Tras las multitudinarias marchas del Orgullo, Hungría y Turquía recrudecieron la represión contra la comunidad LGBTQ+


Viktor Orbán calificó de “repugnante y vergonzosa” la movilización que desafió su veto y recorrió Budapest con respaldo internacional. Turquía, por su parte, impidió el avance del Pride con detenciones y cercos policiales.

Por Carlos Eduardo Martínez 

Hungría y Turquía recrudecieron la represión contra la comunidad LGBTQ+ (REUTERS/Lisa Leutner) 

Fuente: Infobae



 

 

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El primer ministro de HungríaViktor Orbán, calificó como “una vergüenza” la Marcha del Orgullo celebrada el sábado en Budapest, un evento que, pese a estar prohibido por las autoridades, reunió a unas 200.000 personas, según los organizadores. Fue la edición número 30 de esta movilización en la capital húngara, convertida ahora en una manifestación masiva de desafío a las políticas del gobierno nacionalista contra los derechos de las personas LGBTQ+.

En un fragmento de una entrevista televisiva divulgado en redes sociales, Orbán expresó su rechazo tajante al evento: “Soy de los que no consideran lo ocurrido motivo de orgullo… digo que es una vergüenza”. Sus declaraciones se produjeron después de que su gobierno modificara leyes y la Constitución para justificar la prohibición del desfile, alegando motivos de “protección infantil”.

Las autoridades habían advertido que los organizadores podrían enfrentar penas de hasta un año de prisión, mientras que los asistentes se exponen a multas de hasta 500 euros. A pesar de ello, decenas de miles recorrieron el centro de Budapest de manera pacífica, respaldados por figuras políticas locales e internacionales.

Un participante en la marchaUn participante en la marcha del Orgullo LGBTQ+ vitorea en Budapest, Hungría, el sábado 28 de junio de 2025. (AP Foto/Rudolf Karancsi)

El alcalde progresista Gergely Karácsony, quien coorganizó la marcha desde el ayuntamiento para eludir la necesidad de un permiso estatal, agradeció públicamente a la policía por garantizar la seguridad, aunque cuestionó la legalidad de la prohibición. La manifestación fue descrita por medios locales como una de las movilizaciones por los derechos humanos más significativas en la historia reciente de Hungría.

En su mensaje en un grupo cerrado de Facebook, Orbán afirmó que el evento incluyó “espectáculos repugnantes y vergonzosos”, como un show de drag queens, hombres con tacones altos y folletos sobre terapias hormonales, según reportó el portal 444.hu. Añadió que la marcha había sido “ordenada desde Bruselas”.

La Marcha del Orgullo deLa Marcha del Orgullo de Budapest se convierte en símbolo de resistencia frente a políticas autoritarias y discursos de odio de Orban (REUTERS/Lisa Leutner)

Los cambios legales recientes también autorizaron el uso de tecnología de reconocimiento facial, con cámaras instaladas temporalmente en los postes de alumbrado a lo largo del recorrido. La policía confirmó que está “investigando los hechos” ocurridos durante la jornada.

Mientras se prohibía la marcha del Orgullo, las autoridades permitieron dos contramanifestaciones de extrema derecha, que, según la prensa local, apenas reunieron a medio centenar de personas.

Desde Bruselas, varias voces se alzaron en apoyo a la comunidad LGTBI+ húngara. La vicepresidenta segunda del gobierno de EspañaYolanda Díaz, participó en la marcha y caminó junto a Karácsony. Eurodiputados y políticos de distintas nacionalidades también hicieron acto de presencia para expresar su solidaridad.

La Marcha del Orgullo enLa Marcha del Orgullo en Budapest desafía la prohibición y reúne a 200.000 personas pese a amenazas legales (REUTERS/Bernadett Szabo)

En paralelo, el ministro serbio de Exteriores húngaro, Péter Szijjártó, denunció este lunes que manifestaciones como la Marcha del Orgullo responden a una “injerencia extranjera”. El funcionario sostuvo que la Unión Europea intenta sustituir a los gobiernos soberanistas de la región mediante financiamiento foráneo y campañas de presión.

En Hungría, la marcha del sábado reactivó el debate sobre la libertad de reunión y los límites impuestos por el poder ejecutivo.

El alcalde de Budapest, GergelyEl alcalde de Budapest, Gergely Karacsony, fue coorganizador de la Marcha del Orgullo de Budapest en Budapest, Hungría (REUTERS/Lisa Leutner)

El mismo fin de semana, en Estambul, la policía arrestó a más de 50 personas antes de una marcha del Orgullo también prohibida. La Asociación de Abogados de la ciudad denunció detenciones “arbitrarias e ilegales”, incluyendo a integrantes de su Centro de Derechos Humanos.

Desde 2015, el gobierno conservador de Turquía ha vetado las marchas del Orgullo en la ciudad, argumentando que representan una amenaza al orden público y a los valores tradicionales. El gobernador Davut Gül ratificó esta línea en redes sociales: “No se tolerará ninguna marcha que amenace el orden público”.

La plaza Taksim, epicentro histórico de protestas en la metrópoli turca, fue cercada por la policía desde temprano el domingo. En un video publicado por el grupo Queer Feminist Scholars, se ve a una manifestante gritando “No nos rendimos, vinimos, creemos, estamos aquí”, mientras corre para evitar ser arrestada.

En Estambul, la policía detuvoEn Estambul, la policía detuvo a más de 50 personas antes de una marcha del Orgullo LGBTQ+ también prohibida

Aunque la homosexualidad no es delito en Turquía, la homofobia institucional es generalizada y alentada por las autoridades. El presidente Recep Tayyip Erdogan ha tildado en reiteradas ocasiones a las personas LGBTQ+ de “pervertidos” y ha hecho del ataque a las minorías sexuales un eje de su discurso nacionalista.

La Marcha del Orgullo de Budapest, a pesar del veto estatal y de las amenazas penales, emergió como un símbolo de resistencia frente a las políticas autoritarias del gobierno de Orbán. Lo que comenzó como un desfile por la diversidad terminó por convertirse en una declaración colectiva a favor de los derechos civiles, la autonomía de las ciudades frente al poder central y el rechazo a los discursos de odio promovidos desde el Estado. La presencia masiva desafió no solo las prohibiciones legales, sino también el relato oficial que pretende silenciar y criminalizar la diferencia.