasladado hasta el hospital segundos después de llegar a Trinidad, necesita atención médica, por eso su madre viajaba en el avión.
El piloto contó que se trataba de un vuelo solidario. Otra de las mujeres también necesitaba atención médica.